En Miranda su gobernador lió una bolsa de churupos para repartir en cada municipio. 500.000 dólares son efectivamente nada para un estado. Para un estado tan grande mucho más y resulta menos en el lamentable estado en que se encuentra. El asunto es complejo, con muy diversas aristas, también acaudalado de repercusiones económicas, sociales, pero sobre todo políticas.
El populismo rojo esparcido en Miranda hizo que antes de esta se efectuara una primera consulta, de muy fácil, tanto como predecible, contestación: ¿Está de acuerdo en que le demos unos fondos para que los administre? La respuesta fue el más rotundo sí que quien hace que funge de gobernador escuchará en su vida. Ahora surge la otra parte del proceso -palabra muy bien ponderada por los rojos, para hacer creer que-, surge la pregunta acerca de en qué servicio quiere la población que se destinen los churupitos. Obviamente no será en pinturas de uña y afeites. La pregunta viene condicionada hacia qué servicios. Orientada básicamente a tres, con un «otros» como posibilidad que sabemos todos que, por la rapidez natural de las respuestas en casos como estos, será desechado por el tan democrático votante. Esos tres son: agua, electricidad o vialidad.
Como juegan con la ingenuidad que ellos creen arraigada en los ingenuos. El preguntador y el preguntado saben en realidad que el Estado no puede evadir sus funciones. Por irresponsable que sea, como de hecho es de los peores irresponsables de la historia en materia de Estado el régimen este, tiene la obligación de atender las necesidades, ingentes por cierto, en materia de servicios. Por otro lado, uno -preguntador- y otro -preguntado-, conocen exactamente lo que se necesita. La respuesta más apropiada a la consulta sería aquella de que lo que se sabe no se pregunta. Pero todos andan en el juego, más retórico que efectivo. Ambos participes saben que a ningún lado va eso. Son churupos a repartir. A fin de año, además.
En la preguntadera oficial de Miranda contribuyó el Consejo Nacional Electoral. Tal vez se gastaron en realizarla más de lo que iban a invertir en servicios o le arrancaron en todo caso una muy buena tajada. Lo cierto es que a la fecha no se sabe públicamente el resultado. Esto a casi una semana de realizado el acto de votación. La mezcla entre CNE y los encargados electorales comunales ha sido letal para la información acerca de una consulta manejada, como todo lo de ellos, con el secretismo más congruente con su misterioso modo de hacer las cosas. Les encanta el silencio. La tiniebla tapadora.
Agua, electricidad o tal vez vialidad. Que no se diga que no escuchan pues las quejas diarias de la falta de agua. Esa que el mismo que hace que funge como gobernador dijo que iba a solucionar. Hay que recordarle al sujeto permanentemente que el agua es un derecho humano y por tanto eso no se pregunta. Usted no pregunta por ejemplo si el Estado está o no en condiciones de garantizarle la vida o si se la quiere proteger. Resulta obligante, obligante, su atención inmediata. No puede evadir así su responsabilidad ni dejarla caer en otros. Si una comunidad elige la electricidad, por ejemplo, esa que también falla a diario en todos lados, en Miranda y el país, eso no puede significar evasión. La respuesta no puede ser que no tienen agua porque ustedes eligieron atender la luz. Los servicios deben ser atendidos todos. Y si no lo han hecho es cuestión de irresponsabilidad, corrupción. No por sanciones. Por aislamiento del mundo libre y democrático, sí. Por haber desecado el país como lo hicieron trastornando la economía, sí. En busca de un ciudadano dependiente de dádivas como esta.
El populismo instalado en Miranda no ha dado el resultado definitivo, desmenuzado, de la consulta. No puede evadir ni delegar funciones. Debe cumplir con la atención de todos los servicios. Especialmente con los que son derechos humanos, como el agua que, por cierto, abunda limpia en Miranda como en pocos estados. Finalizaré por hoy -ya que estamos a la espera de los resultados y el tema da para mucho más- señalando que la inversión mayor debe estar en la preservación de la salud y de la vida. Porque ¿para qué quiere agua y luz una ciudadanía que ve así de abandonados los centros de salud que deberían garantizar el principal derecho humano que es el vivir? Eso, fíjense, casualmente, no estaba en la consulta.
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