A raíz de la muerte del general Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935, se inicia una transformación del Estado en Venezuela. Se abandona el Estado liberal para establecer un Estado intervencionista en la economía. La crisis mundial del capitalismo de los años treinta y la guerra mundial del 1914-1918 y la que se avizoraba, facilitaron este nuevo sentido social y planificador del ente estatal. Comienza una política “fomentista” del crecimiento industrial formulada por los gobiernos de los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. Urgía la producción de bienes y servicios, así como la generación de empleo. Este impulso se acelera con la creación por la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, de la Corporación Venezolana de Fomento en 1946. Se hicieron transferencias de enormes recursos provenientes de la renta petrolera a la edificación de empresas privadas. Con el derrocamiento del gobierno democrático del escritor Rómulo Gallegos se entroniza un nuevo gobierno militar. El mandato del general Marcos Pérez Jiménez, en el plano político, fue represivo, abiertamente, una dictadura. Empero, en el aspecto económico mostró una apertura internacional que atrajo inversiones extranjeras para explotar nuestros enormes recursos naturales. Esto permitió, por más de un lustro, una tasa de crecimiento económico de casi 10% anual, similar a la de Japón, Alemania y Estados Unidos. Un auge material sin precedentes. En ese ambiente se continuó fortaleciendo un sector empresarial, un grupo social inexistente en la Venezuela de las primeras décadas del siglo XX. Tanto el Estado como el sector privado formulaban empeños productivos, planes y proyectos para los cuales se necesitaba experiencia gerencial de la que el país carecía. Una burguesía, una nueva clase social, que estaba tomando conciencia como sector y aspiraba a participar en el proceso de crecimiento y desarrollo nacional.
La Asociación Venezolana de Ejecutivos (AVE) se crea en este contexto, según testimonio de Frank Briceño Fortique, en marzo de 1957. Entre sus más entusiastas impulsores se cuentan Oscar Machado Zuloaga, Luis Vallenilla, Armando Espinoza, Iván Lansberg Henríquez, Pedro Vallenilla y Frank Briceño Fortique. Su objetivo fundamental establecido en sus Estatutos, Título I, Artículo 2 es “…promover el avance de las relaciones humanas y el afianzamiento del respeto a la dignidad humana en todas las actividades en que participe el hombre en su trabajo”. Esta es una declaración de amor a la humanidad dentro del más fervoroso humanismo e idealismo que profesaban sus fundadores. Más concretamente, su labor ha consistido en el marco de las relaciones laborales e industriales, en fortalecer una cultura administrativa-gerencial que no existía en el país. Y relacionarse con organismos internacionales con iguales fines. Su enfoque es independiente y multidisciplinario. El fin de la AVE es el desarrollo integral del ser humano. Prepara al empresario, a la sociedad, para que sepan adaptarse al vertiginoso proceso de cambio que se ha desatado en el mundo económico y tecnológico. Cumple esta entidad su meta mediante conferencias, charlas, mesas redondas, seminarios, foros, congresos, cursos intensivos, investigación gerencial, etc. Esta actividad se redujo al crearse, en 1965, el IESA. Se concentró la AVE, entonces, en la organización y realización de sus célebres congresos. Han logrado traer a sus eventos a las figuras internacionales más destacadas de la administración y la gerencia. Favorece la colaboración del sector público y privado. Ha promovido la creación de instituciones tales como el Dividendo Voluntario para la Comunidad, el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), el Grupo Santa Lucía y Educrédito. Ha sido pionera en fomentar la responsabilidad social empresarial. También ha facilitado la formación de Asociaciones de Ejecutivos en el interior del país: existían, hasta 1989, las de los estados Carabobo, Portuguesa, Falcón, Nueva Esparta, Guayana, Lara, Zulia, Yaracuy, Trujillo, Sucre y Mérida. Está asociada a organizaciones afines del exterior tales como el Consejo Mundial de Gerencia, el Comité Panamericano del Consejo Mundial de Administración y la American Management Association. La Asociación Venezolana de Ejecutivos ha organizado diversas instancias para acelerar su trabajo: Comité de Informática, de Planificación Estratégica, de Productividad y Tecnología.
Hay que destacar el papel cumplido en este empeño de crear una cultura gerencial en Venezuela, los 10 Congresos de la Asociación Venezolana de Ejecutivos realizados a partir de 1965. Registran esas exposiciones, esas reflexiones, formuladas en esos eventos, las complejidades internacionales y nacionales de buena parte del período democrático y especialmente de la economía empresarial y pública del país y sus grandes retos. Entre los temas que se abordaron en esos Congresos están la vinculación entre gerencia y desarrollo; gerencia y valores; el humanismo, es decir, el mejoramiento del ser humano como meta fundamental de las empresas; modernización de la administración empresarial; la relación gerencia-país y las políticas económicas para avanzar hacia el desarrollo; la administración y la gerencia como liderazgo; gerencia pública y privada, la competitividad y la productividad; gerencia para el cambio; cómo competir ventajosamente en el exterior; cómo concretar el país que queremos en el siglo XXI. Mauricio García Araujo, a quien debemos esta síntesis de los temas abordados en los Congresos de AVE, se pregunta: “¿Podemos los venezolanos articular una visión coherente como país? ¿Podemos lograr un compromiso nacional para realizar esta visión?” (García, 1998, p. 48). Ese era el gran reto e interrogante fundamental que se discutió en el IX Congreso de la Asociación Venezolana de Ejecutivos, realizado en Caracas, en el Teatro Teresa Carreño, del 17 al 20 de marzo de 1998.
Entre sus servicios, dispone la Asociación Venezolana de Ejecutivos de publicaciones tales como ¿Quién es Quién?, que es un directorio de ejecutivos nacionales que se actualiza anualmente; ediciones especiales y librería con bibliografía novedosa sobre la administración científica y la gerencia. Además, patrocina muchas actividades culturales. El aporte bibliográfico de la AVE desde 1957 es impresionante. Se pueden contar cerca de 400 impresos. Y está demás decir que su aporte ha sido inmenso en el sentido de contribuir a crear una cultura administrativa-gerencial en Venezuela.
Entre los miembros de las distintas directivas de la institución que han destacado por su producción intelectual, se encuentran, en el campo de la gerencia, Frank Briceño Fortique y Carlos Lander Márquez; en el estudio de las relaciones entre gerencia y humanismo Iván Lansberg Henríquez; en el estudio de la economía venezolana en general, José Joaquín González Gorrondona, Mauricio García Araujo y Pedro Palma; en el ámbito petrolero Luis Vallenilla, Rafael Alfonzo Ravard y Luis Giusti; en la gestión de empresas públicas, Argenis Gamboa; en la historia de las instituciones democráticas y su funcionamiento, José Antonio Gil Yepes; en estudios sobre la competitividad, Marcel Antonorsi Blanco; en lo que pudiéramos llamar reflexiones sobre las relaciones del avance de la ciencia, la teoría de la comunicación y la actividad empresarial, Italo Pizzolante. Estudiosos de temas jurídicos son Carlos Ayala Corao y Allan Randolph Brewer Carías.
Las erróneas políticas públicas implementadas a partir de 1999 han destruido lo que era más bien una modesta empresa privada. La economía se ha reducido 80%, lo que ha afectado indudablemente el desempeño de la Asociación Venezolana de Ejecutivos. Esperamos que próximos a cumplir sus 70 años en 2027 se haya recuperado la economía, el país y robustecido la Asociación Venezolana de Ejecutivos.
David Ruiz Chataing es profesor de la Universidad Metropolitana
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