OPINIÓN

¿Fascismo en Venezuela?

por Carlos E. Aguilera Carlos E. Aguilera

El fascismo se caracterizó fundamentalmente por ser un régimen dictatorial y por manifestar su oposición y liquidación de sus enemigos políticos. Es la exaltación del Estado sobre los intereses individuales, es decir:  “Todo en el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.

El fascismo -según calificados politólogos internacionales- trata de organizar un movimiento de masas encabezado por milicias, en un intento de hacerse con el poder del Estado. Busca subordinar por la fuerza todas las esferas de la sociedad a su visión ideológica de comunidad orgánica, normalmente a través de un Estado totalitario.

Visto así, el fascismo es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno de carácter totalitario  antidemocrático, ultranacionalista y de extrema derecha.

El término fascismo proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y este a su vez del latín fascēs (plural de fascis), que alude a los signos de la autoridad de los magistrados romanos. Entre sus rasgos definitorios se encuentran, por un lado, la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que lo llevó con frecuencia a la opresión de minorías —especialmente en el caso alemán debido a su importante componente racista— y de la oposición política, y, por otro, un marcado militarismo. Sin embargo, desde sus mismos orígenes, es uno de los movimientos más difíciles de definir con exactitud para las ciencias políticas, posiblemente porque no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista» sistematizada y uniforme, como sí tendrían otros sistemas políticos contemporáneos.

Entonces, cuál es el motivo o razón para que bajo el pretexto de impedir el fascismo en Venezuela, que  jamás ha existido ni existirá, la Asamblea Nacional de mayoría oficialista haya aprobado en primera discusión la «Ley contra el Fascismo, Neofascimo y Expresiones Similares», tendiente supuestamente a preservar «la convivencia pacífica y la democracia» frente al fascismo.

En Venezuela no hay atisbo alguno de que el pueblo venezolano manifieste o pretenda desviar su destino por un atajo distinto al de su idiosincrasia, mucho menos con las características señaladas en los primeros párrafos del presente artículo.

La inimaginable derrota infligida en las elecciones presidenciales del 28 de julio por la oposición al régimen socialista, marxista y mal llamado bolivariano, apresuró los pasos para que el régimen de Maduro instara a la Asamblea Nacional a aprobar dicha ley, la cual establece en uno de sus artículos penas de 12 años de cárcel a quienes se involucren o promuevan actos asociados al fascismo. ¿Cuál fascismo? ¿Acaso María Corina Machado y Edmundo González encarnan dicha terrorífica figura, si por el contrario ella y su entorno del Comando con Venezuela han sido víctimas de los más viles atropellos que lesionan los derechos humanos, calificados por delitos de lesa humanidad, por las Naciones Unidas?

Con sobrada razón, los expertos advierten sobre la imprecisión de sus conceptos y temen que sea un nuevo instrumento del régimen venezolano para censurar y castigar a la disidencia. Y de ello, no cabe la menor duda.

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