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GameStop y el olvido de la tradición americana

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Si bien el mercado de valores tiende a jugar un rol importante en las economías, pocas veces sus noticias cubren las primeras páginas de los periódicos y medios de comunicación. En el saber popular, la bolsa, las acciones y los instrumentos financieros son vistos como algo de extrema sofisticación cuya comprensión escapa los linderos del saber de un ciudadano corriente. Esta premisa cobra aún más validez en sociedades en las que el mercado de valores tiene escaso o limitado desarrollo, como parece suceder en buena parte de América Latina y, por supuesto, en el caso venezolano, en el que aún el mercado lejos está de ser un actor realmente significativo para la economía y quienes en él participan parecen hacerlo entre un dejo de nostalgia –los tiempos de gloria de la cada vez más lejana década de 1990– y una apuesta –bastante incierta y plagada de riesgos– de cara al futuro.

Lo cierto del caso es que episodios como el acaecido con GameStop Corp. y el mercado internacional constituyen una disrupción de esa visión lejana y especializada que a menudo se le endilga a los mercados y al mundo bursátil. En las últimas dos semanas de enero de 2021 parecía que hasta el ciudadano más lego en materia financiera quería saber qué estaba pasando con la acción de la compañía retail de videojuegos, los usuarios del foro wallstreetbets de Reddit, la pérdida de los poderosos hedge funds, y la controversial intervención del bróker Robinhood Markets, Inc. al limitar el trade de la acción de GameStop Corp. y otras acciones sometidas a la polémica del mercado.

Seamos honestos. Al público le encanta las historias de David versus Goliat en la que el débil y el que se encuentra en desventaja logra sobreponerse a quien es más poderoso y tiene primacía. Tal vez forme parte de una condición innata del ser humano. Al menos en apariencia, esa es la primera fachada de la historia que se encuentra detrás de GameStop Corp. y cómo un grupo de inversionistas amateur puso en jaque las posiciones de varias de las organizaciones financieras más sofisticadas del planeta, empleando las reglas del mercado que los propios pundits de Wall Street han creado y –valga decirlo– manejado de forma cuestionable.

Y es precisamente sobre este tema sobre el que queremos reflexionar el día de hoy. Hasta qué punto el mercado bursátil internacional constituye una muestra de libre mercado o, por el contrario, se ha convertido en una liaison en la que convergen el poder político y los intereses corporativos, de forma tal que las regulaciones se aplican de forma selectiva para defender o proteger los intereses de quienes se encuentran cerca del poder y no para salvaguardar la premisa de un Estado limitado y al ciudadano. El postulado base de la igualdad formal ante la ley.

El último trimestre del año 2020 y el comienzo del año 2021 han dejado consigo muestras de esa liaison existente entre el poder político y las denominadas grandes corporaciones, manifestaciones estas que nada tienen que envidiarle al mercantilismo que se practicaba en varios países europeos hace unos cuantos siglos atrás. El punto más álgido de todo esto se encuentra en la suspensión de la cotización que Robin Hood, por ejemplo, hizo de las acciones de GameStop Corp. afectando el derecho de propiedad de los clientes de la plataforma. Ciertamente, pudiera argumentarse que había una base legal para ejecutar semejante medida y que contractualmente quienes suscriben los servicios del bróker deben atenerse a estas medidas que potencialmente se pudieran tomar. Sin embargo, en nuestra opinión ese argumento está lleno de grises y no existe un estándar absoluto sobre el tema que pueda oponerse, ni tampoco un precedente semejante en la historia de los mercados (a la extensión de nuestro conocimiento). En tal sentido, cuando menos, es éticamente reprochable que se emplee el mismo conjunto de regulaciones con un doble estándar que convenientemente parece favorecer –al menos esta vez– a quienes están cerca del poder.

Por otro lado, y es justo decirlo, debemos cuidarnos de satanizar o demonizar la figura de los hedge funds. Estos fondos de cobertura son muy importantes para la economía y juegan un rol fundamental en todo lo concerniente al manejo de posiciones de riesgo financiero. De este modo, si bien en esta historia –que seguramente tendrá series en plataformas streaming y quién sabe si un buen libro de Michael Lewis– aparece como un abierto desafío a los poderosos hedge funds, más que abogar por su desaparición y destrucción debemos auspiciar que su desarrollo y funcionamiento se dé de forma tal que no se beneficien de los frutos de un gran Estado mercantilista.

Recientemente, en un foro en el que estaba hablando sobre este tema uno de los asistentes me preguntaba si hacía falta más regulación para evitar este tipo de desastres y qué soluciones se podían dar en el corto plazo para paliar este problema. Confieso que la pregunta es pertinente y ciertamente no puede responderse a la ligera. Pero preliminarmente creo que difícilmente más regulaciones vayan a solucionar este tipo de situaciones –de hecho, presumiblemente, lo más probable es que terminen por aplicarse de forma opaca y en función de los intereses imperantes en el poder de turno– con lo que la zanja se abrirá aún más y la disonancias en el mercado –los llamados flaws– potencialmente se profundicen. Por el contrario, pienso que en lo inmediato se debe proceder a abrir aún más la información disponible en el mercado, de forma tal que el mundo del inversor no sea visto como un brebaje exótico reservado  para un selecto grupo de comensales.

El problema de fondo del caso GameStop trasciende meramente al mercado y a las instituciones financieras. La brecha entre Wall Street y la denominada Main Street tiene raíces más profundas que un simple bid o un ask. Es el llamado, cada vez más evidente, que demanda la sociedad estadounidense de tener que construir un país con instituciones más inclusivas. Barry Goldwater, político estadounidense a quien muchos consideran la chispa que retomó los principios conservadores en Estados Unidos en el siglo XX, decía en su libro The Conscience of a Conservative, publicado originalmente en 1960, que uno de los mayores problemas que tenía tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano era el hecho de que sus principales líderes y exponentes se manifestaban proclives al desarrollo de un gran Estado olvidando su cometido de servicio al ciudadano bajo la premisa de la libertad y la preponderancia de la sociedad civil. En el contexto actual, en el que la sociedad estadounidense está dando tantas muestras de agotamiento, el mercado de valores no es más que un reflejo de dichas circunstancias, por lo que el fenómeno de GameStop, la aparición de este pequeño David no debe subestimarse ni desdeñarse las consecuencias que pudiera traer para el futuro inmediato. Mucho bien harían los expertos de Wall Street en leer a Goldwater e intentar volver a las raíces y principios de su gran nación.

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