Esta feliz frase latina del pedagogo hispano-romano Quintiliano l hace 2.000 años, hoy es un consejo muy oportuno para el cambio que María Corina Machado y Edmundo González Urrutia vienen inspirando y guiando.
Los demócratas venezolanos, en los últimos dos o tres meses, hemos pasado de la desesperanza sin horizontes a un arrollador avance hacia el triunfo en las elecciones presidenciales del 28 de julio.
A comienzos de abril, cuando en la oposición parecía reinar la división y la desorientación, la Plataforma Unitaria Democrática de diversos partidos y María Corina Machado nos sorprendieron (y se sorprendieron) con su acuerdo en torno a Edmundo González Urrutia. Gratificante fue también la meditada aceptación de Edmundo de su no buscada candidatura unitaria, aglutinando a los demócratas en una incuestionable opción de triunfo. Extraordinaria también la colaboración del gobernador zuliano Manuel Rosales al ceder generosamente su candidatura para apoyar a Edmundo. Esta decisión unitaria sorprendió gratamente al país democrático y agarró fuera de base al gobierno.
Edmundo y María Corina, con la sabia combinación de sus personalidades complementarias, van levantando el entusiasmo, crece en todo el país la esperanza y la decisión de votar y defender el voto para que Venezuela abra los cerrojos que apresan al cambio. No se trata solo de ganar una elección presidencial, sino de afirmar y hacer valer un liderazgo firme y duradero para la reconstrucción del país, con una suavidad democrática indoblegable y negociadora inclusiva. María Corina es la líder que durante 25 años se ha mantenido alejada y crítica de la autocracia reinante y por eso millones de venezolanos que sufren la miseria y el desgobierno autoritario ven en ella la encarnación del cambio que necesitamos para revivir con esperanza y construir el futuro con esfuerzo de todos. Así se lo demuestran con emoción desbordada las muchedumbres en todos los pueblos y ciudades adonde llega, venciendo los descarados obstáculos y barreras que le pone el abuso del gobierno.
Por otro lado, necesitamos un cambio democrático sin amenaza persecutoria, sino con una invitación amplia a sumarse al diálogo, aportando a la exigente reconstrucción y abriendo el gobierno a la alternancia democrática.La frase de Quintiliano suaviter in modo fortiter in re (suave en la forma y fuerte en el fondo) se hace visible en la imagen complementaria de estas dos personas. Ciertamente Edmundo es firme en sus convicciones democráticas, en su sólida formación y trayectoria diplomática y encarna el diálogo y la invitación a entenderse y a recuperar la alternabilidad en el poder, que es esencial a la democracia. Por su parte María Corina Machado tiene una imagen de firmeza indomable y negada a componendas no transparentes. Pero además en este par de meses ella ha demostrado flexibilidad e inteligencia para lograr la necesaria suma de las diversas fuerzas que engrosen el incontenible tsunami del cambio democrático. Todo con la convicción de que no basta ganar las elecciones, sino que hay que ir “hasta el final” en la reconstrucción sumando las fuerzas más diversas, incluso las que vienen del fracasado “socialismo del siglo XXI”.
Edmundo y María Corina nos invitan a todos a votar decididamente para ganar, defender el triunfo electoral y trabajar luego en la ardua reconstrucción del país, con firmeza indomable y suavidad democrática sin atropellos. Cada venezolano tiene que apropiarse de este lema suaviter in modo fortiter in re para sacar a Venezuela de la ruina y juntos lograr que reine la convivencia plural que, con suavidad y firmeza democrática, suma constructores y convence a los que fueron engañados. Esta frase ha de marcar también el alma de la conversión y de la responsabilidad de la Fuerza Armada en su función defensora de la democracia con firmeza y sin atropellos.
Sabemos que en el gobierno autoritario no están abiertos a la posibilidad de entregar el poder y se dicen decididos a mantenerlo “por las buenas o por las malas”. Los vemos persiguiendo opositores, apresándolos, manipulando los mecanismos electores en sus diversas instancias… Parecen dispuestos a todo, menos a entregar el poder a la soberanía del voto popular. Por eso, además de votar, es necesario defender el voto. La transición está en marcha y desde ahora deben establecerse negociaciones y garantías mutuas que la hagan posible y exitosa.