El país, en su integralidad, ha celebrado con bastante beneplácito el pronunciamiento conjunto, reivindicativo por nuestra Guayana Esequiba, que han hecho dos elogiables organismos que permanentemente sensibilizan conciencias en este asunto litigioso. Nos referimos al Instituto Venezolano de Estudios Fronterizos y al Frente Institucional Militar.
Luego de desglosar y ponderar con justeza todos los argumentos legales y legítimos, las razones y títulos que nos respaldan; así también, tras analizar los elementos probatorios: jurídicos, cartográficos, políticos y sociales de la propiedad y soberanía absoluta de nuestra nación en lo que hasta ahora se ha conocido como la Zona en Reclamación, surge un singular y trascendental aporte, en los siguientes términos: “Que la sociedad civil, política y militar acuerden una alianza patriótica declarando ese territorio Estado de la República Bolivariana de Venezuela, General en Jefe Manuel Carlos Piar, otorgando cédulas de identidad de venezolanos a los habitantes que lo soliciten y tomar efectiva posesión del territorio, pudiendo efectuar actos de explotación, fomentar la agricultura y el turismo, en acción y honor patriótico”.
Una tarea prioritaria, para ir echando las bases idóneas al venidero estado Manuel Carlos Piar, debe ser la obligatoriedad de enlazarnos (y tejernos) como compatriotas con esos grupos humanos, tan venezolanos como cualquiera de nosotros. No debe importarnos únicamente reclamar la extensión territorial y su proyección marítima; por cuanto, la gente que allí convive merece estar imbricada a nuestros sentimientos de sano nacionalismo para que obtengan desde nosotros sentido de pertenencia e identidad con el resto de Venezuela.
No basta lo declarativo atinente al marco-porción geográfico que recuperaremos; también debemos darle consistencia y solidaridad para trenzarnos en familiaridad nacionalista con los Esequibanos.
Dos venezolanos excepcionales, General Oswaldo Sujú Raffo y el Dr. Cesáreo Espinal Vásquez, reconocidos e incansables investigadores de nuestras fronteras y de su geografía humana nos han enseñado, reiteradamente, (en sus escritos e intervenciones públicas) que los fenómenos fronterizos son realidades jurídicas, porque la condición limítrofe así lo impone, ciertamente. Sí, pero se hace obligante –añaden ellos– considerar y añadir la dimensión de la gente, las realidades socio-económicas, culturales, éticas, estéticas; todo a partir de la interactividad que mantienen los habitantes de esos espacios.
Entonces así, con bastantes determinaciones el Frente Institucional Militar y el Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela acaban de consignar en distintas instancias la propuesta que ha tenido amplísima receptividad; consistente, como quedó explicitada en párrafos anteriores que una vez recuperada la Guayana Esequiba debe decretarse para esa extensión territorial el estado Manuel Carlos Piar. Digámoslo más directamente: la reconfiguración política-administrativa para la incorporación, en el concierto de los demás estados federalizados de Venezuela, a esa séptima parte de nuestra geografía nacional, de la que nos despojaron, y la cual estamos reclamando hace más de cien años, con suficiente fortaleza y muñidos de Justos Títulos.
La mencionada geografía humana, que convive en ese territorio, debe llamar la atención y la preocupación de quienes ejecutan políticas públicas, por parte del Estado venezolano, con la finalidad de corresponderles debidamente y como se merecen, en todas las áreas pertinentes a su subsistencia; particularmente en cuanto a: cedulación, salud, educación, servicios públicos, turismo, deportes, cultura, apoyo a la producción; en fin, todo lo que sea necesario para vincularlos con nuestra venezolanidad, que asimismo les corresponda a ellos, en justicia plena.
En las distintas visitas que hemos hecho a algunas comunidades –supremamente hermosas– en la Guayana Esequiba conseguimos importantes ciudades, pueblos y asentamientos humanos de varios tipos y clases sociales; cuyo registro censal, más reciente arroja una población que sobrepasa las (200.000) personas, incluyendo a los Waiwai, Makushi, Arawaks, Akawayos, Saraos, Patamonas, Caribes, Wapashi. Una franja poblacional compuesta de Afro e Indo descendientes, amerindios, asiáticos, portugueses etc. Una amalgama de etnicidad, interesante.
En el nuevo estado Piar, tan considerable población de esequibanos recobrarán, con merecida dignidad, la integración a la condición y nacionalidad venezolana –injustamente demoradas— sin más limitaciones que las contempladas en la Constitución y las leyes
Compatriotas de todas las regiones del país sentimos profundo orgullo por el Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela y el Frente Institucional Militar, porque ambos organismos comportan extraordinaria reserva moral venezolanista. Además, nos place destacar que sus directivos, consejos académicos y todos sus integrantes suscriben, sostienen y enarbolan que “en estricto apego a los postulados inalienables e imprescriptibles que ordenan los artículos 10,11,12 y 13 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es impostergable elevar nuestros sentimientos e ideales patrióticos en defensa de la soberanía”.
La enjundiosa exposición –citada en el párrafo anterior– confiere, en sí misma, asidero sociohistórico y base jurídica de factibilidad para la creación del nuevo estado Manuel Carlos Piar en los 159.500 km2, de nuestra Guayana Esequiba.
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