En nuestro artículo anterior titulado “La fuerza del nuevo liderazgo político”, publicado en El Nacional el pasado 6 de febrero y posteriormente en el diario La Voz, analizamos la crisis del liderazgo en Venezuela.
Por una parte, expusimos el fracaso de las políticas públicas y el pésimo desempeño del gobierno que nos hundió en el abismo de esta espantosa crisis que padecemos. Destruyó el tejido social y aumentó las desigualdades. Por la otra parte, abordamos el tema de la oposición tradicional y de los dirigentes que no han sabido aprovechar el inmenso rechazo popular que ha tenido desde hace años la clase dominante gubernamental.
Al final de ese artículo, concluimos en tono optimista. Creemos firmemente en el futuro de Venezuela a pesar del desastre que vivimos hoy y la desesperanza de la gente. El futuro se vislumbra muy positivo si actuamos con sensatez y desprendimiento. La oposición tiene, de ahora en adelante, la oportunidad de rectificar y de aprender de los resultados de las elecciones regionales de noviembre de 2021 y de enero de 2022. Debe analizar la actuación de un nuevo liderazgo opositor que está surgiendo. Aprender de ese liderazgo para corregir los errores cometidos. Precisamente, sobre el nuevo liderazgo político y su impacto positivo en la oposición y en el país vamos a hablar en este artículo.
¿Cómo se manifiesta el rechazo a los partidos y a los políticos?
El liderazgo es un fenómeno social manifestado en todas las etapas de la historia de la humanidad. El liderazgo es indispensable en todas partes, pero es perentorio y apremiante en Venezuela. Nos referimos al liderazgo democrático que actúa como un motor de cambio y transformación, que tiene un profundo contenido ético y moral, capaz de ejercer una influencia positiva en el entorno que actúa.
El problema en Venezuela es la falta de ese liderazgo democrático que ocasiona el rechazo de la gente hacia los partidos y los políticos.
¿Cómo se explica esta reacción?
Por una parte, los venezolanos en general no aguantan tanta miseria generada por el mal desempeño del gobierno. No soportan la falta de institucionalidad que genera inseguridad y desconfianza en el ciudadano común y en los inversionistas. Sufren el odio que ha sido sembrado entre los venezolanos. Padecen la maniquea división que hace el gobierno al insistentemente catalogar como “patriotas” a sus adeptos, y “apátridas” y “traidores” a todos sus adversarios políticos. Rompiendo los vínculos de afecto y solidaridad que han sido tradicionales en la familia venezolana. Probablemente, esa es la peor crisis que padecemos porque es la que nos hace más difícil recomponernos como país democrático, solidario y tolerante.
Por la otra parte, cierta oposición ha actuado de manera parecida al gobierno. Ha venido descalificando el pueblo que vota por el oficialismo. Denigrando de los humildes venezolanos que son manipulados y, peor aún, controlados socialmente por el gobierno, y que no les queda otra alternativa que votar a cambio de comida. Esa oposición no ha sido capaz ni siquiera de acompañarlos en su desgracia. Tampoco ha sido muy consecuente con su propio electorado. Los han abandonado en ocasiones, al promover la abstención y estar dispuestos a entregarle al oficialismo sus propios espacios políticos conquistados. Pero lo más grave es que ha caído en el error de descalificar a los liderazgos de oposición que surgen desde su propio seno, simplemente porque no se someten a la disciplina partidista que obliga a asumir estrategias que después se ha comprobado resultaron equivocadas. Dice el dicho que ¡el que le pega a su familia se arruina!
¿Cuáles han sido las consecuencias?
Este tipo de comportamiento del liderazgo político siempre ha generado consecuencias en todo el mundo, y especialmente en Venezuela. El rechazo a los partidos y a los políticos ha traído rupturas en el balance de poder. Históricamente, las crisis suelen llevarse por delante a partidos y políticos que no son capaces de responder a las necesidades y anhelos de la ciudadanía. Por ejemplo, en 1998, con el ascenso de Chávez al poder, que trajo las consecuencias por todos conocidas.
