No se puede jugar con la esperanza del pueblo venezolano que está dispuesto a acompañar en su mayoría el cambio en el país. Partidos políticos vigentes y otros inexistentes pretenden someter y manipular a los independientes. Movimientos y organizaciones independientes con o sin figura jurídica deben mantener su autonomía y aumentar su rebeldía contra la partidocracia que ha dominado el escenario político durante la denominada cuarta república y la fatídica quinta república, propulsora del quiebre de la descentralización iniciada por el último periodo del difunto presidente Carlos Andrés Pérez y transformada en el chichero comunal direccionado por la centralización más absurda, corrupta y distorsionada de nuestra historia republicana bajo la tutela y control absoluto de la revolución bolivariana.
Todas las estructuras de los partidos políticos en Venezuela se presentan en todos los procesos electorales con el mismo esquema y comportamiento demostrado en las últimas décadas. Ese centralismo que vulnera las regiones con sus decisiones cupulares, nuevamente está presente en un momento coyuntural en Venezuela. Las organizaciones políticas son una especie de claustro donde grupúsculos de cuestionados y viciados dirigentes actúan en dirección de los intereses de los jerarcas, dueños o franquiciantes de estos instrumentos electorales que finalmente terminan capitalizando el voto de la ciudadanía, pues organizaciones y movimientos no registrados ante el Consejo Nacional Electoral finalmente, frente a un proceso electoral no pueden cuantificarse para mostrar una fuerza numérica en un resultado electoral.
Se hace necesario entender que cada movimiento u organización de índole parroquial, municipal, regional en cualquier modalidad o forma de asociación de la sociedad civil, que no sea partido político ejecuta un servicio real de aporte y desprendimiento frente al secuestro, la anarquía y manipulación partidista.
Lo complejo de los procesos que se avecinan ponen al sector independiente en minusvalía política siendo este el segmento más importante de peso electoral del país, demostrado en las encuestas periódicas de las 10 principales encuestadoras del país, que en los últimos 20 meses marcan un crecimiento sostenido y contundente de este sector que no consigue reconocimiento político real caso contrario es maltratado y direccionado para hacerle bulto a sus verdugos de siempre.
El sistema imperante tiene un dominio sobre el Poder Electoral y el esquema vigente de partidos políticos, en su mayoría están comprometidos con el régimen, muchos otros que están fuera de esa plantilla, esperan por su aprobación y otros más intentan cumplir con los recaudos necesarios para ser reincorporados en el sistema electoral por haber sido anulados por diferentes causas.
Todos los partidos y organizaciones oficialistas que abiertamente respaldan los designios del PSUV están protegidos y financiados para que ninguno deje de participar en las elecciones de 2024. Casi todos intervenidos y puestos a la orden de la revolución. Existe un grupo de partidos que sirven a la política divisionista que se dicen de oposición, plenamente identificados por sus acciones como serviles y siempre nutridos por los ejes de poder político y económico. Y un tercer lote en su mayoría vulnerado también que persisten en vender sus siglas confiscadas y que confunden al electorado venezolano. En definitiva, la oferta electoral oficialista tiene su plataforma de organizaciones garantizada para mostrar una fuerza electoral, para mi precaria y minimizada, pero tienen ese infame festival de tarjetas electorales, de alienados e incondicionales que buscarán sus voticos para auxiliar a lo que queda del PSUV.
El grupo de organizaciones que dicen ser de oposición, pero juegan abierta y descaradamente con el régimen, igualmente tienen su participación y financiamiento garantizado, pero les toca ejecutar acciones para logran un contra peso a cualquier esfuerzo de unificación de la oposición, en teoría dominante y reconocida. Además de estar obligados a ejecutar todos los encargos que se le hagan para desequilibrar y confundir a la ciudadanía que sufre, mal vive y apuesta a una esperanza de cambio.
Si observamos estos dos grandes grupos ambos reman en un solo sentido, con el 68% de los partidos políticos legalizados, alineados, secuestrados y asociados, jugando a su favor, con facilidades, prebendas y perfectamente cohesionados. Aunque sumados todos no aglutinan una fuerza determinante, buscarán recuperarse en alguna medida para respaldar a una candidatura oficialista que rechaza 90% de los venezolanos
La esperanza de la gente que quiere salir de Maduro, bajo que esquema de partidos se sustentara la oferta electoral final de la oposición. Es acaso conveniente que sectores políticos promuevan candidaturas bajo el cobijo de organizaciones, siglas o tarjetas que no tienen y que no dominan.
Estamos frente a un proceso de primarias de la oposición, donde se ha realizado un importante esfuerzo por parte de una comisión, que pese a las adversidades y juego de intereses, ha arrojado unos resultados, que evidentemente ponen en alerta a los verdugos de los venezolanos; sin embargo, continúa la confusión , la política informativa requiere mayor alcance y es de sabios rectificar, este proceso electoral de primarias será nominal, por lo que la promoción de candidatos debe contener ese mensaje, desde un principio. Quienes decidan participar en estas primarias tendrán que buscar por nombre y apellido a su candidato(a) en la boleta que diseñe y disponga la comisión de primarias para el 22 de octubre, nadie irá a sufragar por un partido político en este proceso.
Todos esperamos que sobre la marcha se generen las decisiones y medidas necesarias para educar a los electores para enfrentar los compromisos que tenemos por delante, ambos con características diferentes, que deben ser explicadas con claridad a los venezolanos. Se debe comenzar desde ya a finiquitar el inventario de las organizaciones políticas vigentes comprometidas en enfrentar a Maduro o su sucesor, para que se ordene la promoción futura y se le pueda señalar pragmáticamente al elector qué es oficialismo y qué termina siendo realmente oposición.