Mucha tinta ha corrido sobre el tema del Foro de Sao Paulo y las repercusiones de este grupo político internacional en América Latina. Demasiado se ha hablado de su pretensión de tomarse por asalto –vía movimientos sociales o elecciones– los gobiernos del continente y cómo hasta ahora han tenido un lamentable éxito en este afán.
Sin embargo, el Foro de Sao Paulo –para sobrevivir– tomó la decisión de acorralar a sus propios integrantes radicales y mostrar los rostros más dóciles y “democráticos” para evitar sufrir de nuevo el descalabro de hace unos años cuando grupos más conservadores ganaron elecciones en Argentina (con Mauricio Macri), Ecuador (con Guillermo Lasso), Brasil (con Bolsonaro), Paraguay (con Mario Abdo Benítez) y en Chile (con Sebastián Piñera), entre otros.
Los foristas quieren privilegiar imágenes como la de Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, Luis Arce en Bolivia y Andrés Manuel López Obrador en México, marginando a regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y Díaz-Canel en Cuba.
El Foro le teme al radicalismo, pues aquel movimiento que generó frutos para sus objetivos con la llegada al poder de personajes como Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua –manteniendo como el gran gurú a Fidel Castro– ahora es un grave riesgo para ellos porque los tiempos han cambiado y optan por la imagen de un socialismo edulcorado, aunque sea igualmente depredador y destructor.
Ellos saben que seguir adelante con la tendencia antidemocrática y totalitaria es un grave error, pues estos personajes representan radicales submarinos que hunden a cualquier campaña electoral en cualquier parte del continente.
Frente a esta decisión de los foristas de ponerle límites a la influencia de los extremistas antidemócratas, la reacción del señor Maduro es la de correr y pedirle a sus compinches del Foro de Sao Paulo “cacao” y solicitarle que no lo dejen por fuera y que no lo marginen.
Para Miraflores es vital seguir contando con el apoyo político, diplomático y público de gobiernos como el de Argentina, Bolivia, México y de ahora Colombia, pues ellos lo ayudan a lavar su imagen ante el mundo y de venderse como un régimen democrático.
Es por ello que a Nicolás Maduro no le conviene perder este respaldo, así como sería nefasto para él y para sus secuaces el de dejar de tener el apoyo de Rusia, Irán o China, pues estas potencias del mal, tienen la capacidad económica de “auxiliarlo” a cambio de la entrega de los recursos naturales venezolanos.
Lo que se desprende de la actitud de los foristas, es que ya Maduro “huele feo”; ya es un factor político que afecta a todo izquierdista que quiera llegar al poder, no en vano cuando se polarizan las elecciones entre derecha e izquierda, se dice que el candidato de la izquierda quiere volver a tal o cual país en una nueva Cuba, Nicaragua o Venezuela.
El rechazo a Maduro es general, no obstante el inquilino de Miraflores se aferra a una política de hacerse querer a lo macho.
Es por ello que en la cumbre ecológica COP27 se le coleaba a más de un mandatario en una reunión, caminaba en los mismos pasillos que líderes demócratas del mundo para robarse una foto, un saludo o unas palabras y venderse a sí mismo como un presidente reconocido por el planeta. Se la jugó con la estrategia del “arrocero”.
Maduro huele mal, su peste de antidemócrata es evidente, pues las acusaciones de ilegitimidad es generalizada, y a pesar que sostiene una débil imagen en ciertas instancias mundiales más por negligencia de la hasta ahora fracasada oposición que por esfuerzo propio, su desprestigio es demasiado grande y terminará por liquidarlo políticamente.
Pronto no solo el Foro de Sao Paulo, sino toda la izquierda dejará solo a Nicolás Maduro, quien tendrá que refugiarse en su mundillo de mafias, ocultismo y fanáticos.
Así de simple.
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.