A lo largo de nuestra historia contemporánea (con la” aparición” del petróleo, como recurso aprovechable) las iniciativas programáticas y todo cuanto se decidía emprender para el desarrollo de la nación, quedaba sujeto y condicionado a los ingresos dinerarios (divisas de todo tipo contante y sonante), como resultado del proceso de mono exportación de tal elemento fósil que prodigó la naturaleza.
Nos llegamos a escorar, prácticamente, de ese único factor como renta. Dicho de otro modo, fuimos tan “estúpidos e incapaces como país” que recostamos la economía de Venezuela absoluta e ilimitadamente de los proventos petroleros. Todo lo demás quedaba a las orillas y marginados.
Hoy estamos pagando con creces (y con cruces) la vergonzosa situación en la cual nos encontramos.
Recordemos cuando pronunciábamos, con orgullo, por todas partes “el petróleo es de Venezuela”, ahora exclamamos “Venezuela era del petróleo”.
El petróleo, como importante factor productivo en Venezuela, irrumpe a partir de 1875.
Un hecho fortuito devela para la posteridad nuestro posible destino: luego de un terrible terremoto comienza a manar petróleo en grandes cantidades por una de las grietas producidas por el movimiento telúrico en la hacienda La Alquitrana del estado Táchira. Allí se instalaron extraños equipos de perforación. Todo un espectáculo para los pobladores de la región, quienes se acercaban para ver lo que estaba sucediendo. Hoy, a estas alturas del siglo XXI, todavía ese accidente geológico no lo hemos podido dominar o administrar con decencia e idoneidad.
La perplejidad nos sigue subsumiendo; esta vez no por el rebrote sino por la ineptitud e indolencia.
El año pasado y en los dos primeros meses de 2020, hasta donde pudimos asistir; en nuestro recorrido por las universidades venezolanas y por algunas instituciones públicas y privadas para atender algunas invitaciones académicas, cuyo tema estriba sobre la Guayana Esequiba; se nos pide una opinión objetiva, en cuanto a cómo es eso que Guyana nos puede llegar a superar como explorador, explotador y comercializador de petróleo.
Cómo es eso que Guyana pueda llegar tener un crecimiento vertiginoso de su producto interno bruto (PIB), en los próximos meses.
Las respuestas a tales interrogantes las hemos dado directas y contundentes: Guyana se ha burlado de Venezuela, de muchas maneras.
Guyana ha irrespetado el contenido esencial del Acuerdo de Ginebra de 1966, que limita a las partes en la contención litigiosa, por la zona en reclamación, explotar los recursos que en esa área se encuentran, hasta que haya un arreglo amistoso, práctico y satisfactorio.
No nos cansaremos de denunciar, siempre con mayor insistencia, que hay un enjambre de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-Mobil, la cual fija los procedimientos en el área para la Shell holandesa, diseña los planes para la CGX estadounidense, establece las cuotas de explotación a la Anadarko canadiense, a la CNOON china; en fin, se conoce que sobrepasan de 52 compañías que allí se instalaron, procedentes de muchos países que se dicen amigos de Venezuela; incluso algunas naciones que hemos estado apoyando a través de Petrocaribe.
Están aprovechando, como mejor les plazca, los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general, en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios en la proyección atlántica nuestra.
El Fondo Monetario Internacional sigue estimando que Guyana cerrará 2020 con un crecimiento de su PIB por el orden de 86%. Incluso, se especula que sobrepasará en 14% a la misma China, en su incremento de riquezas.
La probabilidad, de la cual se hablaba a finales del año pasado, ya es una triste realidad para nosotros: en este momento, las “exportaciones petroleras de Guyana” (¿?) superan el millón de barriles diarios. Además, los analistas añaden que la excolonia británica puede llegar a ser el país con el mayor caudal financiero líquido disponible y de ingreso per-cápita. Podría llegar a ser el país, en el mundo, con el mayor número de barriles de petróleo por habitante.
Guyana está esperando la traumática definición de los resultados de unas elecciones tramposas del 2 de marzo, para definir si solicitan su incorporación a la OPEP o quedarse como agente independiente, tipo Rusia, Estados Unidos o México con la finalidad de negociar precios, cuotas y realizaciones en el mercado internacional. ¡Increíble!
Decimos increíble, porque esos incalculables recursos nunca han sido ni británicos ni guyaneses. Tenemos una reclamación centenaria que ahora se dirime en la Corte Internacional de Justicia. Poseemos suficientes elementos probatorios para exponer y alegar que la Guayana Esequiba es nuestra jurídica, cartográfica e históricamente.
Ha habido una ocupación abusiva de las transnacionales, a partir de concesiones fraudulentas e ilegales que recibieron de los gobiernos guyaneses. Entregas impregnadas de añagaza económica. Guyana no es un país petrolero. Esos recursos no le pertenecen.