Pocas cosas más dañinas para una nación que el poder establecido lo controlen falsos patriotas. Si además de ello, también son falsos demócratas y auténticos depredadores, entonces esa nación se encuentra en el foso.
Falsos patriotas son los que enmascaran sus intereses de poder y riqueza con la hipocresía del amor a la patria. Les importa muy poco, si acaso, el bien común de la patria, mientras mantengan el control del poder.
Los falsos patriotas no tienen escrúpulos en hipotecar la economía del país. No les importa que millones de sus habitantes emigren por la catástrofe nacional. Entregan recursos gigantescos a regímenes afines y renuncian a reclamos territoriales de carácter histórico, a cambio de votos de apoyo en instancias internacionales.
Los falsos patriotas no paran de pontificar del patriotismo, al tiempo que se violan los derechos humanos de la población, en sus dimensiones políticas, económicas y sociales.
Falsos patriotas son los que utilizan la bandera del patriotismo para justificar sus desmanes y crímenes, y para atacar a quienes los denuncian.
Un verdadero patriota, en cambio, es quien ayuda a construir una patria digna, soberana, próspera, libre, democrática, proyectada hacia el futuro con confianza y oportunidades. Necesitamos patriotas verdaderos para reconstruir a la Patria.