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Ginecocidio: la otra “pandemia” prevenible

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Nuestra mayor intencionalidad sobre el presente tema no queda restringida única y exclusivamente a la forma de buscar otra palabra para que dé cuenta del abominable fenómeno que nos ocupa. No es solo denominar de manera distinta esta práctica de detestable machismo.

Lo que debemos proponernos es evitar, en todo tiempo y lugar, que se sigan manifestando tales injusticias contra la mujer.

No basta que la Real Academia Española apruebe el vocablo Ginecocidio: neologismo que hemos propuesto, y que ha tenido receptividad. No es suficiente un nuevo término, si continúan incrementándose   hechos criminales contra la mujer en su condición de ser humano; repudiados universalmente.

Sin embargo, debo partir de una interesante advertencia: si admitimos femicidio, como violencia y agresión extrema hacia la mujer, o feminicidio como el asesinato selectivo de una mujer por razón de su género, equivale a aceptar que se cercena la vida de la hembra. Palabra que, por su evolución fonética desde el latín, es así: femina, fémina, fembra, que queda finalmente hembra (ya castellanizada); pero que no hace distinción de las hembras animales. He aquí una primera desvalorización e irrespeto. Acusamos de incoherentes e impropios los actos de habla donde refieran a feminicidio o femicidio; ya que no se mata a una hembra cualquiera. Se acaba con la vida de una mujer (gineco). Se comete un Ginecocidio.

Ya hemos consignado suficiente argumentación por ante la Real Academia Española (RAE) para repensar (reconstruir) una nueva acepción a este acuñamiento lexical, que esa institución admitió y sometió a procesos de estudios. Sustentado en que, Ginecocidio, del griego Gineco (mujer), es mucho más abarcativo: psicológica, biológica, social y espiritualmente. Ginecocidio significa, con más asertividad, el recurrente fenómeno que se viene cometiendo contra las mujeres, por razones de género o no.

Atendamos de inmediato a esta otra consideración que se enlaza con la anterior reflexión: Los científicos sociales no han podido, aún, determinar con exactitud los factores causales del incremento de los índices de violencia en la actualidad, en el mundo.

Sin dudas, la sociedad venezolana se ha vuelto cada vez más violenta y, conforme a algunas cifras analizadas, las peores consecuencias las pagan nuestras mujeres.

En un interesante estudio –hecho texto luego– cuyo autoría corresponde al doctor en ciencias sociales, psicólogo y sacerdote –recientemente fallecido– Alejandro Moreno, titulado “Y salimos a matar gente”, nos relata y concluye que la violencia es multicausada; que tiene sus factores originarios en el ambiente intrafamiliar: hogares disfuncionales, familias desestructuradas, irrespeto en la convivencia, deserción escolar, ociosidad, ausencia de la figura y protagonismo de la madre-mujer en tanto responsable de la fijación de las sensibilidades en los hijos.

Toda la anterior aseveración la reforzamos además en el hecho de que en 1970 la escritora y activista social Diana Russell acuñó el concepto femicidio para referir al   fenómeno de la muerte violenta de una mujer por ser mujer. Preguntamos, porqué entonces no ponderó directamente la utilización de la palabra mujer (gineco) para tan importante construcción lexicográfica.

Luego, en idéntico contexto, la antropóloga y académica Marcela Lagarde propone el término feminicidio, para dar cuenta del mismo hecho abominable contra la mujer; pero confirió a ese concepto-idea un sesgo político, con el propósito de denunciar la falta de respuesta del Estado en estos casos, y el cumplimiento de sus obligaciones internacionales.

Femicidio y feminicidio, aunque estructurados con muy buena intención; a mi modo de ver resultan injustos socialmente, desconsiderados biológicamente y tramposos lingüísticamente.

Justificamos el aserto anterior de la siguiente manera: fémina es una variante cultista, atrevida, discrecional e irónica para referirse a la mujer.  Más todavía, fémina discurre –de modo exclusivo– hacia el género. Contrariamente, Gineco contiene y comporta absolutamente a la mujer, en tanto ser humano.

Denunciar que se ha perpetrado un femicidio/ feminicidio para develar que se liquidó la vida de una mujer no es exactamente lo que denotan los vocablos citados.

Decimos por qué. Porque femenino es el género que comporta todo lo relacionado a la mujer; y cuando se provoca un   asesinato no muere el género, sino que se acaba físicamente con la mujer (Gineco). Entonces, resulta impropio señalar que se cometió un feminicidio (femicidio). No. Se perpetró un Ginecocidio: se mató a un ser humano, mujer.

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