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Geopolítica, geografía y guerra Rusia-Ucrania

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El detonante de la guerra Rusia-Ucrania es la ampliación de la OTAN, que es esencialmente una explotación occidental de la debilidad rusa que emana de la disolución de la Unión Soviética. Rusia ha comunicado sus reacciones a la ampliación en términos pacíficos hasta la perspectiva de que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. La segunda ola de ampliación proveniente de Estados neutrales como Finlandia y Suecia se origina en los temores de estos dos países de ser los próximos objetivos de las campañas militares rusas. La ampliación de la OTAN a Ucrania ha provocado una guerra entre Rusia y Ucrania que, a su vez, ha ocasionado que algunos Estados neutrales abandonen su neutralidad y se conviertan en miembros de la OTAN. Por lo tanto, los esfuerzos de expansión de la OTAN han llevado a una mayor expansión a través de la guerra. Sin embargo, la exclusión y la guerra con Rusia solo anulan la oportunidad de formar una gran alianza para equilibrar a China. Occidente debe entender que no es prudente crear incentivos para la formación de una alianza chino-rusa.

“La geografía es el factor más fundamental en la política exterior de los Estados porque es el más permanente”. Colin Gray, The Geopolitics of the Nuclear Era, 1977

“Los Estados siempre se dedican a frenar la fuerza de algún otro Estado. La verdad del asunto es que los Estados sólo están interesados en un equilibrio que esté a su favor”. Nicholas J. Spykman, La estrategia de Estados Unidos en la política mundial: Estados Unidos y el equilibrio de poder, 1942

Las ubicaciones geográficas de los Estados en el sistema internacional dan forma a la política internacional. La permanencia de las ubicaciones de los Estados es una característica estructural que dobla la distribución del poder entre ellos. Las posiciones geográficas de Rusia, China y Estados Unidos constituyen los principales centros de poder, por lo tanto, doblan la distribución del poder entre estos tres Estados.

Es imposible reemplazar, intercambiar las posiciones geográficas de los Estados. No se puede trabajar en un laboratorio colocando a Rusia en el lugar de Estados Unidos y colocando a Estados Unidos en el lugar de Rusia o inyectando nuevas superpotencias en el sistema internacional para examinar los cambios resultantes en el conflicto y la cooperación global. La imposibilidad de realizar tales experimentos marca la demarcación entre la disciplina de las Relaciones Internacionales y la ciencia. Sin embargo, sin pensar en la verificación de hipótesis científicas como en la física, es posible generar conjeturas como las de este artículo sobre cómo evolucionaría y terminaría la actual guerra entre Ucrania y Rusia.

Consecuencias de la guerra Rusia-Ucrania

La guerra inevitablemente cambiará la frontera territorial entre Rusia y Ucrania. Es casi seguro que las regiones de Donetsk y Lugansk se convertirán en partes de Rusia. Otras regiones también podrían tener el mismo destino. Además de los cambios en las condiciones de contigüidad territorial, la guerra tendrá varias otras consecuencias: Primero, habrá un impacto prolongado en las relaciones entre Rusia y Ucrania que dejará una cicatriz profunda en términos psicológicos, sociológicos y políticos; en segundo lugar, alterará las creencias de superioridad militar de Rusia siempre que Rusia no logre obtener una victoria total. La nueva creencia será que Rusia no es tan efectiva militarmente en Europa del Este como en los viejos tiempos de, digamos, la invasión soviética de Hungría. Un fracaso ruso también fortalecerá la mano china, ya que una Rusia debilitada podría desear alinearse con China. Sin embargo, a pocos días de cumplirse el primer año de la guerra, queda en evidencia que la estrategia macro de Rusia no es ganar territorio en el conflicto, sino destruir las Fuerzas Armadas de Ucrania para de esta manera obligarla a negociar sin condiciones y detener las intenciones de los nacionalistas ucranianos y de Occidente en cuanto a la incorporación de Ucrania a la alianza atlántica, llevando la amenaza a las propias fronteras de Rusia.

