En el non sancto ceremonial cívico-político-religioso-militar-financiero del mundo, los sociópatas/sátrapas más destacados muestran [heroicos] su inimputabilidad aun cuando exacerbados sus actos abominables en perjuicio de pueblos enteros e individuos. Virtud a sus destrezas de «plurífagos» que se comen todo lo animado o inmóvil, tesoros e inclusive pertrechos, ciertas bestias emparentadas con las memorables flatulencias endémicas e históricas del estercolero no merecen hoy inconcebibles honores: las ofrendas, halagos y visitas del principal por aclamación que [mediante humo de sixtina capilla] advino para «ungirlos». Hubo un patriarcado que degeneró en pariarcado. Luego, cuando del paria descendiente que usurpa al providencial te muestras tutor legitimas su desprecio por la dignidad de sus ingenuas víctimas.
El frenesí protagónico y discordiatóxico de los déspotas se ha convertido en el principal enemigo del hastío en eso que conocemos como Redes de Disociados: donde los sucesos domésticos de notabilísimos malhechores y demás personajes del «basural mediático» [constituido por meretrices de opulenta y hollywoodense farándula, políticos corruptos, terroristas, siega cabezas, patrioteros, timadores, leguleyos, malversadores, prestidigitadores y lacayos o arreados] adquieren mayor plus valía que inmuebles y pasivos bancarios de largo plazo.
Los discursos desambiguados y cargados de enrarecida solemnidad de los afamados sintagmas mueven a las corporaciones de sicarios, blanqueadores de billetardos imperiales, fomentadores de mentiras, ocultación, distorsión, simulación, marketing e infundios en vestíbulos (lobbyist) del Inmediatismo donde degustan y liban antípodas. Ya los extremos del mundo no son sino la línea recta de riel sobre el cual se desplazan las expresiones ridículas tanto de mandatarios histriónicamente furibundos como las calificables sabias, analíticas, críticas, pedagógicas o sensatas. Estamos aquí y los de allá no son individuos de un extremo territorial opuesto. Ya no somos unívocos sino iguales. Si: «otros» fusionados, por lo cual todos «somos nosotros». Por ello los summum de palacetes, academias, mezquitas, asociaciones, congregaciones, sindicatos, monasterios, catedrales u otras casas de principales confieren distintivos o diplomas a desalmados mientras reparten enciclopedias de sumisión al «estupidetariado» que así sermonea:
«Pido que mis palabras no sean entendidas conforme a su fonética y sintaxis. Estoy frente a esta intendencia no para proveerlos de alimentos y medicinas, sino para infligirles daño que nunca calificarán como lesiones. Quiero asesinarlos sin que se diga causé muertes. Los robaré sin devastar riquezas de los ciudadanos, cierto, porque nada son ni cosa alguna jamás poseerán mientras dure mi preponderancia. Me eternicé, Yo-Yugo, sin hartarlos»
Todo cuanto los pontífices del siglo XXI hicieron, ejecutan o potencialmente pudieran cometer merecerán sesudos estudios en dos fundamentales vertientes: la «Filogénesis» y «Fonogénesis». El proceso biológico-evolutivo del Ser no borra sus orígenes, tampoco la complejidad del lenguaje que le sirve para comunicarse y deificar sus desmanes u oprobios. Atribuciones para regir, formular y sancionar edictos: es decir, regir al «estupidetariado» sin riesgo de experimentar una reversión de roles sociales.
Los sintagmas se pasean con discursos desambiguados o polisémicos a causa de una disfuncionalidad cognitiva que les sirve para contender a quienes exhiben ignorantia excusat, ellos afirman estar en situación de asalariados, mendicantes, jubilados o pensionados y sujetos a las decisiones del pariarcado.
@jurescritor