Había un río en mi niñez
Y el río era quietud apacible
Quietud imperturbable
Y el río dormía en mí y el
rumor lejano de sus
aguas celestes se llevaba
consigo mis horas nocturnas
Fantásticas
Había un río en mi niñez
Y yo me abandonaba a sus
mareas diurnas y nocturnas
Y caminaba plácido y desaprensivo
sobre sus lentas olas de espesos
dulzores que viajaban inexorables
hacia la mar océano
Y el río de mi infancia subía
incesante y se trocaba cielo en mis
sueños insistentes y entonces yo
era el río mientras soñaba y subía
por entre las nubes crepusculares
Y una mano invisible dibujaba sobre
mi piel dúctil y mutable arabescos
Grafías ilegibles
Yo no comprendía el lenguaje del río
Porque no sentía necesidad de ello