OPINIÓN

Genocidio sociolista

por Alicia Freilich Alicia Freilich

No bastan los asesinados por millares en las calles de todo el país a lo largo de 22 años por causas y maneras detalladas por los medios digitales que pueden escapar a censuras en las ahora bien llamadas “páginas tintas en sangre”, frase de invención popular. No es suficiente que los cuerpos de exterminio mal nombrados “de seguridad del Estado” sigan asesinando por ejecuciones, torturando y suicidando a civiles y militares disidentes en mazmorras con procedimientos diseñados por expertos del G2.

Entre repetidas noticias politiqueras se asoman las cifras de hambrunas a fuego lento ejecutadas y sus fatales consecuencias físicas y mentales. Quedan como archivos fríos de este mes en el balance anual de daños por desnutrición infantil, el trato inhumano a los subpensionados, la carencia de servicios médicos rutinarios y especiales para los infantes en especial. Un todo que configura el calco pero modernizado de los manuales maoísta, estalinista y hitleriano: matar de hambre, expulsar, despoblar sin tregua el territorio de sus habitantes naturales para ocuparlo con sus cómplices de la narcodelincuencia transnacional. En este sentido, mientras miles emigran sin tregua conociendo los avatares de peligrosos caminos y más remesas envían quienes logran ubicarse de manera productiva en el exterior, el régimen parasitario se afianza. Espejo castrocubano.

Ahora, por las normas teóricas que invocan respeto a los derechos humanos resulta inconveniente fusilar en paredones al inicial estilo castrista invitando a la prensa como propaganda revolucionaria heroica y advertencia a los disidentes. Hoy se utilizan otros cadalsos, un tanto más opacos y silenciosos, pero continuos y eficaces, sin que importen sanciones, visitas de fiscales internacionales, condenas verbales, reuniones urgentes de una OEA y hasta de comisiones de la ONU para expresar sus condolencias. La revolución avanza.

Los criminales hambreadores de Latinoamérica, Bolivia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, abastecidos por las colombianas FARC y sus militaristas socios fronterizos, bien alimentados y bebidos, quien sabe si drogados con las mismas toxinas que los enriquecen mediante sus cultivos, traslados y cobros al odiado imperio de los yanquis, el resto del hemisferio y otros lugares del planeta, estos héroes patrióticamente soberanos celebran sus aciertos en un palacio de La Habana construido por el dictador Fulgencio Batista, porque el cumpleaños y logros del grupete Alba merecen banquete de abundancia y placeres en un ambiente de lujo respetable. No es aquella elitesca bautizada como diletante Izquierda de Caviar. Esta es la activa Siniestra de Narcosangrías reunida sobre pisos de mármol.

Dos famosos filmes, premiados en diversos eventos, testimonian a fondo este mecanismo genocida. El alemán Niebla en agosto (2016) ilustra la “dieta del hambre” nazi para enfermos, débiles, minusválidos, desempleados, extendida como tratamiento curativo para gitanos, negros, católicos, protestantes, homosexuales, alimentados en institutos oficiales con caldos desprovistos de nutrientes para acelerar su muerte por inanición. Y la cinta polaca Mr.Jones (2019) muestra al detalle la gesta soviética de Stalin promoviendo la miseria para colectivizar a Ucrania. Modelos para las tropicales castrochavistas bolsas CLAP.

En semejante contexto, ¿cuánto vale el show mexicano sustentado en la anulación también planificada del constitucional interinato venezolano para reinar sobre una población de socios narcomerciales con una sociedad de rojo apartheid sometida por hambre a la obediencia total?

Una de tantas preguntas fastidiosas que nadie oye para no molestarse en  contestar.

El sociolismo avanza y se legitima con acordados votos.

alifrei@hotmail.com