OPINIÓN

¿Gracias a Venezuela?

por Beatriz De Majo Beatriz De Majo

No lo dice el gobierno de Iván Duque. Las cifras son del Fondo Monetario Internacional y aseguran que la economía colombiana crecerá este año 3,5% y será la mayor de la región, debido, entre otros factores, al continuo apoyo monetario externo y a la migración proveniente de Venezuela. Alejandro Werner, el director del organismo para el Hemisferio Occidental, fue quien le puso palabras a estos datos.

La reseña de prensa que hace que luzca favorable el rol de la migración venezolana en suelo colombiano no proviene de un diario digital norteamericano tratando de ponerle a la diáspora un volumen positivo. Quien lo publica es Sputnik, un servicio internacional de noticias multimedia que es propiedad y está operado por la agencia Rossiya Segodnya de la Federación de Rusia.

¿Hay algo de verdad en todo ello? Es decir, ¿Colombia se fortalecerá  económicamente y parte de este fenómeno lo aportará el contingente humano venezolano que ha emigrado a ese país? Veámoslo con mayor cuidado.

Las proyecciones del Fondo para el año 2020-2021, en efecto colocan a Colombia a la cabeza de la región en lo atinente al crecimiento de su economía que cifran en 3,5% para el año actual y en 3,8% para el año entrante. Es muy relevante el hecho de que los vecinos logran casi duplicar la tasa de crecimiento de toda la región para 2020, pues esta alcanza apenas a 1,8%. El único país que sigue a los neogranadinos de cerca es Perú, que verá expandirse su PIB en 3,2% y 3,7%.

Para el organismo multilateral Venezuela repetirá su contracción en 10% y un 5% adicional en 2020 y 2021, respectivamente. No hay sino que recordar que nuestra economía se encogió en el año que acaba de terminar en 35%. Para los interesados el documento que recoge estas proyecciones del FMI se titula «Perspectivas para América Latina y el Caribe».

Para los observadores es por lo menos sorprendente que en el país vecino se esté produciendo una reafirmación del fortalecimiento de su economía, si se tiene en cuenta que les ha tocado absorber, para este momento, una masa humana cercana ya a los dos millones de  individuos y que su ingreso ha provocado distorsiones de todo género a nivel socioeconómico, ambiental y humanitario, sin mencionar la inmensa cantidad de problemas de salud que este flujo desordenado de gentes ha producido.

Lo que es cierto es que el crecimiento exponencial de la inmigración venezolana ha obligado al gobierno recién estrenado de Iván Duque a adoptar toda clase de medidas para hacer eficiente el proceso y para minimizar el daño. No caben en este corto espacio el conjunto de medidas para facilitar el ingreso y el establecimiento del gigantesco número de vecinos que se han agolpado en 80% en 6 de los 32 departamentos de Colombia. Y que, bien administrado, un crecimiento significativo de la masa trabajadora en las zonas más industriosas del país vecino sí puede llevar a que se produzca un efecto benéfico tanto en la producción como en la demanda, al margen de los reacomodos que tengan que poner en marcha para mejorar la oferta de asistencia social y de salud. En todo caso, cuesta creer que a esta fecha pueda atribuirse al influjo de la emigración venezolana, ni siquiera parcialmente, el mejoramiento de las cifras macroeconómicas colombianas.

Si miramos con atención el resto de la explicación del funcionario del FMI, este asegura que el crecimiento esperado de Colombia para este año se debe por igual al continuo apoyo monetario externo, a la reactivación del sector de la construcción y al aumento de la inversión, a raíz de modificaciones recientes de la política tributaria interna. Todos estos elementos lucen que pudieran provocar una sensible activación de la actividad productiva  y pudiera también darse el caso de que el influjo benéfico del incremento poblacional aporte una cuota pequeña del bienestar creciente de la patria vecina. Qué más quisiéramos los de este lado del Arauca.