Liberación Jorge Rodríguez insultó a Juan Guaidó por las declaraciones de Trump sobre Venezuela
Federico PARRA / AFP

La fábula que mejor ilustra el comportamiento del chavo-madurismo en el poder es, sin duda, la de la rana y el escorpión. Porque la otra fábula, la de que sus protagonistas son “progresistas”, “revolucionarios, de izquierda”, la vaciaron de contenido ellos mismos para designar exactamente lo contrario: atraso, miseria, ignorancia y opresión: el “doble-habla” de la neolengua descrita por Orwell en su magistral obra, 1984. Y, así como se ahogó el alacrán al aguijonear a la rana sobre la cual cruzaba el río -“porque está en su naturaleza”-el chavo-madurismo no aguantó continuar con aquello de que respetaría la Constitución, cumpliendo con lo acordado en Barbados. Era mucho pedir. Sus personeros se sentían demasiado incómodos vistiendo ropajes democráticos. No está en su naturaleza. Muestran ahora su auténtico e inconfundible talante, el fascista. Invocan, por tanto, la figura del enemigo eterno al acecho como excusa para reprimir, denunciando conspiraciones de la CIA y de una “ultraderecha”.

En apenas semana y pico, sus esbirros secuestran a Víctor Venegas, dirigente de los educadores en Barinas; a dos coordinadores regionales de la candidata María Corina Machado; degradan y vejan a 32 oficiales militares que expulsan de las FAN y detiene a otras 32 personas. El fiscal madurista, T(orquemada). W. Saab, emite orden de aprehensión a conocidos opositores y periodistas, en su mayoría exiliados. Adicionalmente, la asamblea madurista amenaza con aprobar, definitivamente, una ley contra las ONG, que cercena el libre derecho de asociación y que privará a las comunidades de soluciones y valiosos servicios de apoyo, prestados por muchas de ellas. Como broche de oro, el tsj “ratifica” la fraudulenta inhabilitación de María Corina Machado.

Las acusaciones usadas para “justificar” esta razzia superan, incluso, a los ejemplos de neolengua del libro de Orwell. Y es que la han tenido más fácil. Basta proyectar, en sus víctimas, su propia condición criminal. Constructos de la burbuja ideológica que los blinda ante condenas por violar a los derechos humanos. Igual, el cinismo es marca de fábrica del chavo-madurismo, nunca su apego a la verdad.

Y así, armados con su doble-habla, los responsables de haber retrotraído a Venezuela al siglo XIX –ausencia de ley, hambre, miseria, educación y salud precarias, violencia arbitraria a manos de chafarotes– invocan la amenaza de una “ultraderecha” (ojo, distinta a la de ellos) contra la nación (¡!).

Vladimir Padrino López, cabeza del estamento militar que traicionó al país y a su Constitución, al sostener a un régimen sometido a intereses foráneos que ha destruido el bienestar de los venezolanos, llama “traidores” a quienes, dentro de la FAN, honrosamente han negado su anuencia con su deslealtad para con la nación. Y, cual déspota de las películas, los veja en público de la manera más inhumana.

Por su parte, quien desata al terrorismo de Estado contra opositores inventando acusaciones, Torquemada Saab, denuncia de “terroristas” a la defensora de derechos humanos Tamara Sujú, a la periodista Sebastiana Barráez y a otros, y libra contra ellos órdenes de aprehensión.

Luego, el bufete defensor de Maduro –el tsj– machaca desvergonzadamente la verdad para argumentar que la inhabilitación de María Corina Machado se mantiene, entre otras cosas, porque, junto a Guaidó y otros integrantes del gobierno interino, es culpable de que la empresa Crystallex se apodere de Citgo por 1,9 millardos de dólares. Émulos de los juristas del horror al servicio de Hitler, la inculpan, torpemente, de algo en lo que no tiene nada que ver. El reclamo de Crystallex obedece a que fue expropiada por Chávez sin indemnización. Varios años después, Maduro puso a Citgo como garantía para refinanciar la deuda que Pdvsa no pudo pagar en 2017. Como quiera que a Pdvsa (y sus filiales) operaban como caja (no tan) chica de los gobiernos chavistas, era fácil para la empresa canadiense esgrimir que constituyen una misma unidad patrimonial para reclamar su deuda ejecutando a su favor la garantía (Citgo).

Maduro complementa la cómica denunciando que María Corina y otros opositores están asociados a las (¡cinco!) conspiraciones para asesinarlo. Los fascistas –ojo, no los suyos– quieren hacerle daño. Y, al no poder intimidar, como lo hacía Chávez, de que “bajarán los cerros” –porque ahora salen, pero en su contra–, arma la figura de una “furia bolivariana” de malandros apoyados de militares fascistas.

La burla se extrema con Jorge Rodríguez. Niega elecciones “libres y justas” porque las reclama la “casta maldita de los apellidos” e insiste en que la oposición, no ellos, violó el Acuerdo de Barbados.  Ejemplos de tan reveladoras proyecciones pueden alargarse. Confesiones de desmanes cometidos en un cuarto de siglo de atropellos, saqueos y crímenes de todo tipo contra los venezolanos.

Como apunta Moisés Naím en su libro, La revancha de los poderosos, el problema con la posverdad no es solo que sea mentira. Su mayor daño es vaciar de todo sentido a las palabras. El chavo-madurismo no solo carece de moral y de escrúpulos; no tiene palabra. Con relación a la inhabilitación de María Corina Machado, comentaristas que exigen “realismo” aconsejan designar ya al candidato de relevo para continuar con la vía electoral que va a derrotar a Maduro. Pregunto, ¿acaso los fascistas van a aceptar otro candidato, si tiene posibilidades reales de derrotarlos? Y, segundo, ¿se puede transferir a otro, en frío, el entusiasmo despertado en torno a María Corina? Creo, por el contrario, que es el expediente buscado por Maduro para provocar una amplia abstención opositora, su único chance de ganar.

Hay que tener siempre en mente a quienes nos enfrentamos. Para el fascismo la política es una guerra. “No está en su naturaleza” reconocerles razones a sus opositores al tratar con ellos. Ante eso, triunfó en la primaria María Corina, porque siempre descreyó de que cedería de buen gusto. ¿Intransigencia? En todo caso, constituye ahora un valioso capital político, pues la mayoría de los venezolanos, incluyendo a muchos chavistas, saben que, con Maduro y los suyos, no se va a ningún lado. Negociemos, sí, pero sin ilusionarnos de que, aceptando sus condiciones, jugarán limpio. Los dislates alegados contra María Corina, incluyendo la forja de documentos para ello –exfiscal Zair Mundaray, dixit–, alertan que no escatimarán argucia alguna, por más disparatada, para inhabilitar a quien amenace con derrotarlos.

Por las buenas, los fascistas difícilmente acepten elecciones mínimamente justas. Como siempre, el reto es construir la fuerza capaz de conminarlos a ello. Seguir ganando calle, recorriendo el país con otros dirigentes acompañando a María Corina y conectándose con la gente para asumir sus reclamos, a la vez que se denuncia la tramposería del chavo-madurismo, es clave. Llamar a los países garantes a exigir el cumplimiento de lo acordado en Barbados, como hizo Gerardo Blyde, debería desembocar en su disposición a reimponer sanciones, de persistir con sus tretas. Hay que cobrárselas bien caras, minimizando sus espacios políticos y aislándolos aún más, para que entiendan que la salida que más les conviene es negociar su salida respetando el derecho del pueblo a expresarse libremente.

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