Finiquitados los Juegos Olímpicos de Verano en París, el pasado domingo 11 de agosto, se hace oportuno hacer comentarios sobre su impacto en la cultura, los medios de comunicación y obviamente la manipulación política de los resultados deportivos para hacer propaganda de los diferentes sistemas políticos como manifestaciones del desarrollo económico y social de los países.
Recordemos que fue la Alemania Nazi en 1936 la que inició la conversión de los Juegos Olímpicos en demostraciones colosales de las capacidades de los gobiernos para hacer obras de infraestructuras y crear héroes deportivos que incrementen el orgullo nacional y el prestigio institucional.
Esto fue muy bien aprovechado por el bloque socialista de la Unión Soviética entre 1952 y 1992, cuando logró una serie impresionante de triunfos deportivos que llevaron a estos países a alcanzar un gran prestigio global, al punto de ganar con gran diferencia en los Juegos Olímpicos de Munich (1972) y muy especialmente en Montreal (1976), donde la Unión Soviética y la desaparecida República Democrática Alemana quedaron en primer y segundo lugar, lo que llevó al Congreso de Estados Unidos a intervenir legislativamente para apoyar el deporte olímpico (1978).
Esta estrategia de promoción gubernamental también fue exitosamente implantada por Cuba, al ganar los Juegos Panamericanos de 1991, así como después por la República Popular China al ganar los Juegos Olímpicos de Pekín (2008), perder los Juegos Olímpicos de Tokio (2021) por una medalla y los Juegos Olímpicos de París (2024) en los que quedó empatado con la misma cantidad de medallas de oro que Estados Unidos (40), pero superados por mayor cantidad de medallas de plata de los estadounidenses, lo cual los pone en la ruta de buscar la victoria olímpica en los próximos Juegos Olímpicos de Los Ángeles (2028), en pleno territorio estadounidense.
En este sentido, una revisión al día de hoy de los 35 deportes que están autorizados para 2028 permite prever que de continuar el dominio de China en clavados, tenis de mesa, badminton, tiro, halterofilia, gimnasia masculina y natación artística, solo deben esperar una caída de los estadounidenses en natación y atletismo, ante potencias como Australia, Canadá y Jamaica, para superar en medallas de oro a Estados Unidos.
Seguramente, el Comité Olímpico estadounidense es consciente de esta hipotética humillación deportiva, más la creación de campeones olímpicos tarda años y si no tienen una generación de relevo es casi seguro este pronóstico tan temprano, por lo cual es de suponer que se incrementará la campaña de acusaciones por dopaje contra los nadadores chinos, que ganaron 12 medallas olímpicas, entre otras situaciones.
Se destaca entre estas situaciones la posible eliminación de la competencia de boxeo, que es vital para muchos países por sus historiales de medallas, especialmente para naciones como Uzbekistán ( ganó 5 de oro en París), China ( 3 de oro), o Cuba y demás países latinoamericanos.
A estas competencias extradeportivas entre estas potencias, se espera que para 2028 la vuelta de la Federación Rusa y Bielorrusia, esperando que la guerra entre Ucrania y Rusia termine antes de los eventos de clasificación de los deportes olímpicos, lo cual sin duda tiene un impacto importante en el medallero final de los juegos olímpicos.
Regionalizando el análisis deportivo es muy preocupante la situación del deporte en Latinoamérica y el Caribe, así con África a la luz de los recientes resultados, puesto que de 54 naciones africanas, solamente 12 lograron ganar medallas y entre todas ganaron 13 de oro y 39 en total, mientras que en nuestra región de México a Argentina, se ganaron 13 de oro y 68 en total, ( que serian menos si omitimos las naciones de habla inglesa de Caribe ) lo cual es menor a las 28 de oro ganadas por Oceanía ( Australia y Nueva Zelandia) que junto con las Islas Fiji, lograron un total de 74 medallas, con lo cual lograron unos resultados muy grandes, si los medimos por su número de habitantes, lo cual confirma la tendencia deportiva global de los últimos juegos de desplazar el medallero y con ello el prestigio deportivo hacia Asia (China, Japón y Corea Sur), acompañados por países del exbloque soviético como Georgia, Kazajistán y Uzbekistán, a la espera de que otros países muy poblados como Filipinas, Indonesia, Pakistán y la India terminen de arrancar sus programas deportivos y en ese momento sí va a ser muy complicado ganar medallas olímpicas para muchos países.
Que potencias deportivas regionales como Argentina ( 1 oro), México y Colombia (0 oro), sumados al caso de Venezuela, que no logró ganar medalla olímpica esta vez, reduce el papel de nuestra región a lo que puedan hacer Brasil y Cuba, apoyados por los logros individuales de atletas brillantes que ganan títulos de forma individual, lo cual sin duda amerita una toma de conciencia y un esfuerzo de integración regional en materia de formación deportiva para afrontar esta situación lamentable. Es que incluso Canadá, con 9 de oro y 27 medallas olímpicas, parece una gran potencia en comparación con los resultados obtenidos en París 2024 por este subcontinente iberoamericano.
En el caso especifico de Venezuela, es evidente que la crisis política y social esta afectando a todos los programas deportivos y la presencia de una venezolana en el equipo de natación artística de Estados Unidos que ganó medalla de plata es un ejemplo de lo que puede suceder de continuar la crisis política actual, pues además de recordar la presencia de numerosos deportistas cubanos que compiten para otros países y ganan medallas para ellos, también hay un asunto político que nadie quiere tocar hoy día.
Me refiero a que si los gobiernos de Irán, Corea del Norte, Nicaragua, Cuba y Venezuela, que tienen conflictos de alto nivel político con los gobiernos estadounidenses, van a boicotear los Juegos Olímpicos de Los Ángeles como forma de llamar la atención hacia sus agendas políticas particulares. De hecho, de continuar sin solución la problemática entre palestinos e israelíes, no tiene nada de extraño, que la Liga Árabe se movilice a apoyar también un sabotaje de estos juegos negándose a participar en los mismos, con las mismas razones esgrimidas por los países del anterior párrafo.
Si los atletas de dichos países pudieran prever esto, saldrían corriendo a nacionalizarse en otras naciones sin conflicto o a ver cómo entran al equipo olímpico de refugiados o atletas neutrales que ganaron medallas en París 2024.