“Así cómo no pueden estimarse completamente separados lo dinámico y lo estático, tampoco pueden serlo la normalidad y la normatividad, el ser y el deber ser en el concepto de la Constitución”. Hermann Heller
Dos convicciones destacan en ocasión de cumplirse hoy, 28 de junio de 2024, el último mes antes de la elección del 28 de julio próximo, en la conversación entre los venezolanos. De un lado, la primera de ellas es que Edmundo de la mano de María Corina aventaja por más de 2 millones de votos al candidato Maduro y desde luego, ganará los comicios presidenciales, sin que haya titubeos al respecto.
De otro lado, la segunda apunta a una actuación desde el Estado PSUV para dificultar la consulta, atacando con una intervención desde uno de los poderes públicos al evento electoral “ex ante” o, una vez producido el susodicho, desconocer su predecible resultado, ya sea vía CNE, órgano que no genera y justificadamente confianza en la ciudadanía o, peor aún, por vías de hecho considerando que la FANB, piensan ellos, es otro apéndice del deletéreo Estado PSUV, ideologizado y alienado.
Allí reaparece la incertidumbre y a medida que se acerque el 28 la angustia. Las cogniciones para que mucha gente piense así son acreditadas por la siempre contumaz conducta del liderazgo del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, acostumbrado a la tramoya y a la impunidad. Sin recordar los dichos del Pollo Carvajal, son varios los episodios en los que la sospecha de manipulación podemos recordar y, el último fue, el referéndum sobre el Esequibo, cuyas derivaciones no produjeron en los coterráneos sino asombro y asco.
El pueblo quiere paz y ello supone respeto a la Constitución, a la ley y a su soberanía. Empero, insisto para que quede claro, le fallaría cualquier situación que comprometa precisamente a la carta magna, a la legalidad y especialmente a su decisión soberana. Esta sería, a mi juicio, una tercera convicción con la que podemos estar contestes.
Escuchar al general Padrino en Carabobo el lunes pasado -y no se requiere ser experto en lenguaje y análisis de contenido- dejando entrever una postura inclinada ideológicamente hacia la continuidad del régimen, es otra señal parecida a aquella de Maduro, “ni por las buenas ni por las malas”, sin olvidar a otros dignatarios del gobierno que a menudo alardean de su poder y pretenden intimidar al país, con todo tipo de ataques y veladas amenazas.
No obstante, el proceso electoral a esta fecha se va cumpliendo pacíficamente y el recorrido de María Corina, “en permanente baño de multitudes”, pudiera dar a pensar que habrá elecciones y que se llegará a esa consulta al soberano en la fecha prevista.
Salvo las previsibles maniobras del CNE que, por cierto, no cambian sino al contrario, confirman la orientación del cuerpo político por el cambio; en los venezolanos y es perceptible para el mundo, se va nutriendo una ilusión y una esperanza que, por compartida por la aplastante mayoría, es otra señal para tener muy en cuenta.
Llega la hora de la razón entre aquellas de la emoción. Evoco diciembre de 2015 cuando la oposición ganó en buena lid la Asamblea Nacional y si bien el régimen reconoció su victoria, con extremo cinismo la contaminó y anuló con la designación de aquellos magistrados que en veloz carrera y contra la Constitución y la ley escogieron, y luego con la vergonzosa decisión de la Sala Electoral y los diputados de Amazonas. Posteriormente quebrantaron de muchas formas la constitucionalidad y la legalidad con la complicidad de una Sala Constitucional venal. Se burlaron de la ciudadanía y del Estado.
¡Cuidado con soliviantar al bravo pueblo! No quiero “hacerles el coro” a los enemigos de la nación, estén ellos de un lado o del otro, pero, ojalá me equivoque; veo un hartazgo de lo que hay, en la gente de a pie, similar al de la clase media, igual en la sociedad civil, en las personas que fungen de funcionarios, en los viejos, en las mujeres que también debe tenerse en cuenta.
Vaya un mensaje a los compatriotas, a todos y a nadie en particular. Dejemos que las cosas se desarrollen como debe ser. La paz social, política e institucional es un tesoro que todos debemos cuidar. Dios cuide a Venezuela y la ayude a superar sus falencias y en paz la lleve, por mejores derroteros.
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