Hoy, de nuevo, la mayoría rechaza a los partidos que se crearon a comienzos del siglo y a algunos de sus dirigentes. Quizás por eso, los partidos están demodé. La juventud ni siquiera se interesa en ellos. Se rechaza el caudillismo, las peleas internas en los partidos, la imposición, el ego de los dirigentes, el abandono a la gente, las estrategias fracasadas, la falta de ética y de moral, la incoherencia, y a los políticos que privilegian sus intereses personales y particulares.
Ese rechazo consiste en no admitir lo que los partidos y políticos representan, sus argumentos, lo que proponen u ofrecen. Se manifiesta en desaire y desdén. Incluso, en el desprecio del electorado. Hoy día, para la mayoría de los electores, las palabras “partido” o “político” en general significan lo que inconscientemente reflejan sus reacciones a las emociones asociadas a ese rechazo y desprecio, que sienten y manifiestan con su no participación en la política militante y su reiterada abstención a votar.
El rechazo de los partidos, tal como indicamos en nuestro artículo anterior, fue medido en una encuesta realizada por Datincorp antes de las elecciones del 21 de noviembre de 2021. Sus resultados mostraron que 43,8% de los entrevistados opinaba que los partidos políticos en Venezuela «deben desaparecer y dar paso a nuevas organizaciones políticas», y 29,9% señalaba que “«deben transformarse por completo porque no sirven». Es decir, el rechazo a los partidos, de acuerdo con esa encuesta, es en total 73,7%.
Por otra parte, el rechazo a los políticos es mayor. Fue medido en una encuesta realizada por Datanálisis en agosto de 2021. Sus resultados mostraron altos porcentajes de rechazo, que preferimos no publicar en este artículo. Nuestra intención al presentar este análisis no es censurar a los políticos, sino promover una rectificación de las conductas y de las estrategias de nuestra oposición, e incluso del propio gobierno, que han llevado al estado de desesperanza que vivimos un amplio sector del electorado venezolano,
¿Es posible desarrollar un nuevo liderazgo político y qué barreras hay que superar?
Sin embargo, aunque la mayoría de los electores rechazan a los partidos, y aún más a los políticos, en el fondo de sus corazones esos electores anhelan el surgimiento de un nuevo liderazgo. Por supuesto, distinto al que rechazan en este momento. Para que funcione la democracia, se recupere la economía, se restaure la justicia, se aminoren las desigualdades sociales y podamos vivir en paz, es indispensable contar con partidos y políticos esclarecidos que sean motores de cambio y transformación. Con un profundo contenido ético y moral, capaces de ejercer una influencia positiva en Venezuela.
Esta crisis ha generado un vacío. Un espacio político vacante que ofrece hoy día la oportunidad a un nuevo liderazgo político en Venezuela, que sea capaz de llenarlo. Un liderazgo que emocione a los electores, con su actitud, empatía, constancia, sensibilidad, solidaridad y buen desempeño.
Hay señales que indican el surgimiento de un nuevo liderazgo opositor que podría encajar en los anhelos del elector venezolano que rechaza a los partidos y a los políticos. Este nuevo liderazgo fue iniciado por siete jóvenes políticos opositores que dieron un paso al frente en 2017. Cuatro de ellos, en los cuatro municipios metropolitanos del estado Miranda (Baruta, Chacao, El Hatillo y Los Salias). Uno, en un municipio del estado Nueva Esparta (Maneiro). Y otro, en un municipio del estado Anzoátegui (Diego Bautista Urbaneja). Todos ellos, junto a un líder que no tenía cargo político y no podía aspirar a tenerlo, porque había sido inhabilitado por el gobierno para optar a posiciones de representación popular.
