En los actuales momentos, cuando se ha derivado una gran ofensiva militar israelí contra las fuerzas de Hezbolá en el Líbano que se inició con el operativo de inteligencia que sembró miles de microbombas en aparatos electrónicos de comunicación (beeper y walkie-talkie), que explotaron al mismo tiempo para hacer colapsar sus redes de comunicación interna, continuando con la destrucción selectiva de las casas y galpones civiles, donde esconde municiones y lanzaderas de cohetes a manos de la aviación israelí, podría preguntarse el lector qué tiene que ver Venezuela en esta situación.
La respuesta es simple, tiene relación con el número de personas descendientes de emigrantes libaneses, así como la relación política con Hezbolá y su principal patrocinador y aliado, como es el caso de la República Islámica de Irán.
De la misma forma que la Guerra en Gaza, ha tenido un efecto notable en Chile donde habitan más de 500.000 palestinos, siendo la comunidad más grande de dicho pueblo en un país occidental, con la buena suerte de que no se han producido ataques contra instituciones, empresas ni ciudadanos israelíes, lo que sin duda hubiera generado la respuesta violenta y contundente del Mossad (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales del estado de Israel), sumado a protestas antijudías enormes, generando complicaciones políticas y judiciales como las ocurridas en Argentina en otras épocas, cuyas implicaciones diplomáticas, pudieran explicar el porqué de la falta de represalias israelíes contra los operadores iraníes y los políticos y jueces que encubrieron estos enormes atentados terroristas en América del Sur…
(Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_a_la_AMIA y https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_a_la_embajada_de_Israel_en_Argentina ).
Tales situaciones de paciencia estratégica y contención política, no pueden ser esperadas de un gobierno agresivo en política exterior, como el actual gobierno de Benjamín Netanyahu y en plena guerra existencial no declarada contra la República Islámica de Irán y sus aliados “proxys” del Medio Oriente.
Las declaraciones del presidente Nicolás Maduro a sus partidarios en el PSUV y funcionarios de no aceptar regalos electrónicos en la próxima Navidad 2024 (ver: https://www.ambito.com/mundo/tras-ataques-el-libano-nicolas-maduro-pidio-no-aceptar-equipos-electronicos-como-regalos-navidad-n6062289 ) no es para nada una reacción exagerada a lo acontecido en el Líbano, sino una manifestación muy responsable, pues demuestra conocer la opinión negativa y el odio controlado, de las autoridades israelíes hacia su gobierno por la cruzada sostenida desde hace muchos años por los gobiernos de Venezuela contra todas las políticas israelíes, alegando la defensa de los derechos del pueblo de Palestina con un empecinamiento y empeño que ni siquiera muchos gobiernos árabes o musulmanes tienen hacia Israel, buscando por todos los medios organizar y motorizar dichas actitudes en toda Latinoamérica.
Lo cierto del caso es que el tamaño de las comunidades libanesas en Venezuela es muy grande, con cálculos que van de 126.000 a 500.000 ciudadanos, ocupando puestos de responsabilidades comerciales y políticas muy importantes en la actualidad, quienes tienen enormes preocupaciones familiares y económicas por esta ampliación de la guerra, debido a sus lazos de sangre e inversiones en dicho país.
A esto se suma que la organización Hezbolá no se considera un movimiento terrorista en los países que enfrentan a Estados Unidos en la arena internacional como Nicaragua, Cuba y por supuesto Venezuela, por lo cual se añade otro motivo abierto de hostilidad, que puede generar graves problemas a futuro, en forma de sanciones financieras punitivas.
Una guerra total en el Líbano, como prolongación de la Guerra de Gaza, es para el gobierno israelí la oportunidad de eliminar simultáneamente las principales herramientas operativas de Irán, como son Hezbolá y Hamás, ya casi totalmente destruida, destruyendo 35 años de enormes inversiones de recursos financieros y humanos para levantar estos órganos militares para enfrentar a Israel, lo cual reduciría enormemente su influencia regional y en última instancia pudiera llevar a una guerra total entre Israel e Irán, donde se desplegarían todos los medios de destrucción masivos conocidos, excepto los atómicos, biológicos y químicos (guerra ABQ), ya que nadie duda que de usarse medios químicos y biológicos en misiles iraníes, la aviación israelí respondería con armas atómicas.
Esta demás decir, que dicha guerra global, iría acompañada de ataques y operaciones especiales de las agencias de inteligencia de los países afectados en todo el mundo, con relación a sus personeros y empresas a nivel mundial, lo que afectaría desde embajadas a supermercados, empresas comerciales, fundaciones benéficas, escuelas y universidades, iglesias y mezquitas, por lo cual los países de la comunidad internacional a la vista de las demostraciones evidentes de utilizar cualquier medio a disposición, sea civil o militar para alcanzar sus objetivos o fines, se convierte en un enorme problema de seguridad interna en Latinoamérica y muy especialmente en Venezuela.
Recordemos que nuestro país es desde hace muchos años el principal aliado gubernamental en lo político, económico y militar del gobierno de Irán en el Hemisferio Occidental y por ello no sería difícil que el gobierno actual, pueda terminar siendo acusado, sin importar su participación o no, de cuanta situación irregular ocurra contra intereses o ciudadanos israelíes en el continente americano.
La eliminación selectiva de las cúpulas militares y políticas de sus enemigos, en el cercano Oriente, son una indicación conclusiva de que el gobierno de Netanyahu, no tiene limitaciones morales para pasar a realizar estas acciones en otras latitudes, si considera que sus intereses estratégicos de seguridad nacional lo ameritan.
El presente escrito no tiene por finalidad generar estados de paranoia colectivas sobre peligros muy reales, que ya dejaron de ser del campo de la ficción, como demuestran las instrucciones dadas por el mismo presidente maduro a sus seguidores, sino la búsqueda concreta de un dialogo político con los actores involucrados, ósea los gobiernos de Israel e Irán para que se garantice la necesaria e indispensable neutralidad del territorio nacional en este tipo de conflicto global.
Lamentablemente, no existe una representación diplomática del Estado de Israel en Venezuela desde hace muchos años y no se puede discutir sobre el terreno protocolos políticos y de seguridad para las poblaciones de origen judío o la representación comercial y política de Irán, de forma tal que se evite todo tipo de actividad irregular de sabotaje, asesinato o espionaje en caso de esta lamentable realidad, que se va concretando cada vez más, en la medida que la Guerra en el Líbano, aumente de intensidad.
Esperemos que se tomen todas las medidas políticas preventivas, más allá de no recibir regalos electrónicos en Navidad y se saque al país de este esquema de enfrentamiento político global…
Amén.