OPINIÓN

Fas [«justo»] y schisma [«división o separación»]

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

Asumo que el vocablo «fascismo» se popularizó internacionalmente para describir, en Italia, al movimiento político fundado por Benito Mussolini (n.1883/m.1945) que lo catapultaría para imponer su férreo mandato de genocida desde 1922 y hasta cuando fue linchado por el vulgo [la víspera del fin de la «II Guerra Mundial»] El fonema «fascismo» pudo surgir a partir de la fusión de los vocablos latinos «fas» [justo] y «schisma» [división o separación]. Algunos aseveran que asomó cuando el déspota llamó «fascios»-«fasces» [el haz-insignia de cónsul romano en la Antigua Roma] a sus tropas y civiles adherentes,

El movimiento «cívico-militar» que surgió contra el Comunismo y Democracia Representativa que embochinchaban en Italia fue visto como «justo», y tuvo por precepto la necesidad de «separarse» de quienes arruinaban la república. Ergo, «fas-chisma» habría fonéticamente declinado en «fascismo». ¿En qué doctrinal monstruosidad degeneró?

Previa, ininterrumpida y alienante propaganda, los fascistas perseguían y exterminaban a opositores del mussolinismo. Entre otras cosas, advierto idénticas las abominaciones que en Ultimomundano cometen los que no merecen el calificativo de «revolucionarios» sino «facinerosos». Los cuales recibirán, sin causa exceptuada y cuando el Sol Naciente no sea ocultado por la Neblina del Poniente, notificaciones de cesación. Porque nadie es, ni será, jamás, «supremo» ante alguien aun criminándolo. La Historia ha, sucesivamente, vindicado y consumado ese [mío] epilogismo.

En cuanto a Hitler, basta que lo califiquemos como «nazista»: en cuyo caso, sus macabras decisiones y estilo de mando en nada difirieron con las de un «fascista» como Mussolini. Personajes de la historia que, cada cierto tiempo, resucitan en nuestro [socavado por querellas] mundo. Ahora se auto-califican de «comunistas» o «socialistas del siglo XXI», pero sin todavía haber escrito y difundido un libro semejante a Mi Lucha de Hitler.

Cuando –afligidos- pensamos que no habrá reparaciones frente a férulas que gobiernan, de súbito sobreviene el Sol Naciente que restituye en nombre de la Justicia que la Humanidad discierne. El pensamiento fascista es inherente a todos los seres humanos. No nacemos proclives, lógico, pero, en el curso de nuestro crecimiento bajo asedio de exhibidores de fetiches y adoctrinadores sentimos deseos de exterminar nuestra especie o desaparecerla. En la intimidad del pensamiento ofuscado de tanta provocación infame, miseria e injusticia doctrinal, colisión de propósitos en la convivencia hipócrita, criminación del discernimiento o debate para corregir nuestro mal conducido humanismo, irrumpe el hartazgo y con él ansias de legítima defensa, la cual implica matar.

Tenemos de humanos la sistemática inhibición, el freno ante atropellos o vejaciones, la tolerancia excesiva ante desórdenes públicos, supresión de la inteligencia para dirimir conflictos sociales. Lo fas [«justo»], que es ruptura de lo establecido, puede irrumpir con cualidades-categorías inimaginables. Su peligrosidad es inmanente y avasalladora, pero, incinera lo fétido.

@jurescritor