Los seis jóvenes políticos no inhabilitados se lanzaron como candidatos en las elecciones de alcaldes de 2017. Rechazaron la línea política de no votar en las elecciones municipales. Decidieron presentarse porque consideraban un desatino entregar graciosamente al oficialismo los espacios políticos que siempre fueron opositores. Se presentaron ante el electorado y ganaron. Con un mensaje profundamente democrático, que invitaba a votar como instrumento de cambio político. Interpretando correctamente la coyuntura y adoptando la estrategia que las recientes elecciones demostraron es la más acertada.
Los seis alcaldes se concentraron por cuatro años en hacer buenas gestiones de gobierno. A pesar de que, cada uno de ellos, ejerció sus funciones en los momentos más difíciles de la historia de su municipio. Gobernaron contando con apenas 5% del monto del presupuesto que disponían los alcaldes anteriores. Sin duda, han sido las más exitosas gestiones de gobierno conocidas hasta ahora en esos municipios. Reconocidas por los vecinos al reelegirlos a todos ellos, en las elecciones de noviembre de 2021, y aumentado el porcentaje de votación que obtuvieron cuando fueron elegidos por primera vez.
En las recientes elecciones regionales se presentaron con un partido de apenas dos meses de creado, Fuerza Vecinal (FV). Obtuvieron un resultado electoral inédito. Cerca de 500.000 votos, en todo el país.
Tuvieron una destacada actuación en las elecciones para la Gobernación de Miranda. Aunque no ganaron, obtuvieron 342.000 votos y se convirtieron en la primera fuerza de oposición del estado. Además, de las 4 alcaldías metropolitanas, ganaron en 2 municipios: Carrizal y Zamora (Guatire). Alcaldías que la oposición logró arrebatarle al oficialismo. En Zamora, nunca había ganado un líder opositor. Con esto, FV rompió con 21 años de control del chavismo sobre esa jurisdicción. En el municipio Guaicaipuro el CNE adjudicó el triunfo al oficialismo por tan solo una diferencia de 389 votos. Ese resultado ha sido impugnado. Lo más destacado fue que FV apoyó como candidatos a líderes sociales de arraigo popular en cada localidad. Sin importar su procedencia política. FV logró un total de 5 legisladores al Consejo Legislativo de Miranda (la única representación opositora). Más de 35 concejales principales, obteniendo representación en 18 de los 21 municipios del estado, así como en municipios donde no se habían obtenido concejales de oposición en más de una década, como es el municipio Paz Castillo donde lograron 2 concejales principales.
En el estado Nueva Esparta, FV fue el partido más votado en la elección del gobernador, que fue electo en una alianza de partidos que no incluía a la MUD. Ganó en los municipios Porlamar, Gómez y Maneiro, en este último con 62% de los votos.
Los líderes nacionales de FV ahora son muchos más de los siete fundadores. De acuerdo con sus estatutos, incluyen a todos sus alcaldes, rompiendo con la tradición de los partidos que adoptan una estructura piramidal, en la cual las decisiones son tomadas por un cogollo. Han interpretado correctamente la coyuntura que rechaza a los partidos y a los políticos. Han tenido la genial idea de reivindicar el liderazgo vecinal. Privilegiando lo micro a lo macro. Sin descuidar los grandes programas, pero construyendo propuestas centradas en la vida cotidiana y en los intereses pequeños. Solucionando los problemas de la gente común. Del vecino. El que está más cerca.
Los líderes de FV deben ser prudentes y mantenerse humildes por el éxito obtenido. Su misión no es ser hegemónicos, sino amplios. Tal como lo han venido pregonando. Promotores del diálogo entre todos los sectores de la sociedad venezolana. No apartarse del camino democrático. Prepararse para ser los abanderados de la unidad.
Venezuela necesita de una reconciliación nacional que incluya a todos, sin distingos de ningún tipo. Esperamos que la Fuerza Vecinal cumpla y no defraude a sus electores y de verdad se convierta en los abanderados del nuevo liderazgo político.
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