Vista en perspectiva, la problemática socio política venezolana es, sin lugar a dudas, transcompleja dentro del contexto global de la democracia frente a las acciones dictatoriales de un paradigma de poder centralizado y represivo. El mundo está transitando hacia un orden multipolar, donde potencias emergentes como China y Rusia están desempeñando un papel muy activo en América Latina y, en franca oposición con el gobierno norteamericano y, de los pocos gobiernos democráticos de América Latina; obviamente, sin excluir a los pequeños países caribeños y su asociación con las políticas acomodaticias socialistas, y que por otra parte, con la migración cuyo objetivo oculto, es la invasión del islamismo y, de otras tendencias radicales dentro de las políticas globales de apoderamiento o, al menos. de gran influencia tales como son los objetivos de Irán, Siria, Turquía, y de otros gobiernos, que usan la democracia como un concepto propio de dudosa legitimidad constitucional y, basada por lo general en el robo de las elecciones, o de simulación democrática cuyo objetivo es la dominación global y de preservar el poder a largo plazo.
La confrontación de China, y Rusia con el mundo occidental redefine el equilibrio del poder mundial, de su economía y el destino de millones de personas. En realidad, es una disputa más compleja, tecnológica y difusa, donde el dominio político no se juega solo en los campos de batalla, sino también en la concepción ideológica, en ese sentido, la República Popular Comunista de China hay que ponerla en primer plano, ese país avanza con determinación cuyo poder, no es solo financiero, ni en el tamaño de su población, sino en su capacidad comercial, tecnológica y de producción en todos los segmentos de la economía. Esa habilidad para producir desde alimentos, componentes electrónicos hasta armas de última generación en una escala que ningún otro país puede igualar, viene acompañado del poder de penetración de su sistema financiero internacional bajo el mando férreo de un líder sustentado por el partido comunista chino, lo cual permite, mediante la planificación centralizada, el control de la población y sus restricciones políticas que le permite responder con volumen y rapidez la gestión productiva, incluso el desarrollo de sectores estratégicos como el militar, ello permite hacer frente al poder innegable de los Estados Unidos cuya administración, tiene fases legales obligatorias para la toma de decisiones, producto de la división democrática de los poderes públicos.
En Occidente, los ciclos de producción están fragmentados, condicionados por regulaciones jurídicas y laborales, administrados por instancias centradas en la división de los poderes, y de ciertos vaivenes coyunturales decididos por la consulta y, en extremo, por votaciones sobre el tema. A diferencia de los países no democráticos, autoritarios, socialistas, comunistas, o fundamentalistas, los liderazgos cambian constantemente, en China la ausencia de alternancia en el poder brinda una continuidad que, si bien puede generar desviaciones estratégicas profundas, también da capacidad para ejecutar líneas operacionales de apoderamiento a largo plazo sin interrupciones. La visión de una China decidida a tomar el control no parece solo una cuestión territorial o simbólica, sino también una acción de control tecnológico global y de buena parte de la producción y consumo mundial.
Rusia, por su parte, sigue su propia estrategia, centrada en restaurar zonas de influencia, fortaleciendo el control de su economía, del sector militar, y potenciarlas mediante la alianza con China a través de mecanismos de cooperación que les permite jugar en el complejo tablero de otros países, con el claro objetivo del control político extraterritorial, reconfigurar las cadenas de suministro e intentando reventar la hegemonía del dólar.
La necesidad de la Unión Europea de destinar ahora crecientes porciones de sus presupuestos al armamento y defensa —motivada por las restricciones financieras norteamericanas, y la presión de Estados Unidos en el marco de la OTAN— están erosionando los pilares del modelo integral europeo. El Estado de bienestar, la inversión, innovación y cultura empiezan a ceder espacio frente al gasto militar y se convertiría, poco a poco, en una versión militarizada y tensionada de sí misma, y apéndice estratégico de Estados Unidos.
En un mundo donde se compite, donde se pelean los pesos pesados de China y Estados Unidos el desenlace no dependerá solo de la fuerza militar, o de las relaciones internacionales, sino de quién logre construir un modelo sostenible, inclusivo y atractivo para las mayorías globales estratégicas, frente a ello, y en pleno conocimiento, la administración del presidente Trump ha desplegado una fuerte política centrada en el sueño americano, el nacionalismo y, hacerle frente en primer lugar, a las pretensiones especulativas externas, la succión de recursos de países foráneos, entre ellos, las subvenciones a la Unión Europea al recurso de sostenimiento de guerra ruso-ucraniana y, al drenaje financiero de los organismos internacionales, cuya dirección “democrática” está estructurada con mayoría de ejecutivos de corte socialista, la cual por cierto, no está exenta a corto plazo de revisiones operacionales. Esa definición de políticas contrastantes incluye a América Latina y el Caribe. reviviendo el interés norteamericano de no dejar cabezas de playa que perturben sus políticas e influencia territorial, y en tal sentido, intenta someter a la región adversa a través de políticas agresivas en el comercio internacional, acompañada de sanciones directas e indirectas según las circunstancias. En el caso de Venezuela, Cuba y Nicaragua, el lenguaje y acciones suben de tono gradualmente. En Venezuela, considerado como un país terrorista, de gobierno ilegal, gobernado por dirigentes señalados de delitos graves, sometidos a juicios internacionales, cuyas acciones han limitado severamente la capacidad de Venezuela para sustentar su presupuesto cuyo ingrediente central se estima en 8.000 o más millones de dólares anuales producto de la actividad petrolera, otro tanto, estimado por la actividad de los narcotraficantes, cuyo monto se estima en la mitad de los ingresos del país y otro tanto producto de la comercialización, contrabando de oro y, de otros productos de carácter estratégico, a la cual hay que agregar la estructura interna tributaria, la cual es de carácter abusivo por el costo exagerado en la prestación de servicios públicos, el efecto y las dificultades que produce en el comercio; se sujetan a la entelequia de atraer inversiones extranjeras y préstamos internacionales; estos factores tienden a estremecer la economía nacional y producir un efecto social muy grave.
Esta situación, está llevando al régimen a una búsqueda activa de alternativas en mercados asiáticos y africanos y, voltea también hacia sus cómplices: brasileños y colombianos para intentar sustituir la importación de productos norteamericanos, privilegiando a los productos de origen chino y de países “amigos”, quien por lo demás, no se las pone fácil al condicionar las actividades comerciales a la recuperación de sus enormes préstamos, estimados conservadoramente de 20.000 a 30.000 millones de dólares, cuyos prestamistas si no cobran sus deudas se convierten en un obstáculo clave para el régimen. Igualmente, estos supuestos proveedores, ven difícil recuperar sus inversiones y el pago de las deudas, poniendo en riesgo la política de pagar en especies, especialmente, petroleros, de metales preciosos y suministros, contraparte de las grandes facturas por el gasto militar y, a las adiciones el valor de las importaciones a precios seguramente inducidos por la política arancelaria, lo cual deja la caja nacional comprometida.
Igualmente, se abre la ventana del conflicto interno, de la presencia directiva cubana, la competencia de los carteles de la droga, la “protección y conflicto con las FARC y el ELN y por si fuera poco condicionada por la política errada y de mal manejo de los conflictos limítrofes con países vecinos como el del Esequibo y Guyana, que ya es un frente energético poderoso, complementado con la prohibición de comerciar y detener los negocios de la producción y comercialización del gas con Trinidad y Tobago. Todo ello introduce elementos importantes que se deben considerar en una prospección geopolítica condicionando el futuro venezolano a la ruptura del modelo político actual.
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