El detonante: la ampliación de la OTAN 

Dos preguntas centrales necesitan respuestas: ¿por qué ocurrió la guerra y cómo terminaría? El detonante de la guerra es sin lugar a dudas la ampliación de la OTAN. La desintegración soviética es seguida por instancias sucesivas de membresía en la OTAN de Polonia, Hungría, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Rumania, Eslovenia, Eslovaquia, Albania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte. La ampliación parece un efecto dominó que transforma la frontera entre la OTAN y Rusia.

¿Rusia no reaccionó a la ampliación? De hecho, lo hizo. Ha intentado comunicar su descontento con la ampliación durante reuniones y encuentros diplomáticos desde el año 2000. La última reacción rusa puede interpretarse en su invasión de Ucrania. La posición rusa sobre la ampliación es que la reunificación alemana se realizó en términos occidentales en 1990, pero no se cumplieron las promesas occidentales de no ampliar la OTAN. La disputa es si las promesas occidentales de no expandir más la OTAN después de la reunificación alemana eran vinculantes o no; los diplomáticos y analistas estadounidenses en su mayoría afirman que esas promesas fueron absolutamente informales, sin embargo el resultado son los sentimientos rusos de haber sido  traicionados por Occidente.

Es posible argumentar que los estadounidenses han traicionado o engañado a Rusia, lo que equivale a una explotación norteamericana de un poder ruso debilitado después de la disolución de la Unión Soviética. Mientras que para Occidente, la expansión de la OTAN se percibe como la ampliación de la comunidad de seguridad, los rusos lo ven como un movimiento asertivo de Occidente, pero principalmente la infraestructura militar estadounidense más cerca de las fronteras rusas. Las perspectivas actuales de que Finlandia y Suecia se conviertan en miembros de la OTAN se originan en las percepciones suecas y finlandesas de una amenaza rusa dada la Guerra de Ucrania que recuerdan las percepciones turcas de una amenaza soviética luego de las demandas de Stalin sobre los estrechos turcos y el este de Anatolia después de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, Turquía se convirtió en un miembro de la OTAN durante la década de 1950. La intención de ampliación de la OTAN a Ucrania ha provocado una guerra entre Rusia y este país que a su vez ha provocado que algunos Estados neutrales abandonen su neutralidad dispuestos a convertirse en miembros de la OTAN. Por lo tanto, la expansión de la OTAN a Ucrania ha llevado a una mayor expansión a través de la guerra y a “calentar” de nuevo el Este de Europa como en los tiempos de la Guerra Fría.

Advertencias rusas

El papel principal de la OTAN es oponerse a cualquier Estado que controle una gran parte de Eurasia, ya sea llamada Unión Soviética o Rusia. La Guerra Fría se caracterizó por el equilibrio entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero ahora la OTAN amenaza a Rusia. Así, la oposición entre dos alianzas evolucionó de un equilibrio a una amenaza occidental de Rusia. Si uno afirma que la OTAN no es más que un instrumento para proyectar el poder de Estados Unidos en Europa del Este y observa el número de antiguos aliados soviéticos en Europa del Este que cambian de bando y se convierten en aliados de la OTAN, uno podría imaginar el nivel de traición occidental que sienten los rusos. Vladimir Putin, frente a la perspectiva de Ucrania y Georgia como futuros miembros de la OTAN, expresó su enojo en la reunión de la OTAN en Bucarest en 2008 al declarar que Moscú consideraría cualquier intento de expandir la alianza atlántica a sus fronteras como una “amenaza directa”. De hecho, una Ucrania miembro de la OTAN sería la última gota que Rusia podría soportar. Por lo tanto, la guerra no es más que el resultado de la retórica occidental y ucraniana de libertad y democracia que refuerza las perspectivas de que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN.

