«Queríamos llamar la atención, no morder; beneficiar, no perjudicar, velar por la moral de los hombres, no interferir». Erasmo
Introducción
Bajo la designación de moralistas franceses se abarca un grupo heterogéneo de pensadores e intelectuales franceses de los siglos XVII y XVIII. Se trataba de una corriente que emergió con Montaigne (1533 – 1592) y que alcanzó su cenit con el poderoso movimiento científico y literario de la Enciclopedia. También tenemos una definición académica de moralista en el sentido, de que se trata de un escritor que nos convida a una reflexión sobre las costumbres, modales y personalidades. En este contexto, una característica esencial de la obra moralista es su texto en forma discontinua, a zancadas y brincos como exigía o reclamaba Montaigne en sus Ensayos, sin obedecer o responder a una estructura preestablecida. De esta forma, la colección de Máximas de La Rochefoucauld, las citas recogidas por La Bruyère y las preciosas Fábulas de la Fontaine pueden así ser clasificadas, sin olvidar los famosísimos Pensamientos de Blaise Pascal.
Blaise Pascal
En el caso de Pascal, con sus célebres Pensamientos, ha sido el producto derivado de un antiguo proyecto de apología del cristianismo (Apología por la verdad de la Religión Cristiana) el cual el conocido hombre de fe y también científico no culminó y fue reemplazado por este conjunto de consideraciones e ideas, aparentemente inconexas pero profundas. Efectivamente, nos relata, en una de sus máximas o citas, que hay “dos excesos: excluir la razón, y no admitir sino la razón», o la famosísima: “el corazón tiene sus razones que la razón ignora».
Jean de La Fontaine
Quizá uno de los mejores moralistas haya sido Jean de La Fontaine, con sus entretenidas Fábulas en donde oculta y revela al mismo tiempo a través de los animales, conductas que siempre han tenido los hombres de la política y el mando. La biografía de La Fontaine, revela a un poeta, un hombre de letras dedicado a triunfar. En 1668 su colección de fábulas integrada por seis libros ve la luz, con el modesto título de Fábulas de Esopo, puestas en verso por M. de la Fontaine, y fue dedicada al propio Delfín de Francia. La actualidad de estas fábulas la podemos ilustrar con la Fábula IV “Las ranas pidiendo Rey”, que cuenta que “cuando las ranas se cansaron de vivir en República, clamaron tanto que Júpiter les dio la monarquía que solicitaban, e hizo caer del firmamento un poste inmóvil. Las ranas rápídamente se aburrieron y volvieron a pedirle al dueño del Olympo que les mandara un Rey de verdad”. Y resulta que “Júpiter les envió a una grulla que enseguida se dispuso a atrapar y engullir ranas”. Algo tremendamente parecido a lo que pasó en Venezuela, cuando el pueblo se aburrió y detestó a la tranquila cuarta república, y pidió (o exiguió) un verdadero rey (Hugo Chávez) con una novísima Constitución (1999) que solo ha servido para hambrear al pueblo venezolano. También la famosa frase sobre la parte del león proviene de una fábula de La Fontaine.
François de La Rochefoucauld
Otro gran moralista que gusta o agrada mucho ha sido François de La Rochefoucauld, miembro de la nobleza, quien durante toda su vida se mezcló en la política y hasta guerreó primero contra el cardenal Richelieu y luego contra Ana de Austria y su primer ministro el cardenal Mazarino. Sus Máximas se han prestado a multiples interpretaciones, desde las apegadas al espíritu de san Agustín y otras como libertinas. En ellas está la conocidísima: “la hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”; “uno cree a veces odiar la adulancia, pero no se odia sino la manera de adular” máxima muy vigente en esta Venezuela oprimida. “El mundo recompensa más comúnmente las apariencias del mérito que el mismo mérito”. Otra muy interesante: “Los reyes hacen hombres como piezas de monedas; les dan el valor que quieren, y uno está forzado de recibirlos según su curso, y no por su verdadero valor”; en esta época de hiperinflación, devaluación permanente y malos funcionarios públicos, esta máxima o proverbio ha alcanzado en nuestro país su mayor valor.
