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Gracias a Tennyson escribo un libro y nace un grupo cívico

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Penúltimo viaje a Serendipia

Nos dice John Carey en su deliciosa historia de la poesía (A Little History of Poetry, Yale University Press, 2020) que los primeros versos de Alfred, Lord Tennyson, fueron ridiculizados por “feminoides”. Sin embargo, este poeta llegó a ser el reemplazo del gran Wordsworth como poeta laureado inglés, ya que su poesía es admirablemente melódica.

En 2020 mi vida fue significativamente influenciada por su poema “Ulises”, en el cual el viajero llama a sus marineros a “navegar más allá de la puesta de sol y los baños de las estrellas del oeste, hasta morir”. Me encontré con este poema por serendipia, cuando yo estaba en medio de una crisis espiritual profunda, debido a la muerte de mi querida Marianela, mi compañera de toda la vida. Sentía que, sin ella, ya no tenía mucha razón para seguir adelante, pues había llegado a ser parte indivisible de mí.

En el poema Ulises hace un llamado a sus viejos marineros (en mi traducción libre):

Venid amigos míos: No es demasiado tarde para buscar un mundo nuevo.

Zarpemos y rememos juntos, pues me propongo

navegar más allá del poniente y del lugar en que se bañan

todos los astros del occidente, hasta que muera. 

Ulises exhorta a sus viejos marineros:

Ustedes y yo estamos viejos

Pero la vejez tiene su honor y sus tareas

La muerte cierra todo, pero antes del final

Podremos culminar algún trabajo noble

Digno de quienes hemos luchado con los dioses

Y, finaliza diciéndoles:

Mucho nos han quitado, pero mucho nos queda

Y aunque ya no tenemos las fuerzas que antaño movían montañas

Somos quienes somos, corazones heroicos

Un tanto débiles por el tiempo y el destino

Pero fuertes en voluntad, para luchar, buscar, encontrar

Y nunca rendirnos.

Sentí que esas poderosas palabras me sacaban a empujones de mi foso de soledad y me exigían encontrarle de nuevo un sentido a mi vida. Me capturó su llamado y me enrolé de inmediato como marino de Ulises en su anunciado viaje hacia el poniente.

Ello me llevó a desempolvar ideas sobre educación ciudadana que tenía semiabandonadas, relacionadas con la urgencia que tiene Venezuela, mi angustiado y desmoralizado país, de llevar a cabo un radical cambio de actitud a nivel de su sociedad, a fin de convertir lo que ha  llegado a ser una muchedumbre vegetativa, pasiva y humillada, en una nación de ciudadanos, que pueda sentirse de nuevo orgullosa de su gentilicio y digna de sus mejores héroes: Alonso Andrea de Ledesma, Antonio José de Sucre, Simón Bolívar, Rafael Urdaneta, Francisco de Miranda, Juan Germán Roscio, José María Vargas, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Cecilio Acosta, Mariano Picón Salas, Rómulo Gallegos, Arnoldo Gabaldón, Enrique Tejera Guevara, Mario Briceño Iragorry, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera en su primera presidencia, Isaías Medina Angarita, Andrés Galarraga, Isaías Ojeda, Teresa Carreño, Teresa de la Parra, Aquiles Nazoa, José Antonio Abreu, Antonio Pasquali, Gumersindo Torres, Rafael Alfonzo Ravard, Sofía Imber, José Gregorio Hernández, Antonio Lauro, Vicente Emilio Sojo, Andrés Eloy Blanco, toda una hermosa legión de seres excepcionales que integraron una Venezuela de altura, hoy vapuleada pero aún con bolsillos de vigorosa resistencia frente a la mediocridad.

Un generoso grupo de compatriotas de Houston me ha animado a desarrollar estas ideas y ello se ha traducido en un breve libro Llamado Fábrica de ciudadanos: Un aporte a la reconstrucción de Venezuela, el cual está a punto de aparecer en las librerías en enero de 2023. El poema de Tennyson me hizo ver que hay tareas por hacer, aún para quienes parecieran haber llegado al final de sus vidas, aquellos quienes sienten la tentación de echarse a morir, por pensar que ya no pueden o no desean contribuir más, que ya hicieron lo que iban a hacer.

Y es a ese grupo que Ulises les habla. Les dice que todavía hay mucho que hacer, que es necesario seguir navegando hasta el poniente y, ¡quién sabe si hasta podríamos encontrarnos de nuevo con el gran Aquiles!

Quizás nuestro esfuerzo logre entusiasmar a los más jóvenes a batallar para lograr, hacia el 2050, convertir a Venezuela en un país de ciudadanos, de moderada importancia geopolítica, de mediano tamaño económico, con un puesto honroso en la comunidad de países civilizados del planeta.

Un país que haya olvidado las extravagancias de ser potencia mundial y se haya liberado del mesianismo y el populismo embrutecedores, del liderazgo ignorante y patán, para dar paso a la sensatez y la civilidad.

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