En su ruego de lágrimas ya secas, peticiones y súplicas tan repetidas, esta vez ante el Congreso estadounidense, miércoles 16 de marzo 2022, con énfasis en el cierre del espacio aéreo ucraniano para impedir que continúe el genocidio putinista de un mes sobre su país, una frase firme y dura resulta central cuando afirma que son necesarias “nuevas instituciones”.
Dos vocablos muy sencillos difíciles de implementar en la práctica. Es un valiente lenguaje diplomático en la forma, categórico en el concepto, de quien además de sus cualidades como abogado, actor, presidente y líder, es un comunicador nato.
Dos términos que hoy en verdad significan crudamente: gracias por su apoyo en dinero, armamento, declaraciones, pero no permitan que le hagan a otros lo que ustedes no toleran en su nación tal como reaccionaron ante Pearl Harbor y el derrumbe de sus Torres Gemelas, pero amigos ,los actuales organismos destinados a evitar esta clase de crímenes de lesa humanidad caducaron, son inservibles para detener locuras totalitarias ahora reunidas en un hombre bestializado por enfermedades físicas y mentales, sostenido en su poder absoluto por corruptos militares y sus burocracias. Ucrania es la prueba nítida.
La Rusia putinesca es un Estado capitalista y terrorista que gobierna con puño sangrante totaltario que fusiona métodos zaristas, estalinistas ,maoístas y hitlerianos a su sociedad amenazada, sometida, castigada, ahora repudiada en gran escala. Su sistema resume una mentira centenaria según la cual el sistema comunista (China, Rusia, Norcorea, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, por ahora) es el perfecto y por eso el único capaz de imponer una postergada justicia social.
Sintetiza los métodos represivos, hoy infiltrados en debilitadas democracias que permiten votar sin elegir y mantener en el poder monarquías, dictaduras, autoritarismos, teocracias, tiranías genocidas desde bandas delincuenciales guerrilleras, guerras convencionales con globalizadas atómicas por igual.
Además, muestra los sucesivos errores, pretextos y fracasos de la ONU con su dependencia llamada por paradoja cruel Consejo de Seguridad donde mandan, deciden, ejecutan con derecho a veto China y Rusia, donde su oficina para defender los Derechos Humanos universalmente consagrados, según estatutos fundacionales, permiten que por rotación, dirijan sus actuaciones gobiernos que los han anulado en sus territorios, y una OTAN con corset que sigue autolimitando sus deberes y sus derechos, impotente para liquidar a los neoimperios que buscan eliminarla. Y para evitar que la tragedia actual se prolongue se la obliga a ceder, a repetir promesas y renuncias absolutamente anacrónicas, trágicas y ridículas por decir lo menos.
Ante verdades tan claras frente una población mundial que debe elegir entre esclavitud y libertad una vez acabada esta pesadilla genocida, si algo positivo puede dejar tamaña catástrofe, es la profunda renovación de esas instituciones, concluida la agónica OEA. Quizá será mejor crear otras, adaptables a la era cibernética.
Por ejemplo la inútil ONU, ahora un espacio para espectáculos deprimentes donde acuden mandatarios para lucir su palabrerío, pasaría a la ONUD con «D» de democracias, donde en su monumental edificio se diriman y dispongan los cambios obligatorios que la actualidad exige a países liberales capitalistas con leyes que respetan comprobadas elecciones limpias y los derechos humanos, prohibido el degradante montaje del show anual.
Los opuestos con los No Alineados pero sí alienados con el putinismo pueden disponer de locales robados, como lo hizo esta semana el muy culto Cabello con la sede caraqueña propiedad del diario El Nacional para inaugurar una “universidad” donde graduarán diplomados expertos para eliminar legalmente la libertad de expresión, encarcelar sin miramientos a quien proteste, expulsar del país a quien disienta, sitio ideal para convocar en forma permanente a los miembros del Foro de Sao Paulo, los de Puebla, los Padrino-Maduro, los Díaz-Canel, los del ELN, los de la FARC, los de Hezbolá y sin falta los enmascarados de Evo.
Ya no hay lugar ni tiempo para posiciones centristas que en el fondo resultaron parasitarias y prescindibles por paralizadas y dañinas.
Solo quedan dos opciones expresadas con esas dos clarísimas palabras: ”nuevas instituciones”. Para construir un mejor, humanitario mundo, si todavía es posible.
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