La borrachera barinesa está en pleno apogeo, tiene hasta apóstoles y profetas, los hay de todo porte y color. Hay los eruditos que acompañan sus razonamientos adornados de latinazos como: “Quod cuique pro eo praestatur, invito non tribuitor», lo que equivale a decir que: «Lo que a uno se le da en favor suyo, no se le da en contra de su voluntad”. No voy a fastidiarlos con una infinita muestra, hay de todo, hasta aquellos que taconean, con gestos de señoras altivas, para hacer énfasis en su apoyo a lo electoral. No escasean los que llaman en su ayuda el caso del plebiscito chileno contra Pinochet en 1988, ¡Y hasta citan a Capriles!, quien en marzo de 2013 aseguraba que las elecciones del 14 de abril de ese año le recordaban al referéndum de Chile.
Decía, en aquella ocasión, el estratega político: «A mí me recuerda mucho este proceso al proceso que le tocó vivir a Chile a finales de los años 80 cuando la dictadura convocó un plebiscito y resulta que el tiempo de campaña no llegaba ni a un mes». Ya sabemos como triunfó y cobró Henriquito en aquellos sufragios de hace nueve años.
La inempeorable secta política criolla será estudiada algún día como casos avanzados de cretinismo que ni con un injerto de tiroides podrán ser rescatados. Se hacen lenguas de la vía electoral, ya se ven campeando por Miraflores y cuanta institución o ministerio le pondrán mano, ya se ven de embajadores, cónsules, agregados culturales, cuando no Directores de Asuntos Sin Importancia donde sea. Ya ven sus manos ordeñando la teta estatal a mansalva.
Si no fuera tan trágico el desenlace de la irresponsabilidad de estos señoritingos, y de la, todavía amplia, corte de vividores, ignorantes y lambiscones que les rodean es para reírse hasta el llanto. La vaina es que el país está ahíto de llorar ante la incapacidad manifiesta de esta secta. Ahora cuando casi al unísono el gallinero entero cacarea sobre el mantra electoral y sacan cada dos por tres el ejemplo chileno y de cómo se pudo derrotar a Pinochet, lo que ninguno habla es sobre el papel que jugaron las fuerzas armadas para obligar a don Augusto a reconocer la derrota.
El general Fernando Matthei, quien era miembro de la Junta Militar chilena, y quien fue comandante de la fuerza aérea del país austral a partir de 1978, reveló que Pinochet había pretendido desconocer su derrota en el plebiscito del 5 de octubre. Aseguró el mencionado general que Pinochet Ugarte trató de hacer firmar a los miembros de la Junta Militar un decreto especial para traspasarle sus poderes; a tal fin los citó en el palacio de La Moneda, sede de la presidencia de ese país, esa madrugada, antes de que se dieran a conocer los cómputos oficiales de la jornada electoral.
Abunda Matthei que ni su institución, ni los carabineros ni las fuerzas navales estaban dispuestos a respaldar un autogolpe que desconociera lo dispuesto en la Constitución dictada por el propio régimen. Asegura él que, dos semanas antes del plebiscito, los jefes de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y de Carabineros se reunieron con el entonces director de la Central Nacional de Informaciones, general Hugo Salas Wenzel. «Al término de esa reunión, el jefe de Inteligencia de la Fuerza Aérea me comunicó que le habían informado de un plan para el día del plebiscito, en caso de que algo salga mal. Cuando me enteré de esto, llamé al almirante José Toribio Merino (en aquel entonces comandante en jefe de la Armada), quien me confirmó que su propio jefe de Inteligencia le había dado cuenta de lo mismo». También relata que relata las disposiciones del ex dictador chileno eran rodear la ciudad con blindados, vigilar las embajadas y representaciones diplomáticas para impedir que los dirigentes opositores se refugiaran en ellas.
Matthei asegura que los otros miembros de la Junta le hicieron saber a Pinochet que fuera cual fuera el resultado, debía respetarse la Constitución, que establecía que en caso de perderse el plebiscito debían realizarse elecciones libres al año siguiente. «Pero el presidente nos contestó que si algo andaba mal, sacaría las tropas a la calle, daría órdenes de establecer una cadena nacional y solicitaría el estado de sitio». La reacción del alto mando militar fue rotunda: No, se aceptará y hará respetar el resultado sea cual sea.
Llegados a este punto, ¿quién se imagina a Padrino López diciéndole al tipo aquel: Mira Nico, la vaina salió mal chico, te tienes que ir. Perdiste…? Imagínese uno a Remigio Ceballos Ichaso o a Pedro Juliac Lartiguez metiendo la cucharada: Camarada presidente, la plebe votó en su contra y tiene que entregar… ¿Cómo se expresará el almirante Serantes Pinto, comandante de la Marina? La oficialidad de la Armada tiene fama entre sus colegas de ser los aristocráticos del clan, yo me supongo que dirá algo así como: Honorable y Excelentísimo señor presidente de la república, lamento tener que notificarle que ante los resultados del magno evento electoral sucedido en este día, usted no ha resultado favorecido. Fabio Zavarce Pabón, comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana, que son como los guachamarones del combo le dirá algo así como: ¡Qué vaina machete!
Díganme, como decía mi abuela Elvira, con el corazón el mano, ¿hay quien cree que esta camarilla de especímenes se va a plantar a exigir se defienda la voluntad electoral, porque ellos son garantes de ello? ¿Va esa pandillita a dejar de gozar de todas las prebendas, beneficios y minitetas que tienen, para hacer que se respete nuestra decisión? Un poco de seriedad no vendría mal.
© Alfredo Cedeño
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