Jean de La Bruyère
Saint-Beuve el gran crítico literario de la Francia culta, veía en La Bruyère “el clásico de todo el mundo”. Sea como fuere, de La Bruyère se hizo famoso con la publicación de su obra Les Caracteres de Théophraste traduits du grec avec Les Caracteres o les moers de ce siécle. La vida de Jean de La Bruyère, transcurre en la segunda mitad del siglo XVII. Licenciado en ambos Derechos, ejerció durante escasos años su profesión de abogado; poco después compra un cargo de tesorero de Francia en la oficina de finanzas de Caen. En 1680 conoce al famoso obispo Bossuet. Y para el año de 1684 con la recomendación de Bossuet, el príncipe de Condé le encarga a La Bruyere como preceptor de su nieto. Basta decir que su alumno era un adolescente difícil; con crisis de epilepsia, ataques de cólera y de crueldad, y además poco dispuesto al estudio. En 1688, publica su obra Les Caracteres… y el éxito no se hace esperar en este mismo año se suceden tres ediciones seguidas. Este libro está integrado por 16 capítulos, en donde trata variadísimos temas, como “ Sobre el hombre”, “ Sobre los bienes de fortuna” , “Sobre la sociedad y la conversación”, etc. Arranca el libro con la traducción del griego de Les Caracterés de Théophraste y finaliza con su Discurso de aceptación de su sillón en la Academia Francesa.
Algunas citas: (24) “Una mujer inconstante es una que no ama más; una ligera, otra que ya ama a otro; una veleidosa es la que no sabe si es amada y lo que ella ama; una indiferente, aquella que no ama nada”. Una de Teofrasto (Théophraste): “La adulancia es un comercio vergonzoso que no sirve sino al adulante”. Otra del capítulo reservado a las mujeres: (62) “ Las muchachas hermosas tienden a vengarse de aquellos de sus amantes a quienes han maltratado, ya sea por feas, por viejos o por maridos indignos”. Otra más: (70) “Un hombre estalla contra una mujer que no le ama más, y se consuela; una mujer hace menos ruido cuando es dejada, y permanece mucho tiempo inconsolable”.
Volviendo de nuevo a “Sobre los grandes” tenemos una muy buena: (32) “Hay hombres que nacen inaccesibles, y son precisamente éstos de quienes otros necesitan, de quienes dependen. Nunca están más que sobre un pie; móviles como el mercurio, lloran, se agitan; semejantes a esas figuras de cartón que sirven de relojes en una feria pública, arrojan fuego y llamas, truenos y relámpagos: uno no se acerca a ellos hasta que, llegando a su fin, caen, se apagan y por su caída se vuelven tratables, pero inútiles”.
Esta otra, me recuerda a un ex presidente que fue dos veces presidente de la República (Rafael Caldera) y en su segundo mandato, prácticamente hizo posible el ascenso de Hugo Chávez al poder total, veamos: (63) “El espíritu de partido reduce a los más grandes hombres a las pequeñeces del pueblo”.
Más adelante en el mismo capítulo, encontramos esta extraordinaria cita. (66) “Un hombre vanidoso se entretiene en hablar bien o mal de sí mismo: un hombre modesto no habla nada de sí mismo. No vemos más la ridiculez de la vanidad, y hasta qué punto es un vicio vergonzoso, dado en que no se atreve a mostrarse, y que muchas veces se esconde bajo las apariencias de su contrario. La falsa modestia es el último refinamiento de la vanidad; hace que el hombre vanidoso no parezca como tal, y hace valer al contrario por la virtud opuesta del vicio que hace su característica: es una mentira. La falsa gloria es la trampa de la vanidad; nos conduce a querer ser estimados por cosas que en verdad están en nosotros, pero que son frívolas e indignas que se aumenten: es un error”. Muy impactante la cita (129) en este mismo capítulo que nos cuenta: “Don Fernando, en su provincia, está ocioso, y es querelloso, traicionero, intemperante, impertinente, pero el saca su espada contra sus vecinos, por nada, expone su vida; ha matado a hombres, el será matado”.
Bibliografía
De La Bruyère, Jean: Les Caracteres o les moers de ce siécle, Paris, Garnier Flammarion,1965.
De la Fontaine, Jean: Fábulas, México, Unión Tipográfica, Editorial Hispano-Americana, 1951.
La Rochefoucauld, François: Réflexions ou sentences et maximes morales, Paris, Libreria Général. Française, 1991.
Pascal, Blaise: Pensées, Paris, Libreria Général. Française, 1972.
Wikipédia, L’ Enciclopedie libre, artículo “Moralista”.