Realidades geográficas y modificadores estructurales 

Las realidades geográficas son difíciles de cambiar. El territorio ruso corresponde, grosso modo, al del Imperio Mongol de Genghis Khan correspondiente a lo que el geógrafo británico Halford Mackinder llama el “Área de Pivote”. Mackinder comenta que “El contraste más notable en el mapa político de Europa es el que presenta la vasta área de Rusia que ocupa la mitad del continente y el grupo de territorios más pequeños ocupados por las potencias occidentales”. Adaptado al mundo de hoy, el Creciente Interior de Mackinder que bordea el área de pivote hacia el Oeste contiene toda Europa. Ucrania y Bielorrusia están ubicadas en la región de Europa del Este de la Media Luna Interior y son contiguas a Rusia. Mackinder, por tanto, señaló la importancia estratégica de ambos Estados, afirmando que: “Quien gobierna Europa del Este domina el Heartland; quien gobierna el Heartland comanda la Isla del Mundo; quien gobierna la Isla del Mundo controla el mundo”.

Cualquiera pudiera objetar los puntos de vista de Mackinder, argumentando que pertenecen a una era pasada y ahora vivimos en el siglo XXI; sin embargo, como señaló la afirmación de Colin Gray, es imposible cambiar las realidades geográficas del planeta tierra: las ubicaciones de los Estados son “las más permanentes”. Pero en el mismo orden de ideas, se puede pensar que mientras Estados Unidos comparte fronteras físicas terrestres solo con Canadá y México, es contiguo a todos los Estados del resto del mundo. ¿Por qué sería esto cierto?; la contigüidad global de Estados Unidos con todos los Estados del mundo se debe a la capacidad de proyección del poder estadounidense a través de océanos, continentes y bombas nucleares transportadas por misiles intercontinentales.

La tecnología armamentista junto con la proximidad geográfica constituye un poderoso modificador estructural. Mientras existe más distancia entre los Estados, menos capaces se vuelven en proyectar su poder para luchar entre sí. Ucrania (o Georgia por las mismas razones) como miembro de la OTAN definitivamente aumentará la capacidad de la OTAN para realizar incursiones militares exitosas en Rusia. Por el contrario, la tecnología de las armas nucleares no sufre la disminución del poder con la distancia. Uno no puede imaginar que el poder de un misil nuclear se agote a lo largo de su trayectoria. Por lo tanto, un Estado nuclear puede considerarse como si fuera contiguo a otro Estado sin compartir fronteras que equivalgan a la contigüidad nuclear. Todos los Estados dotados de armas nucleares, incluidos los misiles intercontinentales, se benefician de la contigüidad nuclear. Por lo tanto, se puede distinguir entre la visualización de fronteras internacionales de contigüidad nuclear y contigüidad convencional. La primera contigüidad implica la destrucción de los territorios de los Estados que se volverían hostiles a cualquier forma biológica de vida después de un intercambio nuclear a diferencia de la segunda contigüidad que está en el centro de los conflictos territoriales; territorios que permiten la vida. La ampliación de la OTAN pertenece a ambas categorías. La OTAN que engulle a Ucrania se vuelve más fuerte frente a Rusia, ya que no hay seguridad en ser tan fuerte como un enemigo potencial; sólo hay seguridad en ser “un poco más fuerte”, como afirma Nicholas J. Spykman. Por lo tanto, Rusia se convierte en un Estado casi sin seguridad, especialmente después de la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, a pesar de ser Rusia también una potencia nuclear.

El triángulo estratégico: Rusia, China y Estados Unidos 

El nivel de mayor inseguridad de Rusia tiene repercusiones inmediatas en las relaciones Rusia-China-Estados Unidos calificadas como el “triángulo estratégico”, la ampliación de la OTAN puede unir a Rusia y China en una alianza de equilibrio. Para que esto suceda, Rusia y China deberían acordar enfrentarse juntos a la OTAN. Tal alianza no necesita estar basada en un tratado formal como el Pacto Chino-Soviético de 1950, es suficiente que las dos potencias se ayuden y alineen sus ideas y objetivos en diversos asuntos militares sin firmar un acuerdo.

