En casi todos los lugares de nuestro país que hemos visitado, por expresas invitaciones de los organizadores de respectivos eventos académicos, conseguimos profesionales densamente formados en este álgido tópico lo cual nos honra y llena de profunda satisfacción venezolanista.
Me nutro de conocimientos al escuchar, con detenimiento, sus respectivas elucidaciones sobre esta controversia. Encontramos, en muchas partes, gente sabia para grandeza de la Patria.
Estamos dispuestos siempre además a intercambiar criterios con los participantes, en general, centrados en tal asunto litigioso.
Hay un bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales; lo cual les ha permitido acrisolar vivencias y experiencias. Tales compatriotas portan en sí mismos sendas “cajas de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.
En nuestro indetenible recorrido por las universidades venezolanas y por algunas instituciones públicas y privadas; así, además, por las distintas plataformas digitales, se nos pide con avidez que deliberemos con precisión pedagógica el asunto de la contención territorial que sostenemos con la excolonia británica y que expliquemos qué podría suceder en las próximas fases que están pendientes de desarrollar por ante la Corte Internacional de Justicia.
Trayectos judiciales que deben completarse antes de la sentencia, esperada para el 2025. Estamos hablando de las fases de Pruebas, Alegaciones y Preconclusiva; por cuanto, ya comparecimos a la primera denominada postulatoria o expositiva, el 8 de abril de este año.
Ciertamente, es posible dar a conocer algunas descripciones de lo expuesto en el párrafo anterior; como también, hay elementos que por expresa precaución y moderación se deben omitir.
No todo se puede develar antes de ir al Alta Tribunal de La Haya.
Debemos aclarar en igual sentido, que no cometemos ninguna arbitrariedad, ni contrariamos el Derecho Internacional con aplicar, a lo interno de nuestra nación, la “diplomacia abierta”; para que “la diplomacia siempre avance de manera franca y a los ojos de la opinión pública” (Woodrow Wilson, dixit).
Consideramos que las cuestiones de índole internacional deben tratarse pública y francamente (y lo reafirmamos con la invocación de los artículos 5 y 71 de nuestra Constitución Nacional); porque los pueblos no pueden ser relegados a la condición de simples objetos.
Es justo que la nación entera pueda dar su opinión sobre cuestiones vitales; y mucho más si trata de nuestra reclamada integridad territorial.
Se hace imprescindible en este momento crucial, dejar sentado que el Acuerdo de Ginebra –único documento que reconocemos para todo efecto de la contención- contempla que ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía.
Sin embargo, Los gobiernos que ha tenido Guyana de cualquier signo político; ya sea del partido Indoguyanés Partido del Progreso Popular (PPP) o el afroguyanés el Congreso Nacional Popular (CNP); aunque se antagonizan entre ellos para muchas cosas, pero coinciden en la deleznable posición de desconocimiento y desacato al contenido y aplicación del Acuerdo de Ginebra, y han otorgado en los últimos meses concesiones—como un acto de provocación– a diestra y siniestra en tres bloques petroleros (Pomeroon, Stabroek y Kaieteur) a más de treinta transnacionales para que exploren, exploten y comercialicen con los inmensos recursos en un área marítima que se encuentra por delimitar. Justamente en el espacio marítimo que genera la que conocimos como Zona en Reclamación, ahora estado Guayana Esequiba; es decir, en su Mar territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva.
Peor todavía, Guyana otorga, con irrespeto hacia Venezuela, licencias a compañías de muchos países – que dicen ser nuestros amigos y aliados– para que aprovechen sendos yacimientos que se encuentran dentro de las 200 millas náuticas que genera nuestra propia plataforma continental, proyección marítima del estado Delta Amacuro, que no está sometida a ninguna confrontación.
Por los acontecimientos críticos que actualmente atravesamos en Venezuela, debo hacer la siguiente advertencia. Nos perjudicaríamos, severamente, si ligamos los problemas internos (que los tenemos, son bastantes y no los ignoramos) al sesgar este pleito internacional hacia una particular ideología; porque a alguien se le ocurriría o cree que con tal maniobra saldría supuestamente favorecido, con una buena tajada política. Eso es dañoso para el país. Un pobre favor se le estaría haciendo a la patria.
Quien crea que le resulta más reconfortante “pasar agachado”; y pensar que saldrá más o menos airoso adelante, está supremamente equivocado. Se engaña políticamente y traiciona y vulnera su conciencia patriótica
Hemos exhibido, en Venezuela, ejemplos de grandeza y solidaridad. Dimos demostraciones hermosas de unidad nacional – dentro de la natural y legítima divergencia política– cuando quedó materializado históricamente el apoyo por parte de las disímiles tendencias ideológicas; cuando, además, , logramos el involucramiento de todas las instituciones públicas y privadas; se conformó una representación en conjunto de nuestra sociedad, con la finalidad de ofrecer el apoyo determinantemente para el proceso de negociación, firma y ratificación del Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; precisamente, el documento base que nos asiste, en el presente trance controversial.
Hemos salido perjudicados y derrotados en el plano exterior y a lo interno de la nación cuando nos encontramos fracturados como país.
La cuestión reclamativa por la Guayana Esequiba debe tratarse por encima de partidos políticos.
La patria nos está llamando, y vamos a defenderla.