OPINIÓN

Guyana carece de títulos históricos y jurídicos en el Esequibo

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

Las excepciones preliminares introducidas por Venezuela ponen sobre la mesa las dudas razonables para pensar que hay una conspiración contra Venezuela

Hoy la patria ―y digo la patria porque  su significado es más profundo, va más allá del de país―  enfrenta una amenaza más grave que la pérdida de la primera república, porque en aquel momento teníamos la esperanza de Simón Bolívar. Hoy las amenazas nos vienen por los cuatro costados y la pérdida del Esequibo es más grave que el bloque de las potencias imperiales en 1902

En el marco multilateral, el Ius Gentium estipula tres convenios que enmarcan la reclamación la Convención de La Haya para la Resolución Pacífica de Controversias Internacionales del 29 de julio 1899; la Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbítrales Extranjeras (CNY58); y la Convención de Viena de los Tratados de 1980

Así mismo, dentro del multilateralismo regional y las Naciones Unidas, Venezuela interviene para denunciar el tema del Esequibo y de la usurpación inglesa. Durante la IX Conferencia Panamericana (30 de marzo-2 de mayo de 1948), Rómulo Betancourt y Andrés Eloy Blanco denuncian por primera vez en un foro internacional el despojo del que fuimos víctimas por los ingleses; cuatro años después, 1° de marzo de 1954, en la X Conferencia Interamericana, la dictadura perezjimenista ratificó su posición de mantener vivo en los foros regionales la cuestión del Esequibo. Posteriormente a la caída de la dictadura, el embajador ante las Naciones Unidas, el Dr. Carlos Sosa Rodríguez, en la primavera de 1962 hace una intervención en la Comisión de Política Especial, poniendo sobre la mesa el tema de Guyana . Ese mismo año, durante el XVII período de sesiones de la Asamblea General, el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Marcos Falcón Briceño[1], inscribe para el debate general el tema del Esequibo: Como resultado de la campaña desplegada por Venezuela, Gran Bretaña se ve en la necesidad de firmar el Acuerdo de Ginebra el 17 febrero de 1966.

La actuación internacional tiene un propósito muy específico. Demostrar que históricamente, desde el mismo momento del fallo del Laudo de 1899, los diferentes gobiernos lo han rechazado y denunciado como írrito y nulo. Venezuela posee la cadena histórica con los títulos soberanos, desde las Bulas Alejandrinas en 1492, la Paz de Westfalia y Münster en 1648; Tratados de Madrid de 1670, Tratados de La Haya de 1673; Windsor de 1680 y el Tratado de Utrecht de 1713, mediante los cuales se acordaba, entre España, Inglaterra y Holanda, eliminar en todos estos acuerdos los elementos que pudieran perturbar los arreglos entre las partes. Inglaterra, en cambio, no posee título histórico sobre Guyana ni por descubrimiento, ni asentamiento, conquista, ocupación, tratado, prescripción o abandono del anterior descubridor, establecimiento, usucapión o tratado.

Está suficientemente comprobado que el Tratado de Washington de 1897 y el Laudo de París fueron una componenda organizada por el profesor Federico de Martens. En esta oportunidad, 133 años después, nos encontramos ante unos hechos altamente sospechosos y controversiales, a partir de la recomendación del exsecretario de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, de su sucesor Guterres, quienes conociendo que Venezuela no reconoce la jurisdicción de la CIJ, se “autoviolaron” desconociendo sus propias normas y reglamentos establecidos en el artículo IV del Acuerdo de Ginebra, el artículo 33 de la Carta de la ONU  y el Estatuto de la CIJ en cuanto a las disposición de reconocimiento de su jurisdicción.

La Corte, en una decisión dividida, manifestó tener jurisdicción en la demanda introducida por la ex colonia británica. Ahora deberá decidir sobre el recurso interpuesto por Venezuela, en caso de desecharlo, su decisión nos retraería al Tratado de Washington, generando las suficientes dudas razonables para pensar que hay una nueva conspiración contra Venezuela. En cuyo caso deberemos esta preparados para enfrentar una batalla política, legal y diplomática con la ex colonia inglesa, la Corte y las transnacionales.