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Gestos que cambian para siempre la Historia

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Desde hace varios años, se le atribuye al físico Albert Einstein (1879-1955) la frase «Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes». Esta cita ha sido difundida no solo en publicaciones en línea, sino también en artículos periodísticos que recopilan supuestas citas célebres del renombrado científico. A menudo se ha utilizado para reflexionar sobre la repetición de acciones sin cambios en los resultados, constituyendo un mensaje muy certero que ha perdurado en el tiempo.

No obstante, según una reseña de uno de los portales de verificación de noticias para desmentir bulos, no existe evidencia alguna que respalde la afirmación de que Einstein haya realizado alguna declaración similar a ésta, y la cita no aparece en ninguna de sus obras donde se pudiera constatar su autoría. De acuerdo con los especialistas, esta frase se le adjudica a la escritora de novelas de misterio, Rita Mae Brown.

Vamos a simplificar la frase y digamos: «Si quieres obtener resultados diferentes, no hagas lo mismo de siempre». Muchas veces nos empeñamos en actuar de la misma manera ante situaciones similares y no conseguimos el resultado deseado. Como ejemplos de estos gestos que modifican el curso de la historia, suelen citarse algunos hechos muy peculiares.

Hay un suceso deportivo muy claro para ilustrar lo dicho que comúnmente se cita de manera profusa. Durante los Juegos Olímpicos que se llevaron a cabo en México en 1968, Dick Fosbury revolucionó por completo la técnica del salto de altura. Antes de su brillante actuación, los atletas intentaban saltar de frente o de lado a la barra con las «técnicas de la tijera, el rodillo ventral o la del rodillo costal». Sin embargo, Fosbury introdujo una innovadora y audaz locura que cambiaría el rumbo de este deporte. En lugar de acercarse al listón de manera frontal o lateral, él optó por aproximarse de forma transversal y saltar de espaldas a él. Esta técnica, hoy conocida como «Fosbury Flop», no solo lo consagró como campeón olímpico, sino que también se ha convertido en el estándar para todos los practicantes de salto de altura. Su legado perdura hasta el día de hoy, demostrando que su revolucionaria hazaña trascendió más allá de una simple victoria en los Juegos Olímpicos.

Otro suceso paradigmático es la «Marcha de la sal» contra el monopolio británico en la India en 1930.

En 1882, el Reino Unido promulgó una ley en la India que restringía la recolección y venta de sal a la población local, otorgando el monopolio de este derecho al Gobierno colonial. Esta medida tenía como objetivo fortalecer el control británico en el país, creando un sistema que obligaba a los indios a adquirir sal exclusivamente de las autoridades británicas, quienes además imponían un impuesto adicional sobre este producto esencial. Aquellos que desafiaban esta ley enfrentaban multas y posibles penas de cárcel, mientras que el nacionalismo comenzaba a cobrar fuerza con la fundación del Congreso Nacional Indio en 1885. Unos cuantos años después, Mahatma Gandhi, uno de los miembros prominentes del Congreso Nacional Indio, lideró una histórica campaña de desobediencia civil contra el monopolio británico de la sal. Esta iniciativa se basaba en su firme doctrina de resistencia pacífica, conocida como «satyagraha», por medio de la cual abogaba por combatir las injusticias sin recurrir a la violencia. A pesar de las dudas iniciales dentro del movimiento, la campaña resultó ser un hito crucial en el camino hacia la independencia de la India. El 2 de marzo de 1930, Gandhi escribió una carta al virrey de la India, Lord Irwin, solicitando la abolición del impuesto sobre la sal. Ante la falta de respuesta, él y doce seguidores iniciaron la icónica «Marcha de la sal», también conocida como «Marcha de Dandi» o «Satyagraha de la sal», el 12 de ese mes. Durante aproximadamente treinta días, caminaron unos trescientos kilómetros desde Ahmedabad, en el oeste de la India, hasta Dandi, una localidad costera situada a orillas del mar Arábigo. A lo largo del recorrido, el grupo fue ganando adeptos hasta captar la atención de la prensa internacional, lo que contribuyó a difundir su mensaje.

El 5 de abril, en la costa, los manifestantes liderados por Gandhi llegaron con una clara determinación a cambiar el rumbo de las cosas. En un gesto simbólico desafiante, Gandhi recogió un puñado de sal, marcando así el inicio de un boicot contra la ley británica. La protesta pronto ganó fuerza, extendiéndose por todo el territorio y motivando a miles de indios a unirse a la recolección de sal. La respuesta británica fue la detención de más de sesenta mil personas en los meses siguientes, incluyendo a Gandhi mismo. A pesar de ello, las marchas y actos de desobediencia civil persistieron, y finalmente, tras nueve meses de encarcelamiento, Gandhi recuperó su libertad llegando a un acuerdo con Lord Irwin para poner fin a la «satyagraha».

Retornando a la convulsionada Venezuela, el 28 de julio de este simbólico año, se ganaron las elecciones, fue una victoria para toda Venezuela respaldada por las actas que mostramos al mundo, no solo a los seguidores. Este hito irrefutable se ve empañado por el desconocimiento de esta victoria por parte del candidato oficialista y por el acoso y las detenciones a testigos, miembros de mesa, líderes políticos y manifestantes con el claro objetivo de infundir miedo e impedir las protestas pacíficas. A esta represión se suman los intentos de declarar falsas las pruebas presentadas en clara violación de la independencia de los poderes públicos. Estas declaraciones reiteradas a lo largo del tiempo muestran una contumaz violencia verbal.

A pesar de ello, se instó a la movilización para el sábado 3 de agosto, y muchos creyeron que el miedo paralizaría a la población. La voz de María Corina, respaldada por el presidente electo y los integrantes de la coalición que apoya este movimiento pacífico de liberación nacional, fue suficiente como gesto simbólico para reunir a los venezolanos, no solo en el país, sino también en diferentes partes del mundo. Llegó en moto a Las Mercedes. Al subirse al camión-plataforma, generó un torrente de emoción y valentía, se entonaron los versos del Himno Nacional. Venezuela está de pie. Hemos dado a luz a la nación y nadie nos arrebatará al recién nacido de nuestros brazos.

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