Si perdía Carlos Eduardo Ocariz Guerra, perdía mucho, yo diría todo. Si perdía David Ricardo Uzcátegui Campins, ganaba mucho. Ganaron los dos y ahora va a ganar Miranda, ese estado tan importante y querido homónimo del prócer eterno.
Ganar en política no es como ganar en el beisbol, donde al final del juego uno hizo más carreras que el otro, recoges la batera y te vas; ese juego te lo anotan como ganado o perdido, pero en política, perdiendo a veces ganas y creo que es lo que ha pasado en Miranda.
El equipo de Carlos ganó porque esa es la jugada necesaria para derrotar a los comunistas en Miranda ahora; el equipo de David se proyectó para no perder las próximas elecciones mirandinas, acto por cierto que puede ser más rápido de lo que imaginamos.
Esa pugna entre dos candidatos y sus equipos deja un buen sabor: la democracia tiene quien la defienda, tiene buenos candidatos que podrían hacer el trabajo infinitamente mejor que el comunismo rancio e incapaz que nos gobierna.
Muchos ciudadanos y actores políticos veían con preocupación la disputa mirandina: un error de la oposición…, un desastre…, porque no se ponían de acuerdo; pero… contrario a eso, esa contienda, el proceso y su resultado deben tener al comunismo pensativo, cavilando.
Si ambos grupos democráticos –por eso mismo es que es difícil este tipo de decisiones– ahora se ponen el mismo uniforme, blanden las mismas banderas, predican el mismo discurso y abrazan la idea de que Miranda es el ejemplo que hay que seguir, el precio de ir a unas elecciones en este ambiente puede ser bajo, barato, pero si no, propagar toda una disputa interminable y que nos lleve en diferentes barcos hasta el 21 de noviembre puede ser el costo más elevado pagado en proceso político alguno.
No ganar la mitad al menos de las gobernaciones y alcaldías sería comprar por el precio de doce solo dos, una aniquilación de la oposición que dejaría rostros amargos a lo largo y ancho del planeta, ese que hoy es nuestra tierra.
Ahora, si todos estos actores se alinean en Miranda y dan un mensaje con un contenido claro, trepidante, que enamore al ciudadano, que lo haga voltear para acá y lo ponga a pensar en la posibilidad de salir de esta desdicha, que acepte es la vía, la única vía, sí, armarnos regionalmente para luego asaltar la presidencia y salir de esta desgracia que nos impide hacer la cena de Navidad con los nuestros, entonces el precio de estas elecciones puede ser económico.
Las encuestas en Miranda manifiestan una ventaja de la democracia sobre el comunismo que al gobierno deben hacer temblar las piernas pero, pero, como ya sabemos van a comprar votos, meter en autobuses un gentío y amenazarlos con arengas sobre la derecha fascista; van a montar puntos rojos para hacer el carrusel y aplicar otros nuevos métodos facinerosos que deben estar en etapa de maduración. Así será y nosotros tenemos que ser capaces de desarrollar tácticas contra eso, el verdadero enemigo electoral.
Dos meses pueden cambiar el futuro de este país pero… nada cambia solo; el humano lo cambia con estrategia, organización, logística, fuerza, tozudez, inteligencia, honradez –amalgamando todo eso– haciendo equipo ganador.
Vamos a formar ese equipo político exitoso en Miranda ahora, ya; me parece que no hay más innings.