OPINIÓN

Hace 20 años atrás y para atrás

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri

Hoy cuerpos de seguridad del Estado se enfrentan en público y a cualquier hora. Con muy poca o ninguna explicación del por qué. El Cicpc, de dilatada trayectoria y seriedad policial, es enfrentada por otra de la uniformada -y siempre enmascarada- FAES, a la cual se le achacan presuntas ejecuciones extrajudiciales desde su fundación y se asegura, además, es comandada por un militante colectivo.

Un colectivo y una concejal suplente en Barquisimeto, ambos identificados, amenazan al propio presidente encargado, al frente de violentos grupos oficialistas que atacan a tiros y acosan con brutalidad una manifestación opositora. El gobierno trata de hacerse el loco, pero algunos parecen saber de dónde vienen las órdenes.

El mundo democrático y libre se indigna, y advierte ante el ataque implacable, a la oposición, mientras los jefes en Venezuela discuten cuotas de poder, utilizan al delito, narcotráfico y contrabando como fuentes de financiamiento. Quizás se preocupe, pero nada hace para calmar a esa comunidad internacional que cada día los desprecia más y, aún peor, los observa como amenaza y peligro para la región.

Quizás muchos con más de 40 años recuerden cómo los castrenses eran respetados, se les veía como capaces de resolver cualquier problema que se presentara en el país; familias con muy raras excepciones sentían satisfacción cuando alguno de sus hijos optaba por la carrera militar, fuese en la Academia, o en cualquiera de las escuelas de formación técnica y profesional en los cuatro componentes. Eran profesiones de orgullo y confianza populares. Hoy eso ha cambiado triste y radicalmente, las mesnadas de 2020 fluctúan entre pasar hambre y necesidades en sus cuarteles, o exigir dinero y sumisión al pueblo en las calles. Hace 20 años eran reserva moral e intelectual; hoy son reprobados, rechazados, y hasta detestados. Un F-16 era sinónimo de inmodestia del poderío militar y defensa de la patria, hoy un Sukhoi es símbolo de opresión y sumisión humillante.

Hace 20 años los cuerpos policiales eran profesionales y eficientes, hoy se enfrentan entre sí y desconfían unos de otros.

Hace 20 años la gente discutía los problemas y se quejaba de la situación mientras comía; hoy discute y se queja, pero no le alcanza para comer ni comprar medicinas.

Hace 20 años ser maestro o profesor universitario era digno de vanidad respetable, además con dedicación vocacional, una carrera nunca bien pagada del todo, pero suficiente para hacer vida y desarrollar una familia, hoy maestros y profesores pasan hambre, necesidades a diario y por eso, ven en el exilio una oportunidad.

Hace 20 años Venezuela no solo era potencia, sino ejemplo y líder petrolero, hoy es asiento de ruinas, chatarra y petróleo que cuesta vender, aparte del que se regala o utiliza para ir pagando el dinero que se debe -derrochado o robado-.

Hace 20 años Venezuela era una democracia con dificultades que se discutían públicamente y sin miedo, hoy es una tiranía que usa la democracia como simple pretexto para engañar y tratar -cada día con menos éxito- de disimular su muerte.

Hace 20 años los venezolanos éramos viajeros quizás criticados y humorísticamente tomados, “ta’barato, dame dos”, ¿se acuerdan?, hoy somos migrantes vigilados, catalogados, reprimidos y receptores de limosnas.

Hace 20 años criticábamos a los grandes partidos, hoy ya no hay grandes partidos; están corrompidos y algunos convertidos en socios cómplices de la dictadura castrista venezolana.

Hace 20 años éramos una nación con dificultades, inconvenientes, aprietos; ahora somos solo un problema que hay que resolver. Una trágica vergüenza. Eso siempre duele y mucho. Demasiado, porque la solución necesaria nos golpeará a todos.

De país con problemas a problema de país en destrucción…

@ArmandoMartini