Edgar Morin

Tenía varias ideas rondando en la cabeza antes de escribir este artículo. Al final las descarté, engavetándolas para una próxima oportunidad. Resulta que buceando dentro de una vieja caja de cartón encontré un documento apiñado entre otros muchos, que me llamó la atención a tal punto que, tras darle un vistazo a los dos primeros párrafos, me leí sin parar sus más de sesenta páginas.

Decidí entonces recoger en este artículo algunos de sus planteamientos, reiterados en posteriores escritos suyos, cuya vigencia hoy en día es indudable. Sin disimular mi plagio, redacté, entonces, estas líneas a partir de su lectura, sin ningún aporte personal que fuera más allá de la escogencia de las cuestiones que me parecieron más interesantes.

La mariposa y la oruga

El autor de las páginas a las que me refiero cumplió recientemente 101 años. Lleva unas cuantas décadas pensando sobre la crisis de la humanidad y ha señalado en innumerables ocasiones que la globalización ha generado una pluralidad de crisis ínterdependientes e intrincadas, que ocurren en diversos planos: el cognitivo, el político, el económico, el social, en fin.

En su estado actual, afirma, el sistema mundial se ha mostrado incapaz de organizarse para tratar problemas vitales, tales como el peligro nuclear, la degradación de la biosfera, las distorsiones de la economía, la desigualdad social, las migraciones e, incluso, los conflictos étnico-religiosos.

En otras palabras, lo que estamos viviendo es una época de incomprensión de los unos con los otros. Este caos en el que la humanidad corre el riesgo de hundirse trae consigo, igualmente, una última oportunidad. En esta dirección, y valiéndose de lo expresado por otro escritor, cuyo nombre olvidé, indica que la metamorfosis de la oruga en mariposa nos ofrece una metáfora interesante: cuando la oruga se envuelve en el capullo, comienza un proceso de autodestrucción de su organismo de oruga, y este proceso es, al mismo tiempo, el de la formación del organismo de mariposa, el cual es, simultáneamente, igual y distinto del de la oruga.

Crisis del pensamiento

Según él, las diversas reformas necesarias sólo pueden progresar si lo hacen las demás. No hay reforma política sin reforma del pensamiento político, el cual supone una reforma del pensamiento mismo que, a su vez, supone una reforma de la educación, que conlleva una reforma política. No hay reforma económica y social sin reforma política, que va unida a una reforma del pensamiento. No hay reforma vital ni ética sin reforma de las condiciones económicas y sociales, y no hay reforma social y económica sin reforma vital y ética.

Dentro de este contexto formuló su teoría del pensamiento complejo, argumentando que el mundo puede ser representado como una especie de gran red, cuyos delgados hilos se entrelazan y relacionan sus componentes. Los hilos son eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares que en el presente conforman un entorno bosquejado por profundos y vertiginosos cambios tecnológicos.

La Tierra-Patria

En línea con lo apuntado anteriormente acuñó el concepto de Tierra-Patria, que supone la conciencia del destino, la identidad y el origen común de toda la humanidad y que lejos de anular las patrias singulares, las integraría en una gran patria común, el contrario de los internacionalismos, que ignoraban la importancia de la diversidad cultural y nacional. La Tierra-Patria se ocuparía de salvaguardar indisolublemente la unidad de diversidad humana.

El cumpleañero, cuya obra he venido glosando, ha estado rumiando estos asuntos desde la segunda mitad del siglo pasado. Es sin duda uno de los pensadores más lúcidos del planeta. Acaba de publicar su última obra hace unos meses y ya tiene casi lista otra para editarla hacia finales de 2023.

Se llama Edgar Morin y tiene, dicen que dijo, “apenas”, 101 años.


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