China prefiere un mundo multipolar o policéntrico, donde la Unión Europea se erige como un nuevo centro de poder pero independiente de los objetivos políticos globales estadounidenses, es decir, como un actor autónomo en la política mundial. Durante la reunión del Grupo de los Veinte que tuvo lugar en Brisbane en 2014, el máximo líder de China, Xi Jinping, apostó claramente por una cooperación más profunda entre la Unión Europea y su país, y deseó que China y la Unión Europea se convirtieran en partidarios de un mundo multipolar. Sin embargo, la preferencia china por un polo europeo es difícil de materializar, pues la Unión Europea no es completamente independiente de Estados Unidos. Por ejemplo, Estados Unidos advierte a China sobre su postura hacia Rusia, especialmente con respecto a la invasión rusa de Ucrania y, de manera similar a la postura de Estados Unidos, los líderes europeos presionan a Xi Jinping para que mantenga la distancia entre Rusia y China. China no desea ser presionada en esa dirección; China prefiere ser uno de los Estados más poderosos e independientes de cualquier alianza, libre de decidir en temas de conflicto y cooperación por sí misma en la política mundial.

Equilibrio, Bandwagoning y guerras de dos frentes

Si la ampliación de la OTAN acerca a Rusia y China, lo que indica un movimiento de equilibrio frente a Occidente, se produciría el patrón de alineación inversa, es decir, el Bandwagoning o “abordar el tren”, si los Estados se congregan en el lado más fuerte. El equilibrio implica que Rusia se alinea con el poderoso Occidente después de su fracaso en Ucrania al apuntar a una China en ascenso. Situada entre una China en ascenso y una OTAN ampliada, Rusia compartiría la misma posición geográfica que Alemania, que se encontraba entre Francia y Rusia antes de la Primera Guerra Mundial. Rusia se enfrentaría entonces a un problema de guerra de dos frentes: se enfrentaría a una perspectiva de guerra con la OTAN en el Oeste y con China en el Este. Entonces, Rusia no actuaría con el espíritu de una lucha costosa con ambos enemigos, sino que seleccionaría a uno de ellos como aliado para oponerse al otro.

Las decisiones rusas de equilibrar y “subirse al tren” dependen de las percepciones rusas de la OTAN, las intenciones agresivas de China y la distribución del poder en el triángulo estratégico. No hay duda de que a medida que Suecia y Finlandia se conviertan en miembros de la OTAN, la alianza será más fuerte; por lo tanto, los rusos estarán más inclinados a buscar el apoyo chino para equilibrar la OTAN. Sin embargo, China no correspondería a la búsqueda rusa de ayuda china contra la OTAN mientras su impulso para alcanzar una supremacía de poder hacia Estados Unidos esté en peligro. Un poder chino reducido debido a su alianza con Rusia y atrayendo la animosidad occidental le impediría contrarrestar y eludir a Estados Unidos. Tal perspectiva en última instancia impediría que China alcance sus propios objetivos sobre el mar Meridional de China y especialmente sobre Taiwán. Por lo tanto, la reciprocidad china para cualquier deseo de alineamiento de Rusia está condicionada a sus evaluaciones de sus propios problemas de política exterior, no necesariamente a que la OTAN se fortalezca. Si China se eleva a un nivel superior para oponerse a Estados Unidos en un nivel dramático, entonces China agradecería una búsqueda rusa de su ayuda y una alianza chino-rusa podría formar una distribución de poder global cambiante. Una alianza chino-rusa enfrentada a la OTAN generaría un mundo bipolar estable en términos de la teoría del realismo estructural de Kenneth Waltz e inestable en términos de los argumentos de Karl W. Deutsch y J. David Singer. Bajo la sombra de las armas nucleares, un mundo bipolar de Occidente enfrentado a una alianza chino-rusa ejemplificaría una contigüidad nuclear impulsada por el miedo a un día del juicio final sin que nadie se atreva a arriesgarse a un intercambio nuclear.

