La histórica ciudad de Jerusalén, en el Medio Oriente, ubicada en Judea, entre el Mar Mediterráneo y el Mar Muerto, actualmente cuenta con aproximadamente un millón de habitantes (60% judíos-36,5% musulmanes-1,2% cristianos) y ocupa un espacio de 125 km2. Está conformada por dos sectores, denominados Jerusalén Este que incluye la Ciudad Vieja y Jerusalén Oeste. Si alguna ciudad ha sufrido transformaciones y cambios políticos, religiosos esta ha sido Jerusalén que los ha padecido más que cualquier otra ciudad del mundo. (Instituto de Investigaciones Políticas de Jerusalén. https://jerusaleminstitute.org.il/wp-content/uploads/2019/05/shnaton_C0919.pdf).
Como legado de la histórica trayectoria de Jerusalén, existe la llamada Ciudad Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981, espacio que no alcanza un kilómetro cuadrado, contiene los lugares más emblemáticos de las tres religiones monoteístas, muestra evidente del dominio, en diferentes épocas y situaciones, de las autoridades judías, cristianas e islámicas. Para el judaísmo es allí donde el rey David estableció la capital del Reino de Israel y lugar de asentamiento del Arca de la Alianza, y donde su hijo Salomón construyó el Templo, hacia donde deben dirigirse las plegarias. Del Templo de Salomón queda el llamado Muro de Lamentaciones, emblema más sagrado de la religión judía hoy en día. Para el cristianismo es allí donde predicó Jesús, fue el lugar de su pasión, muerte y resurrección, denominada la Tierra Santa. Está el Calvario y la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar más santo del cristianismo. Es también después de La Meca y Medina, la tercera ciudad sagrada del islam, desde donde el profeta Mahoma subió al cielo y a la que miraban los primeros musulmanes al rezar, antes de pasar a hacerlo de cara a La Meca, en Arabia Saudita. Se encuentra la majestuosa Explanada de las Mezquitas, que alberga a La Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa.
En 1947, la Asamblea General de la Naciones Unidas, a través de la resolución 181(II) divide el mandato británico de Palestina en dos gobiernos, uno judío, Israel con el 56% del territorio y otro árabe, Palestina con el 43%. La ciudad de Jerusalén, por su importancia y condición de religiosidad, quedaba como territorio internacional estableciéndose un corpus separatum bajo la administración de las Naciones Unidas. El descontento de la división de Palestina y la entrega de la mitad del territorio a la minoritaria población judía originó la guerra árabe-israelí, y tras la batalla de Jerusalén en 1948, la ciudad fue compartida por Israel y Jordania, quedando Jerusalén Oeste gobernada por los israelíes y Jerusalén Este con la Ciudad Vieja gobernada por los jordanos. Así Jerusalén quedó dividida en dos áreas a ambos lados de la Línea Verde, nombre dado a la línea de demarcación entre las fuerzas combatientes. Israel estableció su capital en Jerusalén Oeste en 1950. La administración jordana de Jerusalén Este y la Ciudad Vieja duró hasta 1967, cuando fue conquistada por Israel en la llamada Guerra de los Seis Días. Esta ocupación no fue reconocida por la comunidad internacional, considerada inmediatamente «violación del derecho internacional» por Naciones Unidas en su resolución 242 de 1967. En 1980, el gobierno israelí anexionó Jerusalén Este para reunificar la ciudad, pese a la oposición de la comunidad internacional. En la actualidad, Israel controla de facto toda Jerusalén y considera toda la ciudad como su capital, mientras que Palestina ha declarado a Jerusalén Este como su propia capital. Ninguna de estas reivindicaciones ha obtenido un amplio apoyo internacional. (Sanz, Juan Carlos. «Jerusalén, la eterna encrucijada». El País. 12 de noviembre de 2019).
Hay quienes consideran que la causa Palestina es netamente musulmana (por la parte árabe) en contra de la judía (por Israel), lo cual no es cierto, dado que las tres religiones tienen presencia en ambos bandos, prevaleciendo claro está los judíos en Israel y los musulmanes en Palestina, y los cristianos, aunque minoría, desempeñando un papel de suma importancia en ambos lados. Por ejemplo, según la Oficina Central de Estadísticas de Israel, la población estimada de Israel para el año 2020 es de 8.66 millones de habitantes, de los cuales 6,37 millones son judíos (73,6%); 1,68 millones son musulmanes (19,4%); 0,17 millones cristianos (2%); el resto es de drusos y sin clasificación religiosa. (https://web.archive.org/web/20050206210549/http://www.cbs.gov.il:80/mifkad/tabBeng.htm)
La presencia del cristianismo está en el desempeño activo de cuatro patriarcados en la propia Jerusalén, la mayor concentración de patriarcas en sitio alguno
Una demostración de la importancia política de los cristianos en este conflicto fue la participación del Arzobispo Hilarión Capucci, Obispo Auxiliar de Jerusalén de los Greco-Melkitas, de origen sirio que nació en Alepo, un luchador y partidario de la resistencia palestina y trabajó en secreto para apoyar la resistencia, y era conocido por sus posiciones nacionalistas oponiéndose a la ocupación israelí en Palestina. En 1974 fue acusado por un tribunal israelí de usar su estatus diplomático para contrabandear armas al Ejército por la Liberación de Palestina y condenado a 12 años de prisión. El arzobispo Capucci fue uno de los presos políticos cuya liberación fue exigida por los secuestradores palestinos del vuelo Air France 139 en 1976. Fue puesto en libertad un año después debido a la intervención de la Santa Sede. Los gobiernos de Irak, Libia, Sudán, Egipto y Siria lo han honrado (Revista Wattan, Palestina, 2017).
En el Medio Oriente se iniciaron el judaísmo, el cristianismo y el islam, las tres religiones monoteístas que en conjunto involucran al 54% de la población mundial en la actualidad. El inicio de cada una de las religiones representó, con su propio valor específico, importantes transformaciones sociales, ideológicas, culturales y familiares que prevalecieron para sobrevivir y llevar al ser humano a un nivel espiritual superior. Cada una de las religiones, estudiadas y analizadas individualmente, persigue los más altos principios de convivencia, fraternidad y armonía entre los seres humanos. Es irónico que en el preciso lugar donde se iniciaron estas religiones, se esté presentando, una vez más, conflictos y enfrentamientos que producen destrucción, sufrimiento y muerte.
El sumo poder le ha otorgado gracias a Jerusalén, pero la acción del hombre le proporcionó muchas desgracias, no es absurdo afirmar que en Jerusalén las gracias han sido divinas y las desgracias humanas.