Intuimos que el régimen venezolano asumirá una enérgica, frontal y decidida posición ante el desmedido abuso del gobierno de Guyana, por haber incluido en su mapa oficial al Esequibo, territorio en reclamación que hasta la presente fecha se mantiene vigente.

Este insólito hecho perpetrado por la otrora excolonia británica pone de relieve su pretensión de hacer suya unilateralmente la vasta región comprendida de 159.542 kilómetros cuadrados, ricos en recursos naturales, minerales y petrolíferos, desconociendo de esta manera la disputa que de manera oficial se viene efectuando desde el año 1841, sobre este vasto territorio fronterizo entre Venezuela y Guyana.

El origen de la discusión sobre la soberanía del territorio del Esequibo se remonta a la época de las colonias. En un principio estuvo controlado por los españoles. Posteriormente, formó parte de la Capitanía General de Venezuela, cuando esta fue fundada en 1777; y más tarde fue integrada a la nueva República de Venezuela a partir de 1811 por un breve periodo de tiempo.

Cuando Venezuela se independizó definitivamente de la Gran Colombia en 1830, su frontera en el este quedó definida por el río Esequibo. Sin embargo, en 1814 los neerlandeses entregaron a Gran Bretaña los derechos sobre las actuales Guyana y Surinam, sin que quedara claro cuál era la frontera occidental de este territorio.

Por ello, en 1840 los británicos designaron al explorador Robert Schomburgk para que la trazara. Es en este momento en donde comienza la actual disputa territorial. Poco después del comienzo de la exploración se dio a conocer la llamada «línea Schomburgk», un polémico trazado que reclamaba cerca de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales al oeste del río Esequibo, dentro del territorio que Venezuela reconocía como suyo.

De tal manera que en 1841 Venezuela buscó el respaldo de Estados Unidos para denunciar la incursión de los británicos en su territorio. Con ello, los estadounidenses decidieron intervenir en 1895 en la disputa fronteriza bajo la Doctrina Monroe, que reclamaba una «América para los americanos».

Tras la decisión de Estados Unidos, el Imperio británico aceptó en 1897 la creación de un tratado para someter el litigio a un arbitraje internacional. La intención de Venezuela era reclamar el territorio como suyo a partir del uti possidetis iuris, un principio del Derecho Internacional que garantiza a los Estados poder administrar territorios que históricamente les pertenecen.

El argumento de Venezuela se basaba en la inclusión de este territorio bajo la soberanía de la Capitanía General de Venezuela en 1777. Sin embargo, el conocido como Laudo Arbitral de París de 1899 se resolvió a favor de Gran Bretaña y se estableció la «línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios.

Pero en 1949, el supuesto hallazgo de unos papeles que comprometían la imparcialidad del jurista ruso Friedrich Martens en el juicio llevaron a Caracas a denunciar el fallo ante la ONU. En 1966, Venezuela y Reino Unido firmaron el pacto conocido como Acuerdo de Ginebra, por el que se comprometían a encontrar una solución pactada para la disputa.

Sin embargo, la independencia de Guyana tres meses después dejó el documento en el limbo. Venezuela no acepta la decisión de 1899 y Guyana, por su parte, se niega a otra decisión que no sea esta. El pacto de 1966 contempla que, de no haber solución pactada, el secretario general de la ONU debe encontrar otros mecanismos de solución. Pero hasta ahora no ha sido posible.

Ante el reclamo venezolano en 2015, Guyana decidió llevar el asunto a la Corte Internacional de Justicia, es entonces cuando en julio de 2018, se declaró competente en el asunto. Sin embargo, la principal postura de Guyana sigue siendo la de respetar la decisión de 1899, como señalan las palabras del expresidente de Guyana Carl Barrington Greenidge, en una entrevista para BBC Mundo en 2017.

El mandatario guyanés agregó en aquel entonces: «Ellos recibieron la boca del río Orinoco y acordaron, como parte del Tratado de Washington de 1897, aceptar la decisión del tribunal de arbitraje como final y definitiva. Por lo tanto, en lo que a nosotros respecta, ese reclamo acabó en ese momento: Venezuela recibió territorio, Guyana recibió territorio y el tratado operó sin problemas por 63 años».

La intransigente posición de Guyana obedece entre otros motivos a que la Comisión de Geología y Minas de ese país admite que desde 2005 la producción de oro es la principal generadora de ingresos externos de ese país, que explota al menos seis yacimientos en la zona en reclamación, donde también extraen bauxita y diamantes. El documento oficial (nre.gov.gy) indica que en 2012 las petroleras Shell, Esso, Repsol y CGX realizaron exploraciones fallidas en aguas profundas, y se reanudaron las labores de exploración de la Exxon Mobil en la fachada Atlántica de Delta Amacuro. En mayo de 2015 la compañía descubrió un yacimiento de petróleo económicamente viable, punto de partida para que Guyana asumiera la actual posición en el litigio sobre el Esequibo.

La guinda la puso Chávez

Luego del golpe de Estado de 2002 y a las puertas de enfrentar un revocatorio, en febrero de 2004 Chávez viajó a Guyana en visita oficial, y allá declaró que «el gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área».

A esa frase se agregó una más grave: «El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países». No hay que olvidar que en 2005 nació Petrocaribe, con Guyana como miembro.

La razón del cambio de postura tendría una raíz ideológica y habría estado tutelada por Cuba, que desde 1981 reconoce como guyanés todo el territorio Esequibo. En aquel año, La Habana dijo que el reclamo venezolano era «expansionista».

«¡La culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote!».

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