La integridad de un político lo conduce a propiciar mediante todas sus acciones la liberación de su país. Los venezolanos somos rehenes de una criminal usurpación. 6,4 millones de coterráneos viven en un sistema de terror en zonas bajo control territorial de grupos mercenarios, cada uno de sus pasos son vigilados y se les impide desplegar una vida digna de ser vivida. Añadimos a la carencia de integridad de los politicastros, la falta de disciplina para mantenerse en la meta acordada, enfocados en el curso de acción para cesantear a la corporación criminal suficientemente caracterizada.
Ya se cuentan 14 diálogos y 32 elecciones, que han servido para profundizar el proceso de desestabilización y subversión en todos los órdenes, y que genera recursos, plata y legitimidad a los agentes de la usurpación. Han servido para atornillarlos y prorrogar la agonía de un pueblo. Los hechos son contundentes.
Esos sainetes proyectan una coreografía engañosa que si los observas con detenimiento descubres entreguismo y desvergüenza. Al participar en ellos le concedes legitimidad al usurpador y le quitas el reconocimiento al presidente interino. Esas coreografías sirven para entregar la lucha y conseguirle plata a muchos indolentes preocupados por enchufarse, no quieren quedarse por fuera de la repartición. Son acumuladores de errores y mentiras y carecen de arraigo y valores ciudadanos. Los crímenes de lesa humanidad no se negocian ni se transan. Sin soberanía nacional no hay condiciones para la soberanía popular.
Las relaciones entre el secuestrador y los sumisos “secuestrados” revelan la grave crisis de representación que atravesamos y la degradación de la política. Cada día trae más deserciones de los seguidores, frustraciones y decepciones en el patético elenco del fracaso. La política exige una posición ante la vida con arreglo a principios y valores éticos y la búsqueda de la verdad y el bien común. Reivindica la dignidad de una nación, el juicio libre y el pensamiento autónomo. Luchar hasta vencer. El ejemplo de Betancourt es aleccionador cuando descubrió desde un primer momento las miserias, mentiras y ruindades amalgamadas en el alma de Fidel Castro y se negó siempre a mantener relaciones con criminales. Churchill, el otro ejemplo, puso la idea en el aire y después salió a convencer. Gracias a ese radical el mundo no habla alemán.
No existe justicia en Venezuela y se equivocan los usurpadores al pretender que pueden maniobrar así a la justicia internacional. El valiente católico y demócrata Fernando Albán fue detenido arbitrariamente, torturado y asesinado. Se negó a levantar y suscribir falsos testimonios contra Julio Borges.
Somos partidarios de una negociación para acordar los términos de la salida del régimen usurpador. Y de presionar a la comunidad internacional para que le corten e interrumpan los vínculos de apoyo con los aliados criminales rusos, turcos, cubanos, chinos e iraníes. No cabe sino foco en la meta.
¡Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados