OPINIÓN

Hace medio siglo, Caracas fue la capital del mundo del mar

por Sergio Foghin Sergio Foghin

El 12 de junio de 1974 se inauguró en Caracas la segunda sesión de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Confemar III), evento que tuvo lugar en las recién inauguradas instalaciones de Parque Central. Como sede original de este importante evento había sido designada la ciudad de Santiago de Chile, pero el golpe de estado contra el gobierno del presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, determinó que la sede de Confemar III se desplazara a Caracas, donde se desarrolló durante 10 semanas, para ser clausurada el 29 de agosto de 1974 por el canciller venezolano Efraín Schacht Aristeguieta y el presidente de la Conferencia, Hamilton Shirley Amerasinghe, representante permanente de Sri Lanka ante la Organización de las Naciones Unidas.

Este importante encuentro de expertos mundiales en Derecho del Mar, reunió en Caracas a 3.000 delegados, provenientes de 137 Estados. Además del canciller Schacht Aristeguieta, entre los principales miembros de la delegación venezolana se contaron eminentes juristas de la categoría de Andrés Aguilar Mawdsley, Emilio Figueredo Planchart, Manuel Pérez Guerrero e Isidro Morales Paúl, a la vez que destacados especialistas en distintas áreas, como Angelina Rísquez Cupello, Aníbal Martínez, Rubén Carpio Castillo, Gilberto Rodríguez, Pedro Roa, José Antonio Galavís, Hernán Pérez Nieto y Kaldone G. Nweihed. Este último dejó un extenso documento en el cual bosqueja, de manera amena e interesante, la importancia del mar en la historia del mundo y de Venezuela, incluyendo una crónica del desarrollo de las diez semanas de Confemar III, durante las cuales, en sus palabras, “Caracas fue la capital del mundo del mar” (Nweihed, 2004, p. 32).

Cabe señalar que, ya entonces, nuestro país podía enorgullecerse de al menos dos significativos aportes al campo de los estudios relacionados con los temas marinos y marítimos, puesto que resulta “históricamente relevante recordar que el primer intelectual en advertir acerca del posible agotamiento de los recursos vivos del mar, fue el ilustre intelectual venezolano Andrés Bello, quien ya en 1852 señaló la sobrepesca como una situación inconveniente y abogó por algún tipo de control por parte de los Estados ribereños” (Foghin-Pillin, 2021, p. 24). Nueve décadas más tarde, en 1942, se materializaría también la contribución representada por la firma del Tratado del Golfo de Paria, entre Venezuela y Gran Bretaña, por el ventajoso precedente que nuestro país sentó en esta área del Derecho Público Internacional (Nweihed, 1974).

Refiriéndose a los años que precedieron a Confemar III, Nweihed asevera que “a partir de 1970, una combinación de hechos y circunstancias determinó que Venezuela hiciera un viraje en su política marítima (…) inspirada en el conjunto de sus intereses legítimos y urgentes, además de su tradicional preocupación por la seguridad de sus rutas petroleras” (2004, p. 14). Al impulso de ese renovado interés por los temas relacionados con el mar, en los años sucesivos se produjeron hechos que van desde la creación de instituciones como el Instituto de Tecnología y Ciencias Marinas de la Universidad Simón Bolívar (1970), la publicación del primer volumen de la Carta pesquera de Venezuela, de Pablo Mandazén,  en 1972, y de la Primera evaluación de los recursos demersales del Golfo de Venezuela, por E. Racca y R. Griffiths, también en 1972, así como la declaratoria del Año de la Reafirmación Marítima de Venezuela, bajo el gobierno del presidente Rafael Caldera, en 1973.

