La sociedad venezolana ha sido sacudida, vapuleada, invadida y sometida por el poder usurpador en una larga noche de 21 años. El nombre de Simón Bolívar, exponente máximo de la nacionalidad, ha sido profanado junto a sus restos y nuestra nación secuestrada por una corporación criminal multinacional, lo cual ha merecido enfrentar la ignominia en medio de una lucha que ya consumió dos décadas perdidas que el difunto nefasto cacareó como décadas de plata y oro. Mayor locura y despropósito imposibles. Aquí lo que tiene planteado la sociedad es la disrupción con el sistema cubano y maligno.
Los venezolanos nos mantenemos firmes en el objetivo superior del rescate de la democracia, la libertad y la justicia. Estamos contestes con los que afirman que al Libertador le correspondió actuar en el contexto de su mundo acotado en el siglo XIX, y por tanto no cabe extrapolar su vida, pensamiento y acción al pie de la letra a un mundo distinto del siglo XXI. Pero hay rasgos de su acción que no nunca perderán vigencia e inspiran a los que vivimos el tiempo presente.
Bolívar tuvo bien claro el sentido de su existencia y puso su vida toda al servicio de la libertad de su patria y otras del continente, y demandó dada la ocupación del territorio, por la corona colonizadora, la ayuda externa para actuar en sinergia y sincronización con los esfuerzos internos desplegados en agónica lucha asimétrica.
Resalta la historia, como lección indeleble, el auxilio de la Legión Británica consagrada en la llanura inmortal de Carabobo, junto a venezolanos y neogranadinos, sellando la independencia de la patria. Esto resulta aplicable a la situación actual, hemos venido librando el buen combate contra la invasión en estos 21 años, y quedará para la posteridad, en páginas escritas con sangre, el testimonio perenne de una legión de mártires. Esto es aplicable a la saña contra un pueblo desarmado, ejecutada sin temor ni temblor por la bayoneta mercenaria de la usurpación al alimón con Cuba y demás fuerzas opresivas del eje del mal.
Entre la mentira y la verdad no hay punto medio. Entre la mentira y la verdad servimos a la vedad. Ya está bueno de la ingenuidad que es más bien complicidad. No es debilidad sino responsabilidad solicitar el apoyo ante un régimen que asuela y disminuye a los seres humanos que aquí conviven y son mayoría.
Solicitamos la aprobación por la Asamblea Nacional del 187.11. Es la manera de decirle al mundo libre que nos ayude a quitarnos el secuestro de encima, a través de una coalición internacional para la paz y la estabilidad orientada a un país en cautiverio que lucha por la des-invasión. Apuntamos sin vacilación a la disrupción del sistema empobrecedor y denigrante de la dignidad humana, y seguimos comprometidos en la construcción de una nación afirmada sobre pilares republicanos que la unifiquen y cohesionen por medio de instituciones inclusivas, que promuevan la excelencia y recompensen el mérito.
No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!