El nuevo informe sobre actividades terroristas internacionales de la diplomacia estadounidense destaca el grave peligro que el chavismo representa para todo el continente americano y más allá por haber creado “un entorno permisivo para los grupos terroristas, incluidos los disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y simpatizantes de Hezbolá”. ¡No están descubriendo el agua tibia! Como suele decirse ante la revelación nada sorpresiva de acontecimientos que ya se dan por sentados, por ser más que conocidos.
Por más que se ha querido confundir a la opinión pública respecto a la preocupación de Estados Unidos por la amenaza terrorista que está implícita en las andanzas de esos grupos que operan desde hace décadas en Colombia y que ahora tienen el territorio venezolano como su guarida, tanto en las esferas del poder ejecutivo estadounidense como en los ámbitos del Capitolio, no pueden ocultar la preocupación que les ocasiona el rol desestabilizador que juega Nicolás Maduro y todo su tinglado que sirve de manto de impunidad a todas esas células relacionadas con el narcotráfico y el terrorismo internacional.
Por todo lo que ha venido ocurriendo en estos últimos meses dentro del millón de kilómetros que forman parte del territorio venezolano, resulta una necedad pretender negar que, efectivamente, Venezuela es al mismo tiempo Marquetalia, Sinaloa y Somalia, tal como lo describí en mi artículo de la semana pasada. Es descarado el manejo arbitrario de las instituciones públicas, tal como hace Maduro con los tribunales de la República que ocupan sus gatilleros disfrazados de jueces, luciendo togas y birretes, para dictar sentencias condenando a inocentes, mientras exculpan a los culpables que el régimen protege de sus fechorías realizadas en nombre de “la revolución”. Es fallido ese Estado que sirve de circo para que los carteles ejecuten sus tropelías sobre las desgastadas bases de lo que era antes Estado de Derecho.
Ese informe no dice nada que pueda sorprendernos. Ya Fundaredes había denunciado meses atrás como se vienen instalando los campamentos del ELN en 18 estados del país. Esa denuncia le ha costado la libertad a su presidente, Javier Tarazona. No es sorpresa saber que en Venezuela estaban los capos que han sido reducidos en secuencia que pareciera no tener final, sino después que sean dados de baja todos esos delincuentes que se sienten blindados por la sombra protectora de Maduro. Ya estamos observando que el que no es dado de baja lo extraditan para que sea juzgado en vida en los tribunales de esos países en donde sí funciona el sistema judicial.
Lo que ya no deberían dudar los directivos de ninguna instancia de Estados Unidos es que desde Venezuela siguen metiendo drogas a suelo norteamericano. Desde Venezuela apuntan esas plataformas misilísticas que controlan rusos e iraníes y que en enclaves de Venezuela operan núcleos de los más peligrosos terroristas del mundo.
En conclusión, ya no somos un Estado de Derecho sino un narcoestado. Fallido, además, porque no hay instituciones solventes, y forajido porque estamos en manos del hampa organizada.
@alcaldeledezma