A siete semanas de las elecciones del 28 de julio en las que el pueblo de Venezuela derrotó a la dictadura, la falsificación del resultado electoral perpetrada por Nicolás Maduro y su grupo delictivo ha fracasado. El respaldo y reconocimiento internacional a Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones y presidente electo aumenta, la resistencia civil pacífica con el liderazgo de María Corina Machado vence al terrorismo de Estado y la intervención trasnacional. Ante lo inevitable y con el tiempo en contra, el socialismo del siglo XXI aplica su estrategia de falsificación de los hechos y manipulación de la información.
Adulterar los hechos para presentar como lícito el delito, el crimen organizado como revolución, la miseria como independencia, el fraude como triunfo, a los verdugos como jueces y a las víctimas como culpables, son solo parte de la amplia gama de mistificaciones institucionalizadas que por décadas aplica el socialismo del siglo XXI bajo mando de la dictadura de Cuba en las Américas.
La simulación y suplantación intencional, para sustituir la realidad, hechos, documentos y resultados por otros falsos, con el propósito de presentarlos y hacerlos pasar por verdaderos, son el método con el que las dictaduras han destrozado repúblicas, economías, sociedades y vidas de los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Se trata de acciones criminales premeditadas e institucionalizadas, destinadas a que un grupo de delincuencia organizada detente el poder indefinida e impunemente, estableciendo narcoestados con beneficios económicos y de todo tipo.
El proceso de elecciones en dictadura en el que se debate Venezuela, es la prueba más reciente de cómo el socialismo del siglo XXI o castrochavismo falsifica los hechos, la información y manipula para presentar sus acciones delictivas como lícitas. Las elecciones del 28J y el fraude cometido por Maduro y su grupo delictivo son la repetición de iguales eventos cometidos en Bolivia 2019, 2020, en Venezuela 2018, Nicaragua 2021 y anteriores. Es el método de imponer resultados por la fuerza y la violencia, a víctimas indefensas, con el silencio y/o la aquiescencia de las próximas víctimas que son los gobiernos democráticos.
Lo que ha cambiado en Venezuela 28J es que después de casi 25 años se ha integrado una oposición real, con el liderazgo de María Corina Machado, cuya estrategia de seguirle el juego a la dictadura para derrotarla en su propio laberinto, poniendo en evidencia sus crímenes y movilizando al pueblo, funciona.
El mundo globalizado y en revolución tecnológica comunicacional, permite probar los delitos infraganti del socialismo del siglo XXI en Venezuela. Muestra el terrorismo de Estado, la persecución, la represión, las falsificaciones, las detenciones, la tortura, la organización criminal, la intervención de Cuba que dirige a su satélite, la vergüenza de los para dictatoriales (Lula de Brasil, Petro de Colombia y López Obrador de México), las conspiraciones de Zapatero y sus clientes del Foro de Sao Paolo, los negocios y maniobras de grandes lobistas, los perversos intereses económicos a costa de la vida de los pueblos y los crímenes de lesa humanidad.
La lucha por la libertad y la democracia de Venezuela -que es la de los pueblos de las Américas por los próximos 25 años por lo menos- se libra en el frente interno en Venezuela y en el frente internacional. Internamente, el socialismo del siglo 21 solo tiene como armas el terrorismo de Estado y la falsificación de los hechos y manipulación de la información, frente a la resistencia civil pacífica de un pueblo que sabe que es ahora o nunca y que no se rinde. Internacionalmente ha quedado clara la “liga de las dictaduras de delincuencia organizada” integrada por Rusia, China, Irán, Corea del Norte y en las Américas por Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, con algunos satélites africanos; es tan clara que los gobiernos democráticos no tienen más remedio que tomarla en serio.
El objetivo principal de las dictaduras para mantener su régimen en Venezuela con Maduro, es destruir por desánimo la resistencia civil interna y así debilitar el creciente reconocimiento internacional. Para eso crean y difunden faits, hechos y noticias falsas como las supuestas conspiraciones o ataques contra la dictadura, deteniendo turistas a los que acusan de terroristas con concentración en ciudadanos de Estados Unidos, España y más, como señales típicas del crimen organizado (me atacas y te secuestro) buscando cambiar el foco de los crímenes de la dictadura a una posición de falsa víctima. No habiendo podido apresar al presidente electo González Urrutia para negociarlo, ahora toman ciudadanos de los países democráticos que están señalando sus crímenes, con el objetivo de negociar los secuestrados. Puro crimen.
Manipulan la información y difunden noticias falsas con centenares de “fuentes falsas”, “análisis de escépticos”, reaparición de “opositores funcionales”, “defensores de la revolución”, “consultores con contratos indirectos” y una larga cadena, con el propósito de sembrar dudas, debilitar la resistencia civil y desacreditar a María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. Pero tienen el tiempo en contra.
Carlos Sánchez Berzaín es director del Interamerican Institute for Democracy
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