1. Desbrozar lo que hay en la Operación Gedeón es muy difícil. Hay cosas que se saben, hay cosas que no se saben y hay cosas que se han distorsionado, sea para eludir la persecución o para eludir responsabilidades. Existen elementos ciertos, ya conocidos; pero otros puntos no se conectan todavía y es lo que ha dado margen para que todas las teorías se aposenten en la imaginación pública.
2. Los datos duros existen. Tomemos las expresiones de sus propios autores: hubo una exploración para una operación militar destinada a amarrar a Maduro y llevarlo a Estados Unidos, y se firmó un contrato con un ciudadano de este país con experiencia en operaciones especiales. A partir de un momento, Guaidó y sus colaboradores se desligan de esa operación. El general Cliver Alcalá continúa la promoción de la acción, pero es indiciado en Estados Unidos al lado de Maduro y otros, por lo cual procede a entregarse a las autoridades norteamericanas. En los días previos es detectado un camión de armas en Colombia que era parte del proyecto. De todas maneras, los lugartenientes deciden continuar y resulta el desastre conocido: presos, torturados, muertos y perseguidos. J. J. Rendón es el único que da la cara, mientras el gobierno interino se disuelve en excusas.
3. El régimen asegura que tenía infiltrada la operación desde el comienzo. Hay señalamientos sobre algunos de sus participantes. Sin embargo, los muertos le dan realidad definitiva al propósito perseguido; esos cadáveres existen y expresan una dimensión irrebatible: algo se intentó y fue delatado.
4. Evaluar no es fácil por la presencia de esas zonas oscuras. Sin embargo, se puede decir que, al menos por un tiempo, Guaidó y sus colaboradores vieron que el régimen de Maduro no iba a llegar a su fin por las negociaciones y la supuesta vía electoral. En ese momento, “con todas las opciones sobre la mesa” y “debajo de la mesa”, hicieron un trabajo “exploratorio” para una salida de fuerza, no consultado, informado o discutido con sus aliados. Esto crea una nueva situación: un sector de la oposición representado por Guaidó y algunos de los factores políticos que lo apoyan, vio (¿ve?) la salida de fuerza como posible, deseable o inevitable, lo cual se suma a quienes ya venían sosteniendo tal tesis y lo diferencia de algunos de sus propios compañeros de ruta del G4.
5. Un hecho igualmente relevante es que se pensó en oficiales extranjeros, en legionarios contratados, para participar en acciones militares para rescatar la democracia en Venezuela. Esto, en sí mismo, expresa que algunos, al menos por un tiempo, evaluaron que a un régimen como el de Maduro, que es punta de lanza de Cuba, Irán y en otro terreno de Rusia, Turquía y China, hay que enfrentarlo con un ejército multinacional.
6. Maduro y la prensa internacional en su mayoría presentan el desastre de Gedeón como una victoria de los rojos. Es clarísimo desde el punto de vista militar, pero no tanto desde el punto de vista político. Es posible que como con Chávez en 1992, una derrota militar lleve en su seno el germen de victorias políticas.
7. Por ahora, el régimen está más débil y la oposición también. Un nuevo liderazgo es una demanda y una posibilidad.