En cierto sentido, un mundo bipolar de Occidente contra la alianza chino-rusa podría ser más estable en comparación con el pronóstico de George Orwell en su libro 1984, que describe un mundo tripolar impulsado por la guerra que consiste en Oceanía que contiene a Estados Unidos, América Latina, el Reino Unido, Suráfrica y Australia; Eurasia que contiene Rusia y Europa; Eastasia que contiene China, Japón, Corea, mientras que el resto del mundo como la India, gran parte de África, Arabia, el sureste asiático, incluida Indonesia, siguen siendo zonas de guerras perpetuas.

Los mundos tripolares son los sistemas más pequeños donde dos polos de Estados pueden mejorar su posición de poder alineándose entre sí contra el tercero. Sin ninguna certeza sobre qué alianza de dos se formará contra quién, un mundo tripolar representa una forma de inestabilidad. Por el contrario, en un sistema bipolar no hay incertidumbre sobre quién es el enemigo a diferencia de los sistemas multipolares. Por lo tanto, un debilitamiento de Rusia y una inclinación hacia China que lleve a una alianza chino-rusa dirigida a Occidente o un debilitamiento de Rusia y una inclinación hacia la OTAN son más estables en términos estructurales que una configuración de tres potencias de Rusia, China y la OTAN. Por lo tanto, una OTAN que engulle a Suecia y Finlandia no es necesariamente un factor de inestabilidad a nivel sistémico. Sin embargo, la estabilidad política global en términos de polaridad permanece en el limbo hasta que el resultado de la guerra de Ucrania sea claro como el cristal.

El fin de la guerra Rusia-Ucrania

¿Cómo terminará la Guerra de Ucrania?; la pregunta es equivalente a preguntar cuándo terminarán las muertes humanas, incluido el personal militar de ambos lados, las violaciones durante la guerra, los asesinatos de civiles, los crímenes de guerra que cometen los dos bandos, el éxodo de millones de ucranianos a países contiguos. Desde una perspectiva rusa, no es difícil notar que el apoyo popular ruso a la guerra (incluso el apoyo de los soldados rusos) no es total. El hundimiento del buque insignia de la armada rusa en el mar Negro es solo un ejemplo de las dificultades y pérdidas de combate de Moscú; pero también son evidentes las enormes y mayores pérdidas de las Fuerzas Armadas ucranianas. No hay una victoria fácil para Rusia, pero más aún para Ucrania.

La primera lección de la Guerra de Ucrania se suponía en la probabilidad de que las fuerzas rusas entraran en combate sin una estrategia militar clara. ¿Cuál era exactamente el objetivo ruso?, ¿una toma de posesión de todo el territorio ucraniano y la colocación de un gobierno títere al estilo de Bielorrusia o una captura de todo el territorio ucraniano?, ¿no sería suficiente una captura de Lugansk y Donetsk? Las respuestas a estas preguntas solo se pueden encontrar en los planes de guerra rusos. En términos más específicos, Moscú no debería estar detrás de una estrategia de demostración del poder ruso ante la OTAN, sino principalmente de una estrategia para doblegar o acabar con la voluntad de resistencia de Ucrania. ¿Las capturas de algunas regiones de Ucrania conduciría al abandono de Ucrania para defender su patria o convertirse en miembro de la OTAN?; del mismo modo, ¿las capturas de algunas regiones de Ucrania conducirán a un fortalecimiento de Rusia hacia la OTAN en términos geográficos y, por lo tanto, geopolíticos? Se puede especular sobre las condiciones del final de la guerra respondiendo estas preguntas que incluso las autoridades militares rusas no pueden proporcionar fácilmente.

