OPINIÓN

Guerra del Golfo (30 años después): lecciones para Venezuela 

por Daniel Arias Alfonzo Daniel Arias Alfonzo

El pasado 28 de febrero se cumplieron 30 años del fin de la última guerra mediática del siglo XX y que dejó bien en claro las diferencias económicas y tecnológicas entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, cuando deciden chocar en forma militar para resolver sus diferencias, lo cual es útil recordar hoy por la continua exhortación belicista que se manifiesta hacia las repúblicas de Guyana, Colombia y Brasil, a través de amenazas de guerra que se expresan de maneras sutiles y formales como las legítimas maniobras militares en territorio nacional fronterizo y otras veces en formas no tan sutiles, a través de declaraciones contundentes de voceros competentes de la representación nacional en materia militar.

Entre los asuntos que conviene recordar de aquella época, que son auténticas lecciones históricas de geopolítica están las siguientes:

Si el Estado de Kuwait era o no un territorio iraquí es un asunto político e histórico, que no podía ocultar el problema de que la invasión iraquí rompía la seguridad de todas las monarquías árabes del Golfo Pérsico y por su importancia petrolera, se hizo inevitable la alianza de 34 naciones que participaron contra Irak en dicho conflicto. En el caso de Venezuela hoy, una intervención militaren Guyana, sería una declaración de guerra contra la mancomunidad Británica de naciones (Commonwealth of Nations),integrada por 54 países con una superficie de 31,5 millones de kilómetros cuadrados y 2,5 millardo de habitantes, sin contar que los intereses petroleros de la Exxon Mobil, más las diferencias políticas con la administración de Joe Biden, harían imposible evitar la participación militar estadounidense. En el caso de una confrontación contra Colombia o Brasil, es difícil imaginar que no se reproduzca una Triple alianza militar entre Estados Unidos; Brasil y Colombia en cualquiera de los 2 escenarios planteados.

Saddam Hussein pensó que tener un ejército de 545.000 soldados, 4.500 blindados y 700 aviones de combate de lo más moderno del arsenal soviético de la época, además de unas fuerzas armadas muy experimentadas por los largos años de guerra con la República Islámica de Irán, eran suficientes para trabar cualquier desafío militar e infligir daños insoportables a cualquier enemigo con su arsenal de cohetes y armas biológicas y químicas disponibles en aquel momento. La cruda realidad es que los aliados movieron un ejército de 959.600 hombres, 2.000 carros de combate y una flota de 100 barcos de guerra entre los que había 6 portaaviones, además de un impresionante despliegue aéreo de al menos 1.800 aviones. Este esfuerzo es más destacable si recordamos que dichas tropas se internaron directamente en los desiertos (creando campamentos y prácticamente ciudades con todos los servicios de la nada), para evitar que en las ciudades saudíes, la población local pudieran ver tropas no musulmanas y especialmente mujeres soldadas, lo que hubiese contradicho por completo sus dogmas sobre el papel de la mujer en Arabia Saudita.

En el caso de Venezuela, aceptando los datos del gobierno nacional de tener más de 4 millones de milicianos entrenados y equipados, más de 200 tanques, cerca de 100 aviones de todo tipo (40 de ellos Sukhoi y F-16), es difícil imaginar cómo un país con los problemas financieros y logísticos de hoy día va a movilizar una economía de guerra, con todas las escaseces de la vida cotidiana y el cierre de las fronteras que implicaría un conflicto militar abierto; por otro lado, la imperiosa necesidad de crear un sistema de racionamiento alimenticio para la población no puede tener las limitaciones de los CLAP,  que funcionan una vez al mes y a veces bimestral y hasta trimestral, según algunas comunidades, lo que en tiempos de guerra, implicaría la inanición de la población civil o tal vez incluso de centenares de miles de milicianos entrenados, que fallecerían sin pelear como los  20.000 soldados egipcios que murieron de sed en la guerra de los seis días, entre otros casos trágicos que registra la historia…

