Luego de varios meses de incertidumbres, caos generalizado y paralización de casi toda la administración pública en Guyana, causados por el cruento pugilato entre las dos más importantes organizaciones políticas: la coalición establecida por el Congreso Nacional del Pueblo (PNC) y el partido Alianza para el Cambio (AFC), liderada, en la actualidad, por el expresidente David Granger, por una parte; y por la otra, el Partido Progresista del Pueblo-Cívico o simplemente Partido Progresista del Pueblo, abreviado como PPP-C o PPP, cuyas figuras más prominentes la conforman la dupla de su secretario general, Bharrat Jagdeo e Irfaan Ali, proclamado presidente de la excolonia británica.
Llega a la presidencia un hijo de musulmanes, formado como profesional en el campo de la planificación estratégica, diseñador de políticas públicas, la producción agroindustrial, desarrollos habitacionales y la economía en general; sembró algunas dudas, cuando ha venido diciendo que al caso de la controversia de la Guayana Esequiba debe dársele un tratamiento especial, como asunto de Estado.
Fueron serios encontronazos a lo interno, que inclusive demandó la presencia, en varias ocasiones de la Caricom y otros entes de mediación diplomática y administradores de justicia en la región caribeña.
Igualmente, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y diferentes países de la Unión Europea habían manifestado, con severidad, su preocupación por las «creíbles acusaciones» de fraude, entramado desde el oficialismo.
Ya superado este escabroso asunto de tropelías y escamoteo electoral; lo que expresamente deseamos destacar, en todo caso, apunta a repensar nuestras estrategias de insistente reclamación de la Guayana Esequiba, frente a la nueva administración de ese Estado.
Lo decimos porque quien asume la primera magistratura guyanesa, para el período 2020-2025, durante la campaña mantuvo siempre en sus discursos un comportamiento esquivo, casi que indiferente en el asunto contencioso que sostenemos por el vil arrebato que se perpetró contra Venezuela, mediante el nulo e írrito Laudo Arbitral de París, del 3 de octubre de 1899.
Parece que ese equipo de trabajo y asesoría política (y ahora gubernamental) delegó el peso del histórico asunto del diferendo territorial en Mark Phillips, quien pasa a desempeñarse como nuevo Primer Ministro. A este general lo escuchamos expresarse en términos nada elegantes para referirse al caso litigioso: “Estamos preparados, militarmente, para la defensa de Guyana; por eso estamos incrementando la dotación aérea y naval para los próximos años, con la finalidad de garantizar la seguridad de nuestro territorio. No aceptaremos amenaza de nadie”.
Hay quienes alientan la posibilidad que el nuevo presidente guyanés se incline por una fórmula basada en acuerdos económicos con nuestra nación, sin hurgar demasiado en la controversia de la Guayana Esequiba.
No obstante, nos llama la atención que Mohamed Irfaan Ali ha respaldado siempre el recurso interpuesto por su país en la Corte Internacional de Justicia contra Venezuela, sin modificar en lo más mínimo la Pretensión Procesal que en tal escrito se contempla. Inclusive, en su discurso de toma posesión jamás aludió la demanda que ahora dirime el Alto Tribunal de La Haya.
En la pieza discursiva inaugural de su gobierno, Irfaan Ali se limitó a generalidades, del tipo: “Solo hay un futuro y requiere de una Guyana fuerte y unida. Necesitamos que la población permanezca unida y no separada por clase, etnia, religión o ideología. Estamos unidos en el auténtico espíritu guyanés». Por ningún lado mencionó el pleito histórico. Inclusive, ellos han introducido un documento addendum para que recibamos una sentencia desfavorable en ausencia; por cuanto, hemos invocado el recurso procesal legítimo y válido de No Comparecencia.
Confundió el candidato presidencial Irfaan Ali, a más de uno en nuestro país, cuando expuso al verse envuelto en el torbellino de revisión de votos (entre el 2 de marzo y el 2 de agosto), con declaraciones del siguiente tono: “Debemos unir fuerzas con aquellos que han estado sufriendo de elementos ilegales y dictaduras. Aquí también en Guyana, debemos luchar para evitar una situación de gobierno antidemocrático como está sucediendo en Venezuela y la represión de los derechos de las personas y la negación de nuestro derecho constitucional a elegir un gobierno de nuestra elección…Nuestra nación recibió una cantidad inimaginable de apoyo de países que comparten nuestros valores democráticos. ¡No nos convertiremos en otra Venezuela!”.
Debemos estar expectantes en los próximos días, cómo se irán desarrollando los acontecimientos a tres bandas: Caracas-Georgetown-La Haya. Y de paso, pendientes de la cara oculta del tropicalizado “Dr. Merengue”.