Escribo estas líneas en un intento de aportar un poco de oxígeno al ánimo abochornado de tantos ciudadanos tras presenciar el ambiente de nuestra Cámara Baja, y nunca mejor dicho, si consideramos las maneras barriobajeras exhibidas por algunos de los ponentes y de no pocos asistentes. Entre estos últimos incluimos los que se escondieron como adolescentes para huir de su obligación de afrontar sus responsabilidades, bien graves por cierto, y en su lugar osaron lanzar a otro, cual vaquilla bien adiestrada en cornadas bajas (en el sentido más anatómico, en este caso) y con el frívolo desparpajo de quién no tiene nada que perder porque su cometido es degradar a sus adversarios y lanzar muchas bombas de humo, incluso bombas fétidas, con el fin de distraer la atención y no aportar ni un solo dato de todos los que les eran requeridos. En honor a la verdad, sí hubo un aportación acertada y documentada con respecto a los Ayuntamientos y CCAA gobernados por partidos que no habían sido «el más votado».
Pues bien, con esta intención de centrar la atención en lo ejemplar, me dispongo a recordar tres gestos honorables, protagonizados por ese partido que viene sufriendo un sistemático acoso y una permanente tergiversación, en ocasiones grotesca, de sus propuestas: huelga decir que me refiero a Vox. Aunque, ciertamente, a veces las críticas las provocan las propias torpezas, me parece de estricta justicia subrayar el acierto y gallardía de tres gestos singulares de este grupo parlamentario.
En primer lugar, y sin orden cronológico, me refiero al abandono del Congreso de los 33 diputados tras la entrega de los pinganillos, facilitados para recibir la traducción de tres de las lenguas cooficiales, el vascuence, el catalán y el gallego: estupidez y despilfarro mayúsculos, que camufla una no menos mayúscula pretensión de dar a entender que la ruptura de España, como Nación, es un hecho a punto de ser consumado, por la aspiración de Sánchez de ocupar el escaño «number 1» del Parlamento, a costa de claudicar irresponsablemente a cualquier condición de sus potenciales «aliados» parlamentarios. Para más indignación, esta modificación estatutaria se aplicó sin estar vigente, cuestión no menor de la que dejó constancia la joven portavoz de Vox, cuya voz fue silenciada por la cuestionable presidenta del Congreso, Francina Armengol, que por cierto había recibido un buen varapalo, junto con sus compañeros de filas afines, en las últimas elecciones autonómicas, en las que sus adversarios (PP y Vox) obtuvieron la friolera de 17 escaños más que en las elecciones precedentes. Con elegancia, en silencio, el grupo parlamentario entero abandonó el Hemiciclo: una imagen vale más que mil palabras.
El segundo gesto, digno de mención, tuvo lugar en la reciente visita del actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, invitado a España por su homónimo Pedro Sánchez, que además de serias fechorías antidemocráticas y una probada incompetencia comparten la falsa «tesis doctoral». En el caso del presidente colombiano, él mismo lo reconoció en el periódico «El Espectador» que le acusaba de haber incluido en su currículum tres títulos falsos: entre ellos el Doctorado en Nuevas Tendencias en Dirección de Empresas. Nadie parecía acordarse de la trayectoria de Petro desde su más tierna juventud en el M-19, movimiento guerrillero bolivariano, considerado por los estudiosos del tema como uno de los más degradados líderes populistas de nuestros países hermanos. Petro reconocía, abiertamente hace unos días, que cuando la gente mejora su calidad de vida y su poder adquisitivo ya no votan socialismo-comunista, razón por la que hay que mantener al pueblo en la pobreza. Es bien conocida su actual vinculación al Grupo de Puebla, promoviendo las estrategias del Foro de Sao Paolo que pretende imponer este comunismo en toda Hispanoamérica e introducirse en Europa.
En la España del insólito Pedro Sánchez, el inefable Petro es condecorado con los más altos honores. Al parecer, nadie podía oponerse, pero aquel miércoles del pasado 3 de mayo, los entonces 52 diputados del denostado partido abandonaban el hemiciclo, justo antes de la intervención de Petro. Mientras, la mayoría de los diputados, en pie casi todos, aplaudían… pero algunos escaños estaban vacíos, como el de Cayetana Álvarez de Toledo. Era otro modo de expresar lo mismo: conocimiento de causa y dignidad.
Esto nos pasa en España, sin embargo, ha dimitido honorablemente en estos días el Presidente del Parlamento canadiense, Anthony Rota por el homenaje al nazi Yarsolav Hunka. Todavía queda Memoria en nuestros coetáneos…
No podemos dejar de mencionar, finalmente, el honorable comportamiento del tercer partido más votado el 23J y concretamente de su presidente Santi Abascal. Apoyó sin reservas la investidura del candidato a Presidente, Alberto N Feijóo, sin reproches, con claridad en las discrepancias, con una naturalidad que rezumaba señorío, le regaló sus 33 escaños sin exigir formar parte del Gobierno, por una única razón: a su partido le importa España. Nobleza obliga.
Inma Castilla de Cortázar Larrea. Catedrática de Fisiología Médica y Metabolismo. Ex presidente del Foro Ermua, actualmente vicepresidente del Foro Libertad y Alternativa (L&A).
Artículo publicado en el diario La Razón de España