Kaldone Nweihed

Durante el lapso de la Conferencia de Parque Central, el recordado comunicador Renny Ottolina, con el título de El planeta de agua, produjo una serie de programas televisivos semanales, difundidos por los canales del Estado (5 y 8), basados en entrevistas a personajes de relieve internacional relacionados con el mundo del mar. El extenso elenco incluyó al renombrado antropólogo y explorador noruego Thor Heyerdahl, al biólogo marino Fernando Cervigón y al antes citado Kaldone G. Nweihed, quien ya para la época era columnista del diario El Nacional (EN) y había publicado relevantes artículos como «¿Delimitar qué, con quién?» (EN, 02-10-72), «El mar de Venezuela» (EN, 12-12-73) y «No contaminarás» (EN, 20-01-74). Todas estas actividades contribuyeron a la divulgación de importantes conceptos, como aguas interiores, mar territorial, zona contigua, zona económica exclusiva, alta mar, plataforma continental, contaminación marina, etc.

El fenómeno comunicacional que significó Confemar III, también constituyó un considerable estímulo hacia el estudio y la investigación de los temas concernientes al mar, en sus diversas facetas. En el Instituto Pedagógico de Caracas, por ejemplo, contribuyó a la consolidación en el plan de estudios del Departamento de Ciencias de la Tierra, de tres exigentes asignaturas dedicadas a la esfera acuática del planeta: Hidrósfera I, Hidrósfera II y Seminario de Hidrósfera, cuyo desarrollo se basaba en clases teóricas, prácticas de laboratorio y trabajos de campo, actividades para las que siempre se contó, aunque limitados, con los recursos indispensables. Por otro lado, en el Departamento de Geografía e Historia de la misma institución, en 1976 y 1977 el doctor Kaldone G. Nweihed dictó, durante dos semestres y con evaluación, los cursos de extensión El Nuevo Derecho del Mar y Economía de los Recursos Marinos, ambos fundados en gran medida en los dos tomos de su obra La vigencia del mar (Equinoccio, 1973/1974).

Por cuanto es frecuentemente ignorado, recordaremos así mismo que, en aquellos cursos, al igual que en los de otras especialidades, también se hacía investigación, en algunos casos de primera línea, sobre todo cuando era efectuada por docentes que realizaban sus maestrías y doctorados en el marco del Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho. Citaremos como ejemplo la investigación llevada a cabo por la profesora Yolanda Barrientos Chacón (1986), docente por muchos años en el referido Departamento de Ciencias de la Tierra, como parte de sus estudios doctorales en Escocia, en los que, con técnicas de microscopía electrónica, logró describir un órgano, hasta entonces desconocido, presente en la fase larval de ciertos pequeños crustáceos marinos. En 1987 fuimos testigos, en un evento de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, de las encomiosas palabras que le dirigió a la doctora Barrientos Chacón, por su trabajo, el doctor Humberto Fernández Morán.

En sus obras, el profesor Nweihed destacaba las tres vertientes del mar: el mar puente, el mar puerto y el mar recurso, categorías actualmente amenazadas en lo tocante a sus funciones históricas, a escala global por el cambio climático y el aumento de las temperaturas marinas que conlleva, y a escalas locales, bajo la responsabilidad de los Estados ribereños, debido a la contaminación producida por los derrames de hidrocarburos y otros vertidos. Estas amenazas deberán arrostrarse en el complejo marco de la gestión de riesgos, a cuyos fines la Educación Ambiental constituye uno de los pilares fundamentales. Para tales propósitos, será invalorable el legado ético e intelectual dejado por todos esos venezolanos y venezolanas, quienes aportaron sus mejores talentos y esfuerzos, colocando en alto sitial el nombre de Venezuela, en el contexto marítimo mundial.


Barrientos, Y. & Laverack, M. (1986). «The larval crustacean dorsal organ and its relationship to the trilobite median tubercle». Lethaia, 19, 309-313.

Foghin-Pillin, S. (2021). «Venezuela ante el Derecho del Mar». Lex. Revista de Investigación en Ciencias Jurídicas, 4(11), 19-33.

Nweihed, K. G. (1974). «Venezuela’s Contribution to Law of the Sea». San Diego Law Review, 11(3), 603-633.

Nweihed, K. G. (2004). «La vigencia del mar».  Aula y Ambiente. Revista Ambiental. 4(7), 11-76.