En segundo lugar, desde la perspectiva de Moscú, está el problema de la ayuda militar occidental a Ucrania. Uno puede recordar cómo la ayuda externa ayudó a las guerrillas afganas a infligir altos costos a las fuerzas rusas durante la invasión soviética de Afganistán en la década de 1980. Una solución a este problema es la escalada militar; por lo tanto, el envío de más fuerzas, el uso de más equipos y las amenazas de usar armas nucleares pueden constituir un remedio. Sin embargo, una guerra prolongada implica un fracaso militar ruso que podría llevar a los Estados del campo occidental y a China a actualizar sus creencias previas sobre las capacidades de combate rusas.

Se puede hacer un tercer comentario sobre el fin de la guerra considerando las expectativas de Putin de una victoria rápida. Finalmente, Putin ha deseado una rápida disminución del apoyo popular a Zelensky y al liderazgo ucraniano en general. También se había pronosticado una baja resistencia ucraniana al oponerse a las fuerzas rusas. Sin embargo, una vez que ha comenzado la guerra, podría haber ajustado sus puntos de vista a la evolución real del conflicto. Uno nunca debe eliminar las perspectivas de un fracaso militar durante la guerra y esto se aplica a ambos lados, tanto para Ucrania como para Rusia. Los planes deben revisarse día a día. La recepción de Putin de los pronósticos de guerra y las eventualidades de su propio ejército podría no ser cien por ciento correcta, por lo tanto, el final de la guerra no está cerca y la victoria aún es incierta, aunque cada vez inclinando la balanza hacia Moscú.

Si se supone que Ucrania es el beligerante más débil en esta guerra, entonces es posible que Ucrania continúe luchando hasta el final, porque si su derrota frente a Rusia es inminente, cualquier paz alcanzable (para el gobierno de Kiev) es peor que luchar hasta el final por Ucrania. ¿Por qué aceptar una pérdida de soberanía total o parcial es peor que continuar luchando?; es posible llegar al mismo resultado de no cesar casi por completo las hostilidades militares en términos de ganancias y costos generales. Rusia preferiría luchar en lugar de negociar un acuerdo de paz con Ucrania si se presentaran sucesivos reveses militares rusos, porque Rusia estimaría que la asimetría de poder a su favor persuadiría a Ucrania a rendirse tarde o temprano. Putin esperaría que niveles más altos de destrucción en las fuerzas armadas ucranianas y costos humanos probablemente conduzcan al final del conflicto y, por lo tanto, preferiría una escalada para rondas futuras. Zelensky, igualmente, puede aumentar su nivel de resistencia a medida que recibe ayuda militar occidental. El resultado sería entonces un punto muerto sin final de la guerra en el horizonte cercano y tendiendo al peligro de la escalada del conflicto incluso con amenaza nuclear.

Observaciones finales

La ampliación de la OTAN tras la unificación alemana constituye sin lugar a dudas (como además lo ha señalado Henry Kissinger en repetidas ocasiones) un gran error estratégico. Solo sirve para provocar que Rusia emprenda acciones militares, sólo quedan este tipo de opciones para Moscú. El último medio ruso parece ser utilizar su arsenal nuclear que conduce a la destrucción de Europa y quizás del mundo. En lugar de beneficiarse de la desintegración de la Unión Soviética a través de la ampliación de la OTAN, Occidente debería dar la bienvenida a Rusia formando un colosal conglomerado de Estados que controlan casi todo el mundo excepto China. Si es necesario un sistema de seguridad que cubra Europa, ¿por qué excluir a Rusia? Si Rusia se convierte en miembro de un sistema de seguridad europeo, China se vería disuadida de emitir amenazas y reclamos como en los problemas de Taiwán y el mar de China Meridional que se perciben como objetivo de una contraalianza generalizada. La exclusión de Rusia solo borra la oportunidad de formar una gran alianza para equilibrar a China y crea incentivos para la formación de una alianza chino-rusa. En consecuencia, Occidente debería tomar nota de Rusia como un aliado valioso y potencial contra China, independientemente del destino de Ucrania.

@J__Benavides

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