OPINIÓN

Franklin Delima: el barítono venezolano que canta al futuro

por Luis Manuel Marcano Luis Manuel Marcano

 

La trayectoria de Franklin Delima, un destacado barítono venezolano, representa no solo un hito en el mundo del canto lírico, sino también un ejemplo de la huella que los venezolanos han dejado en el escenario mundial. Formado en la Escuela de Música Pedro Nolasco Colón bajo la tutela del maestro italiano Elio Malfatti, Delima obtuvo el título de ejecutante con mención en canto lírico. Su talento y disciplina lo llevaron a ganar premios como la Voz Más Promisoria en el concurso José Ángel Lamas, así como el tercer lugar y Mejor Voz en el Concurso Alfredo Hollander.

Con una carrera que incluye la interpretación de roles principales en óperas como Rigoletto, Don Giovanni, La Traviata y La Cantata Criolla de Antonio Estévez, Franklin Delima ha brillado en escenarios nacionales e internacionales. Ha actuado en importantes salas de Venezuela, como el Teatro Teresa Carreño y el Teatro Municipal de Caracas, y en reconocidos escenarios internacionales, como la Ópera de Colonia en Alemania y el Teatro de Bellas Artes en México. Su participación como barítono solista en obras como la Novena Sinfonía de Beethoven y Carmina Burana de Carl Orff subraya su versatilidad y maestría.

La contribución de artistas como Franklin Delima es un reflejo del impacto que los venezolanos han tenido fuera de sus fronteras. En contextos de migración masiva, muchos compatriotas han llevado su talento y esfuerzo a distintas latitudes, contribuyendo al enriquecimiento cultural, académico y social de sus nuevos entornos. Figuras como Gustavo Dudamel, quien ha dirigido orquestas de renombre mundial, y escritores como Teresa de la Parra, cuya obra sigue siendo estudiada y admirada, destacan cómo la creatividad y el esfuerzo venezolano trascienden barreras.

En Chile, donde Franklin Delima ha continuado su carrera, también se encuentra un número significativo de venezolanos que han dejado su huella en distintas disciplinas. Desde emprendedores hasta médicos y artistas, la comunidad venezolana ha demostrado su capacidad para integrarse y aportar a la sociedad chilena. Delima, con su interpretación de La Cantata Criolla y otras obras en icónicos espacios chilenos como el Teatro del Lago en Frutillar y el Centro Cultural La Moneda en Santiago, ha llevado un pedazo de Venezuela al corazón de Suramérica.

La narrativa de esfuerzo y logro de Franklin Delima resuena con las historias de otros venezolanos que han dejado su huella en el extranjero. Un ejemplo destacado es el del ingeniero Humberto Fernández-Morán, inventor del bisturí de diamante, cuya contribución al campo de la medicina es inestimable. Asimismo, la diseñadora Carolina Herrera ha puesto en alto el nombre de Venezuela con su exitosa carrera internacional en la moda. Estos ejemplos demuestran que el talento venezolano es inagotable y que, a pesar de las adversidades, sigue marcando pauta a nivel global.

Los miembros del Circuito de Orquestas de Venezuela, que han llevado su talento y dedicación por el mundo, son un ejemplo claro de lo que realmente define a los venezolanos: su capacidad para superar adversidades y dejar una huella positiva en la cultura global. Estos músicos, formados en las entrañas de un sistema educativo que prioriza la música como motor de transformación social, no son solo representantes de su arte, sino también embajadores de los valores de esfuerzo y excelencia que caracterizan a la nación. Frente a la triste y errónea mención del presidente Trump sobre el Tren de Aragua, una banda criminal alimentada por la narcotiranía es fundamental recordar que la verdadera esencia de Venezuela se encuentra en sus jóvenes músicos, en su gente trabajadora, en sus científicos, en sus artistas. Ellos son los que, con su talento, siguen demostrando que la grandeza de Venezuela se encuentra en su gente y no en los oscuros intereses de quienes buscan manchar su nombre.

El arte y la cultura han sido vehículos esenciales para preservar y proyectar la identidad venezolana. La música, en particular, ha servido como un lenguaje universal que conecta a los migrantes con sus raíces y presenta al mundo la riqueza cultural de Venezuela. Franklin Delima, al interpretar obras como Los Martirios de Colón y La Cantata Criolla, no solo mantiene viva la tradición musical del país, sino que también la reinterpreta y adapta a nuevos contextos, mostrando su relevancia y universalidad.

El ejemplo de Delima también inspira la esperanza de un futuro mejor para Venezuela. Su dedicación y éxito en el extranjero demuestran que el talento venezolano puede superar cualquier barrera. Con artistas, científicos, deportistas y profesionales de diversas áreas destacándose en el mundo, se vislumbra un país que, al recuperar su estabilidad, podrá capitalizar el potencial de sus ciudadanos dispersos para reconstruir una nación próspera y vibrante.

En la historia contemporánea, la diáspora venezolana ha transformado los desafíos en oportunidades, dejando una marca indeleble en los países que los han acogido. La resiliencia y creatividad de los venezolanos han contribuido a forjar nuevas perspectivas en campos tan variados como la tecnología, la educación y el arte. En este contexto, figuras como Franklin Delima son recordatorios vivientes de que el talento no conoce fronteras y de que la excelencia venezolana sigue resonando en todos los rincones del planeta.

Cantar al futuro de Venezuela implica reconocer el papel crucial de su diáspora y la riqueza que esta puede aportar al proceso de reconstrucción nacional. Con ciudadanos como Franklin Delima, que encarnan el talento, la disciplina y el amor por su tierra, Venezuela tiene la posibilidad de resurgir como una nación pujante. La grandeza del país no solo reside en sus recursos naturales, sino también en su gente, quienes, con su trabajo y dedicación, continúan dejando una huella imborrable en la historia mundial.