En nuestra lengua castellana los términos cata y degustación del vino suelen confundirse a pesar de que se trata de dos cosas distintas y de objetivos diferentes, que no significan conceptualmente lo mismo. La cata es un estricto análisis sensorial, mientras que la degustación es el acto de probar los vinos para complacer nuestros sentidos.
Vale la pena citar la definición Jean Ribéreau-Gayon y Emile Peynaud, fundadores de la cátedra de Enología de Burdeos, Francia: “Catar es gustar con atención el vino para apreciar su calidad, someterlo a nuestros sentidos, principalmente al gusto y al olfato, conocerlo buscando y expresando sus cualidades y defectos, estudiarlo, analizarlo, describirlo, juzgarlo y clasificarlo”.
Es una definición estricta que abarca el análisis sensorial del vino realizado por el enólogo, para tomar decisiones en cuanto a su elaboración, crianza y cuidado, en bodega. El catador es un profesional que ha desarrollado sus sentidos para detectar las cualidades y defectos del vino y registra sus apreciaciones de forma individual y en estricto silencio, requiriendo de la mayor concentración posible, para hacer juzgamientos del vino, cotidianos y especialmente en concursos. Se pueden catar varios vinos en cada sesión, sin ingerirlos, para evitar perder sensibilidad y objetividad en las decisiones. La cata se realiza a ciegas, es decir, teniendo la menor información posible sobre los vinos que analizamos, para evitar el efecto de sugestión.
Se puede hacer una cata menos estricta, dirigida al público, para orientar en el consumo del vino, sus propiedades, zonas, sus armonías con la gastronomía, y cultura general sobre un vino en particular.
Mientras que la degustación, es un evento que se realiza por placer, no se necesita ser un experto para efectuarla; se aprecian los vinos acompañados de ciertos canapés o abrebocas, para buscar el mejor equilibrio entre aromas y sabores. En ella, las botellas están a la vista y pueden compartirse opiniones sobre cepas, zonas y añadas. Se le da protagonismo al vino, enfocando los sentidos especialmente al que degustamos.
Para quienes se inician en el consumo del vino es preferible que disfruten primero de las degustaciones, por países, cepas, zonas y bodegas; para luego ingresar como aficionados al tema de la cata. Catar el vino no es fácil, aunque es deseable realizar previamente cursos específicos, hay que tener ciertas aptitudes; debemos catar muchos vinos, para conocerlos, observándolos, disfrutándolos y dejando que ellos mismos se expresen en toda su plenitud para así educar nuestros sentidos. Empecemos pronto porque la vida es muy corta y son muchísimos vinos.
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