Por María Margarita Galindo
Los cantos de los gallos, el olor a café y el brillante sol de la costa barloventeña anuncia que ya amaneció y ha llegado el día más esperado por los habitantes de la cálida región, y es que todos aguardan ansiosos la llegada de los embajadores del legado de Jacinto Convit. Corren los minutos y aumenta la tensión, todos organizan, colaboran, afinan detalles y de repente repica con gran fuerza el celular de una de las organizadoras:
Ésta exclama con alegría: ¡Muchachos! Todo queda en silencio. Entonces la organizadora responde la llamada: ¡Buenos días!
Del lado del interlocutor se escucha lo más anhelado: “Ya estamos aquí”.
Entonces, la alegría del equipo comunitario se escucha como nunca, es toda una comunidad y unidad sin diferencias de ningún tipo. Solo los une el esperado momento de conocer y soñar sobre los valores del doctor Jacinto Convit. Es una gran alegría para todos los habitantes del pequeño pueblo costero, estar en la lista de prioridades del legado de tan importante científico venezolano.
Y así, llega todo el equipo de la fundación Jacinto Convit a esparcir por Barlovento, y por toda Venezuela, los valores de nuestro insigne científico, nuestro médico, nuestro maestro formador de generaciones, nuestro supo hacer ciencia combinada con humanidad y con formación docente, demostrando que un país necesita hacer investigaciones para avanzar hacia una mejor calidad de vida y que los resultados de estas investigaciones deben abarcar a todos y a aquellos que carecen de los recursos porque no pueden ser excluidos de los beneficios de la ciencia médica y humanitaria.
Por ello, el doctor Convit es ejemplo de que nuestros jóvenes necesitan ser formados, quien comenzó sus estudios de medicina en 1932 a los 19 años, en 1938 obtuvo su título de Filosofía y Doctor en Ciencias Médicas, y ello tan solo fue el inicio de toda su carrera como científico. El doctor Convit siempre estuvo del lado de los necesitados. Se convirtió en el gran estudioso de la lepra en Venezuela, y logró elaborar la vacuna terapéutica contra tan maligna enfermedad en 1980, siendo un hecho histórico que fue reconocido a escala mundial.
En tal sentido, es necesario que nuestros jóvenes conozcan estos datos, para saber que hacer ciencia, es hacer investigación, es tener disciplina, es tener dedicación y entrega por lo que hacemos. De hecho, Convit también hizo importantes aportes en el tema de la leishmaniasis cutánea, e incluso con 90 años de edad comenzó estudios sobre el cáncer de mama, razón por la cual la fundación que lleva su nombre se dedica a seguir estas investigaciones para poder dar grandes aportes a la humanidad en esta materia.
El doctor Jacinto Convit fue un gran maestro, profesor que formó varias generaciones de médicos tanto en Venezuela como en los Estados Unidos, y destacó como uno de nuestros más prominentes científicos venezolanos, pero la gran particularidad de Jacinto Convit era su sentido humanitario que nunca perdió de vista hasta el último día de existencia, ocurrido el 12 de mayo de 2014, cuando partió de este mundo a los 101 años.
La vida y obra de este gran científico, profesor, investigador tiene absoluta vigencia, por eso la fundación que lleva su nombre, continúa el camino de la investigación científica pero no pierde la esencia de los valores de tan insigne venezolano, para quien llegar hasta los más necesitados, estaba dentro de sus líneas estratégicas.
Su vida y obra se multiplica en la línea socio-comunitaria que avanza en la promoción de proyectos sociales orientados a sumar aportes a las comunidades más vulnerables del país, entre ellos el caserío El Pagüey del estado Barinas, así como San José de Barlovento, en el estado Miranda, son ejemplos del impacto social de la vida y obra del doctor Jacinto Convit.
Hoy, las comunidades más vulnerables agradecen esta acción social vinculada con la formación de valores en el hacer científico. Nuestro país, nuestras instituciones educativas y científicas deben asumir la gran tarea y el gran compromiso de llevar a las generaciones en formación la vida y obra de Jacinto Convit, y esta debe convertirse en ese modelo de ciudadanía y científico que deben seguir como ejemplo nuestros jóvenes y por todos aquellos que han elegido el camino de hacer ciencia. La Fundación Jacinto Convit desde El Pagüey y Barlovento marcan su historia y su legado.