Cada vez que leemos o escuchamos a algún funcionario del oficialismo declarar sobre el asunto litigioso que tenemos presente le prestamos bastante atención, para precisar su contenido, alcance e intencionalidad.
Nos proponemos, adrede, a hacerle un análisis crítico a todo cuanto dice o escribe.
Idéntica disposición la aplicamos cuando se trata de quienes representan a la oposición, en cualquiera de sus tendencias.
¿Por qué lo hacemos? Para auscultar a cuenta de qué exponen públicamente un caso tan álgido y sensible para la vida del país; que como se ha admitido trasciende posiciones ideológicas, partiditas, confesionales, económicas, sociales, étnicas; en fin, la Restitución a la que aspiramos de tal extensión territorial está por encima de particularismos o egos mal curados. Resulta inaceptable que este caso lo quieran manipular electoralmente.
He mencionado ya en reiteradas ocasiones que cometería un gravísimo error de lesa patria; al propio tiempo, recibiría la repulsa nacional quien crea que en la presente situación comicial en que nos encontramos alguien que intente sacarle provecho personal o político al caso in comento; por cuanto, resquebrajaría la imprescindible unidad de criterios que estamos obligados a mantener frente a la contraparte en el pleito, y ante la digna Corte Internacional de Justicia, donde cursa el juicio; además, nos encontramos bajo la expectativa de las otras naciones del mundo.
Hay que saber diferenciar conceptual y estructuralmente lo que son actos de gobierno y lo que verdaderamente constituye un Asunto de Estado.
La controversia por la Guayana Esequiba, ubicada como en efecto se encuentra en el plano jurisdiccional de tan Alto Tribunal, nos impone distinguir las formas y fondos de los respectivos temas de los discursos de campaña que procuran capitalizar el mayor número de adeptos y prosélitos.
Tal procedimiento debe quedar distante del sagrado tratamiento conferido al litigio que atravesamos, en tanto materia supremamente delicada para la vida del país.
Asimismo, debemos desterrar y descalificar -con todas nuestras fuerzas- aquellas voces incitadoras que insinúan una salida militarista o atrabiliaria para la resolución del pleito interestatal con Guyana.
Han sido reiteradas las conversaciones que he sostenido con los directivos de las Academias, en las universidades del país; en interesantes charlas con los integrantes de casi todas las ONG, cuyos miembros siguen siendo reconocidos y elogiables adalides en la defensa de nuestros derechos en la Guayana Esequiba.
Tenemos un idéntico propósito de venezolanidad, por cuanto constituye un Asunto de Estado, por encima de diferenciaciones odiosas.
Hemos concitando una verdadera Unidad Nacional.
Sin embargo, entre todos nosotros aflora una común y compartida inquietud, que se manifiesta en interrogantes del tipo: ¿qué estrategia habrá diseñado la Cancillería venezolana para seguir enfrentando, con suficientes elementos probatorios, la demanda que nos hizo Guyana, donde además pide que la CIJ sentencie a Venezuela en ausencia?
Nos llama la atención que siendo, como lo volvemos a mencionar, un asunto de Estado haya tanta opacidad y displicencia por parte de quienes desempeñan funciones decisorias en nuestra Cancillería.
Los propósitos en la Política Exterior de Venezuela, por la reclamación de la Guayana Esequiba, tienen que seguir con seriedad y al amparo de una iniciativa con las características que describen la fortaleza de una diplomacia abierta, para que avance de manera franca a los ojos de la opinión del colectivo, que la gente participe y dé sus consideraciones.
Entendemos que no todo deba debatirse a luz pública. Obviamente hay estrategias que no se pueden revelar; sin embargo, admitida la “Diplomacia Abierta”, según las bases teóricas de Woodrow Wilson, hay elementos fundamentales que la población debe conocer con anticipación, para que aflore un despertar de conciencias y solidaridades.
Hemos insistido en advertir que no es poca cosa la Pretensión Procesal de Guyana; y detrás de ellos, incontables empresas transnacionales en una lúdica de intereses de múltiples aristas.
Nos corresponde actuar y emitir pronunciamientos en el mismo contexto.
Por ser un Asunto de Estado y no un efímero e interesado acto de gobierno nos propusimos intercambiar ideas con profesionales densamente formados, lo cual nos honra y llena de profunda satisfacción venezolanista.
Me nutro al escuchar, con detenimiento, sus respectivas elucidaciones, sobre este tema. Encontramos, en muchas partes del país, gente sabia para grandeza de la patria. Por encima de gobierno y de oposición.
Estamos dispuestos siempre a dialogar con mucha gente en general, centrada en tal asunto litigioso.
Hay un bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales, lo cual les ha permitido acrisolar conocimientos. Tales compatriotas portan en sí mismos sendas “cajas de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.