Nicolás Maduro es un dictador fragoso y de propaganda, no tiene respaldo importante que impida al venezolano expulsarlo del poder, perdió apoyo popular del poco que le quedaba luego del fraude electoral, la represión brutal, secuestro de niños, jóvenes, miembros de mesa, muchos de sus seguidores decidieron apartarse del tirano y condenar su actuación, quiso arrastrar a todos a mentir con los resultados presidenciales y que lo apoyaran en su criminal actuación contra los niños y la ciudadanía en general.
El marketing político es lo único que les queda, financiando influencer, periodistas, actores, músicos, políticos nacionales y extranjeros para que ejecuten fake news, desinformen, realicen colaboraciones y entrevista con el fragoso, también utilizan el ataque a personas influyentes en el mundo para buscar interacción y algoritmos en las redes sociales que le permitan darse visibilidad.
Desde el principio la imposición del fragoso para un tercer periodo presidencial género fuerte rechazo en el PSUV, su estructura política y apoyo popular era malo y no produjo el respaldo en votos, menos apoyo tendría en otro escenario, pocos sacrificarían su integridad por mantenerlo en el poder, muestra de eso son las expulsiones que han ejecutado luego del proceso electoral dentro de las instituciones del Estado, de sus propios colaboradores que se negaron a apoyarlos, ellos crearon múltiples ministerios y cargos, un Estado burocrático gigantesco y en este momento crítico a falta de cuadros leales, cierran filas colocando sus propios familiares a dirigir instituciones, dando una clara muestra de debilidad.
El 28 de julio no fue solo un triunfo de la oposición, el régimen perdió en todos los estados, municipios, parroquias, escuelas, lo que profesaban en las redes sociales y su sistema de hegemonía comunicacional era mentira, su fuerza, sus bases, sus sistemas de control social, el 1 x 10, no pudieron ni falsificar actas por la magnitud de la derrota mayoritaria aplastante.
El trabajo ciudadano y político debe centrarse en el crecimiento y organización de la estructura horizontal de lucha, la unificación de los distintos movimientos por el rescate de la democracia y de los derechos ciudadanos, contamos con una sólida estructura vertical y de partidos políticos legítimos con María Corina como líder.
Es el momento de la unión del discurso y la acción, el egoísmo e individualismo nunca podrá derrotar un régimen dictatorial que precisamente sobrevive de dividir la sociedad, aunque esté débil.
Hasta ahora, se observan diferentes demandas, sea por justicia, sociales, políticas, calidad de vida, etc., pero de una forma muy egoísta, particular y poco eficiente de aprovechar un espacio de comunicación o alguna concentración ciudadana, que al final dispersa y debilita la fuerza que tenemos como pueblo para lograr el cambio ante el régimen opresor.
«Lucho por la libertad de mi hijo, mi pareja, mi familiar», dicen unos; «por el respeto a los resultados electorales y el derecho de hacer política», dicen otros; «mi lucha es porque llegue el agua, la luz, el gas a mi barrio». Ellos luchan por sueldos dignos para el sector salud o docente, aquellos de tercera edad por pensiones dignas y justa, etc.
Alguien puede pensar que suplicándole a Nicolás Maduro va a solucionar o responder su demanda individual, después de un fraude electoral gigantesco que quiere concretar para perpetuarse en el poder por la fuerza, él no tiene que preocuparse por gestión de gobierno, el CNE siempre va a declararlo ganador sin importar votos o lo que piense la mayoría.
El pueblo tiene muchas demandas legítimas democráticas que Maduro ha vulnerado, necesidades de tener una identidad como pueblo libre, desarrollado y ciudadanos respetuosos de los derechos individuales y colectivos.
Solo juntos y asumiendo la corresponsabilidad en esta lucha, lograremos un cambio, Todos unidos saldremos de esta tragedia, sin que nadie se quede detrás, solo ni excluido.
Es el momento que los movimientos sociales comiencen a unificar las demandas, ejemplo, el sector salud que tienen sueldos bajos debe luchar también por mejores pensiones para los adultos mayores, el que tiene un familiar preso político debe luchar por el respeto a los resultados electorales, los políticos que luchan por el respeto a ejercer libremente la política deben luchar por la libertad de expresión y sueldos justos, los periodistas que exigen respeto por la libertad de expresión también luchar por una mejor calidad de los servicios para la sociedad y libertad de los presos políticos, todos hablando, participando y luchando por todos.
La empatía por las necesidades colectivas no es un capricho, las luchas por individualidades no logran cambios políticos, al final es un mismo país, un mismo sistema que nos afecta a todos; que estén secuestrando a políticos, niños, los malos servicios básicos, sueldos y pensiones de miseria, repercute sobre todos, es un brutal ataque constante y permanente del régimen para afectar nuestras condiciones de vida y someternos, lo que debe generar una respuesta en unidad.
Estamos en un tiempo político constitucional y perfecto para lograr un cambio histórico, nadie tiene tanto liderazgo como un mandato de la Constitución con fecha incluida, 10 de enero. Solo tenemos tres meses para lograr entre todos el cambio político que tanto hemos soñado.
El enemigo y culpable de la desgracia de Venezuela es uno solo, la unidad de lucha y foco es fundamental, no se debe desgastar fuerza en otra cosa que no sea impulsar la salida del régimen y juramentación el 10 de enero dentro del país, en Caracas, la capital del nuevo presidente.
¡No podemos fallar! Proyectando lo que sucedió el 28 de julio, sumándole la población joven que no dejaron inscribir, solo dentro de Venezuela la relación es de aproximadamente 12 millones de ciudadanos civiles y militares en apoyo para el cambio, contra 1,5 millones de sujetos que aún lamentablemente siguen apoyando al régimen criminal.
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