Pensar en las potencialidades de una guerra popular indefinida, con claros matices ideológicos como los partisanos soviéticos, que aterre a los adversarios con un número insoportable de bajas, es una estrategia limitada desde la Segunda Guerra Mundial por los avances tecnológicos,  como se evidenció en el Imperio del Japón, rendido con bombardeos estratégicos y armas nucleares, después  en la guerra de Corea (1950-1953), donde 20% de la población civil de Corea del Norte fue aniquilada por bombardeos aliados, mientras que en la guerra de Vietnam se esconde el hecho de que no fue una guerra de guerrillas, como suele presentarse en las películas,  sino el esfuerzo heroico y total del pueblo de Vietnam del norte que tenía el suministro ilimitado de armas de la Unión Soviética y la República Popular china para compensar con vidas humanas las pérdidas de los bombardeos aéreos y que afortunadamente la presión política interna estadounidense impidió el plan de bombardeo de las represas del Delta del río Rojo que hubiese causado 10 millones de damnificados y 1 millón de ahogados. En el caso de la Guerra del Golfo, las fuerzas iraquíes habían creado un vasta red de trincheras e instalaciones subterráneas y un amplio dispositivo de repliegue estratégico por autopista desde Kuwait hasta Irak, con el trágico desenlace de miles que los aliados le consiguieron la solución militar, enterrando vivos a miles de soldados en las trincheras (actividad muy oculta por la censura militar) y destruyendo a grandes contingentes de las fuerzas iraquíes que intentaron volver a su país por vía terrestre para defender Bagdad de las fuerzas aerotransportadas estadounidenses, que invadieron directamente el país por vía aérea, causando lo que se conocería como la “Autopista de la Muerte” (lo que no pudo ocultar la censura, causando profunda indignación en el mundo árabe).

Hoy, cuando satélites y drones han alcanzado su madurez operativa y más bien se espera la incorporación de armas autónomas al campo de batalla, es difícil imaginar qué visión estratégica del campo de batalla contra Estados Unidos y sus aliados se visualiza desde Miraflores, con la utilización de millones de milicianos enfrentando a paramilitares, contratistas, soldados regulares y armas de última tecnología, sin el apoyo logístico de ningún vecino, como si tuvieron Corea del Norte y Vietnam del Norte, en todo caso, no es tema de este articulo analizar el “Método Táctico de Resistencia Revolucionaria” que es el eje central de la estrategia militar de Venezuela en este hipotético conflicto (https://konzapata.com/noticia/70581/acertijo/reportaje-de-sputnik-y-la-invasin-militar:-el-mtodo-tctico-de-resistencia-revolucionaria-busca-ensear-a-los-venezolanos-que-no-pueden-pelear-solos-sino-que-deben-formar-una-masa-con-conciencia-que-acte-como-una-gran-maquinaria..html).

Otra diferencia fundamental en este campo es el aspecto político del mismo, en caso de confrontación militar, pues Saddam Hussein entendía que su supervivencia política era indispensable para hacer contrapeso al gobierno de Irán, lo que detuvo a las tropas francesas de la 5° división acorazada y estadounidenses de la 101º Aerotransportada a las puertas de Bagdad, mientras que en el caso de Venezuela, es difícil imaginar algún país que en caso de derrota militar, justifique mantener a la actual administración en el poder para conservar la cohesión nacional con excepción de Cuba, que tiene intereses existenciales en el gobierno de Nicolás Maduro, por lo cual es injustificable la escalada de amenazas militares de orden verbal y físico que se realizan desde el país, contra vecinos económicamente y militarmente mas fuertes si se activan en grupo contra nuestro país.

En todo caso, es decisión de las autoridades nacionales y no de este autor de opinión, la escalada que decidan asumir. Mi única preocupación es el destino de la patria y de su población asentada en el territorio nacional en el caso de materializarse dicho conflicto.