OPINIÓN

Fundamentalismo religioso

por Albert Geovo Albert Geovo

Saludos a todos los lectores y bien venidos los nuevos al mundo libre; hoy querido y estimado disertador, vamos a detenernos en un asunto de importancia meridiana, el cual es los sistemas religiosos y filosóficos de la vida.

Suele pensarse, de forma automática, que sólo existen fanatismos en la religiosidad, pero cuando se hace uso de la razón surgen fanáticos en todos los ámbitos humanos, comenzando con las simples opiniones, disertaciones filosóficas, debates, caracteres y maneras de ser, que afloran en el tiempo, bien sea en la persona o en sus semejantes, al punto de comportarse como auténticos imitadores del mundo salvaje, así que no es descabellada la epifanía dialéctica de Darwin, al sugerir que el hombre viene del chimpancé, parábola que ha generado novelas distópicas del siglo XX como: El Planeta de los Simios.

De ahí que, las personas actúen por meros instintos de supervivencia; donde los sentidos de la inteligencia no están despiertos, ya que  la mayoría de los actos humanos son meras reacciones instintivas, motores y sexuales; es por ellos que la vida es tan sensorial, es decir, las personas les cuesta vivir en un estado de inteligencia emocional o hacer uso superior de la razón, ya que les provoca mucho sacrificio y esfuerzo.

Se hace esté corolario, porque los sistemas religiosos y filosóficos están plagados de órdenes que modelan la conducta humana, sentimientos y formas de pensar, los cuales se repliegan a sistemas de pensamiento de veneración a un idealizado líder, semejante a lo que sucede en el reino animal, donde las distintas especies, siguen siempre en manadas.

Por otro lado, resulta un estado de miopía y desgano total de la inteligencia, por parte de los seguidores de los distintos sistemas de pensamiento, no haberse apercibido de tal engaño, siendo presa fácil más de la nomenclatura, esclavizados por factores tan esenciales, como la mente, condicionantes de la libertad de pensamiento, de la libertad de expresión en su totalidad, siendo toda esta esclavitud, por medio de modelos de pensamiento que los mantienen sujetos a la maquina Estatal en su estado de autodestrucción de todos los valores esenciales de la humanidad.

Lo paradójico es que los movimientos políticos, filosóficos agnósticos o ateos, de acuerdo con todo el sistema de la dialéctica, estén llenos de fetiches, fanatismos y dogmas como la religiosidad en todos los sectores, y si se creía que el Estado laico, o Estado moderno, se había separado de los dogmas, pues no, es ahora más que nunca, cuando el Estado está chalado de más fanatismos que en las antiguos reinos feudales y absolutistas.

Todo ello ha derivado las peores guerras, como lo es condenar las naciones a la miseria humana, de la que en la actualidad con todas las experiencias históricas, artísticas, económicas, sociales, éticas, morales, científicas y tecnológicas, no dejan de ser subyugadas; en especial en las naciones que se las han declarado la mayor carga de un sistema estatista de dirección centralizado con veneración, devocional o adoración al personalismo de falsos “instructores”, “maestros”, “líderes”, “guías» o «pastores”, en todas las diferentes facetas del fundamentalismo religioso, filosófico o político.

Causas de tener a todo Oriente y al mundo, en guerras santas, tribales, estados de confinamiento permanente, tiranías, totalitarismos, pogromos, terrorismo, violencia extrema, pobreza, destrucción de todo el tejido social, éxodos masivos constantes, subempleados, parados al grueso de la población; lo contradictorio es que todas esas políticas, sean productos de importación a Occidente con sello de calidad y sin ninguna alcabala, las cuales, las democracias vienen comprando como un aliciente a la resaca de todos los males de la administración central.

Adicional a esto, en la actualidad apenas se empieza a divulgarse y entender sobre los peligros de la inteligencia artificial de las plataformas digitales que inciden en los procesos cognitivos conductuales del individuo, haciendo alusión a TikTok, WhatsApp, Instagram Facebook, Telegram etc, como una herramienta cognitiva de la tecnología de Estado, entre otras redes, como otras formas silenciosas en que se libran las guerras; sin percatarse de que este flagelo viene haciendo estragos desde mucho antes de la era común, es decir, antes del cristianismo, heredado de Bizancio, ya que llevamos más de 5.000 años de reconstrucción de una falsa historia a la medida de los globalismos en todas las épocas, que ocultan verdades irrefutables, comprobables en los hechos y manuscritos, dispersos, mantenidos velados para la cultura universal.

Esto ha producido, además, una inmensa proliferación de movimientos, sectas y sectarismos, convertidos en verdaderos instrumentos para la guerra silenciosa, por medio, de pregones que vienen contribuyendo en la dirección central de la colectividad, como una auténtica masa social, unificada, con un sólo pensamiento y un único proceder, el de expandir el control social heterodoxo, en principio, para luego ser homogéneo en todo el planeta; abonando el terreno, no sólo para la dirección central del actual gobierno mundial, sino para la consolidación de los antivalores que amalgaman los caracteres contrarios a la libertad, de espalda a la esencia humana.

Dentro de todo, el individuo, ha de hacerse una pregunta inesperada: ¿Para qué o quién trabaja; se trabaja en pro de la libertad o contrario a ella? Sincerando el tema, en el fuero interno, y de estar en la acera contraria a la libertad de ser, conocer, también, que hasta él más mínimo esfuerzo tiene una consecuencia.

Agregando, todos los sistemas religiosos, sectarios, movimientos filosóficos, políticos, científicos, de cualquier índole, saben que toda acción tiene una relación en el mundo material e inmaterial de la razón.